martes, 29 de enero de 2019

EL ARTE DEL MATERIAL Parte II



   Fred se separó de Vera. Yo de Andrés.
   Nos hicimos amigos y tiempo más tarde, amantes entusiastas, no nos casamos, no tendríamos el oprobio del divorcio. Las gentes que se casan, tienen cara de boludos. “Coincido”, dijo Fred.
   —Virginia, te invito a vivir conmigo, ya, no necesitás ropa, la tilinga dejó todo. Ella no vuelve a usar lo que ya usó. Ropa interior te compré yo. La de Vera la tiré por la ventana.
   —Para mí la ropa es algo secundario, ropa interior no uso. El vaquero que llevo puesto y la camisa, los lavo de noche y cuando se secan me los vuelvo a poner. Las zapas, son las que uso desde el Secundario. Como verás, Fred, soy una persona de bajo mantenimiento.
   —Parece que me estuvieras castigando, no sabía que los botones de tu camisa faltan, porque no te gusta coser. Virginia, te prefiero desnuda.
   Esa manera de llamar la reconozco, es Andrés.
   —Vengo porque te fuiste sin avisar y necesito que trabajemos juntos. Encontré una mina que como está al pedo, tipeará e imprimirá nuestros trabajos, quiero una respuesta rápida. ¿En tu casa? ¿O en la mía? No me contestes, en la mía tenés todos los materiales, cuadernos y biromes, reconciliación intelectual.
   —Acepto, empezamos mañana a las ocho, Andrés, te aprecio y me encanta trabajar con vos. Pero nada más.
   La puerta estaba abierta, tanto fue mi casa, que entré como si fuera mía, en el escritorio no estaba, subí al entrepiso y viví una pesadilla, que me arrancaba del mundo. Andrés sobre ella, haciendo el amor. Cerré la puerta despacio y me fui.

               EL ARTE DEL MATERIAL Parte III

   La encontré por la calle, no me dejó espacio para pensar, me abalancé sobre la puta encubierta. Le calcé una trompada en la cara, un puntapié en el estómago. Un container solitario, que fue a dar sobre el cuerpo de la tilinga. El resultado: mandíbula partida, hematomas múltiples y una vara oportuna metida en el culo. Tuve suerte, la tilinga no me reconoció, yo llevaba tacos altos, rodete apretado y un taier con camisa de seda. La boluda era miope y no usaba anteojos. Mi vestimenta se debía a visitar tres Editores, con mis cuentos encarpetados. Notable, me trataron bien, más por mi aspecto que por mis trabajos.
   Tres golazos en una tarde. Fui a los de Andrés, lo abracé con desesperación y le di un chuponazo tan profundo, que él fue por más. Ahora vivimos juntos y aprendimos a manejar nuestras propias computadoras.
   Llamé a Fred. Fue un impulso, corté.

lunes, 28 de enero de 2019

PUTADA



   La Srta Marta tomó decisiones para mejorar el nivel de vida de los niños. Mientras daba clases, los chicos no podían escribir, tenían ambas manos rascándose la cabeza. La Srta Marta les quitaba los piojos con un peine de dientes finitos, cada Alumno le llevaba de cinco a diez minutos. Con su sueldo compró líquidos antipiojos, pero los picadores se adaptaron a dichos venenos. Se los agarró la Srta Marta y sus hijos. Llevó una máquina eléctrica, depiladora y peló a toda la clase. Ella también se peló. Tanto las Madres de los Alumnos, como Marta, estaban satisfechas, porque no hubo que comprar más shampoo.
   Cuando llegó el invierno, los niños carecían de abrigos. No había calefacción ni desayuno y los comedores daban porciones escasas. El Padre de Marta trabajaba en Melchor Romero. Mandaron una partida de enteritos térmicos, ningún enfermo quiso encerrar su cuerpo en esa ropa, ya bastante encerrados entre rejas. Los locos preferían andar desnudos. El viejo de Marta le regaló quinientos enteritos térmicos, con capucha. Los chicos dejaron esas caritas de campo de concentración.
   El Hada Marta, como le decían, consiguió un novio papero que era poseedor de ochenta vacas lecheras. Los chicos llegaban y tomaban leche recién ordeñada y el puré engrosaba la comida. Hasta los más flaquitos engordaron.
   Los Inspectores de Escuela se hicieron presentes, para entregar a la Srta Marta un expediente, donde la dejaban cesante, por tomar decisiones cuentapropistas con los Alumnos.
   La Orden estaba sellada y firmada, por el Ministerio de Educación de la Provincia.

domingo, 27 de enero de 2019

CONTAINERS



   Cumpliré setenta, episodios anteriores de toda anterioridad, me dan ganas ciegas de volver a vivirlos.
   Hechos que no respondí, el primer cachetazo de Mamita. “No hagas más eso, perra”, lo pensé y no me convenía. Pero lo pensaba hasta los quince, cuando quise dejar la Escuela, usó cinturón, aumentaron las penas. A los veinte me declaré en estado de rebeldía.
   —Tu maldad no tiene límites, sos una hija de puta.
   Me fui de casa. Un novio angelado me recibió, sus Padres aplaudieron la elección. Sabían que mis Padres tenían campo, garantía de futuro. No merecen este comentario.
   Vivimos siete años de amor y paz. Su Médico me mandó llamar, casi muero, tenía dos años de vida. Mis Padres me regalaron un departamento, con petit muebles suntuosos que pertenecieron a mi Abuela. Y todo lo que una casa precisa.
   Cuando llegaron los treinta, tuve un hijo de pelos rubios y ojos con pestañas acumuladas. Creció y cuando cumplió treinta y tres, me di vuelta. Lloraba hasta edematizar mis ojos, apareció un novio que acompañó mi orfandad.  Tenía una paciencia infinita, hasta que mi carácter de mierda la transformó en finita, se rompió cuando apareció una adolescente en oferta.
   Hacía veinte años y Quintina pidió perdón por su ausencia.
   —No me cuentes, lo tenés dibujado en la cara, que tu vieja, que el finado, que el hijo, que otro novio. Sos una boluda, tenés que salir de este purgatorio. Ya ves, lleno de fotos de todos y vos sola. Te exijo que vengas a vivir a mi casa en Traslasierra. Tiene una galería que la circunda, el sol la recorre todo el día. Tengo siete hijos encontrados en containers de China.
   Recuperé el asombro escuchando a Quintina.
   —Todos tienen nombres musicales y se apellidan Containers, quiero que sepan que ése es su lugar de proveniencia. Prefiero una verdad triste a una mentira divertida.
   Tiene tanta polenta y un algo de ella ilumina lugares oscuros, con futuros nuevos. Fui a vivir con ellos. Les tejo pulóveres, juntamos piñas en el bosque, hacemos fogatas, me hicieron olvidar lo ya vivido. Gracias Quintina.

sábado, 26 de enero de 2019

NOS ESPERAN



   —No quiero ver películas de negros, ni iraquíes, ni iraníes, tampoco de israelíes. Ni de gente pobre, para eso estamos nosotros, ni boludas de Navidad, casamientos, tortas, maricas…
   —Bueno, decime qué querés ver, no que no querés.
   —Los franceses le pegan con algunas, los alemanes antinazis, las que tengan historias de amor, que no estén curtiendo sexo las tres cuartas partes de la peli. Que maten a los ricos malos, un poco de Justicia y que los pobres sean amados y resarcidos.
   —Acá encontré una que vimos, pero no nos acordamos nada, es humanista y tengo los ojos como calesita irritada de buscar. Ahí va, sentate a mi lado y no te duermas. Después quiero hacer comentarios. ¿Te acordaste de traer pochoclos?
   No pueden pagar los impuestos que les llegan. Luz, gas, teléfono, internet sí. Comen una nada y ella está chocha porque parece una modelo, también está chocha por la edad, los viejos se ponen chochos. Él parece un fosforito y se achicó menos que ella, es alto y elegante. Usan ropa vintage, en reuniones de los amigos, que todavía sobreviven. El tema político se suspendió por las peleas, terminaban en riesgo de vida.
   Los amigos elogiaban su elegancia y ellos contaban el próximo recorrido a las Islas Vírgenes. Pura  mentira, volvían a su casa, prendían la pantalla y ¡Vamos “Cuevana” todavía!
   Desconectaban timbre y teléfono, no salían del lugar por si encontraban amigos y tuvieran que inventar, como: “qué Vírgenes eran las Islas…”

viernes, 25 de enero de 2019

EL ARTE DEL MATERIAL



   Quedan cuatro páginas en blanco y media carga de birome, se me hace un nudo angustiforme, ya no tener dinero para un cuaderno y dos biromes, es el colmo.
   Aparece la imagen de mis tíos Andrés y Virginia, peleando por el último cuaderno, los dos escribían muchas horas manuscrito y una persona que amaba los trabajos de ambos, los tipeaba, imprimía y se los llevaba a un Editor pretencioso, malvavisco, que les pedía alguna modificación.
   —Qué necio. ¿Quién se cree que es?, si yo cambio lo que pretende, mi edificio se desmorona y no es alguna modificación, es la estructura interna del cuento.
   Virginia escondía medio cuaderno y una birome bic que encontró en el ascensor.
   —Andrés, pensá que es un gusano, cuya perversión nos permite editar. Son cuentos cortos, se venden bien, a los que todavía leen, acordate del adagio “Lo bueno, si breve, dos veces breve.” A que si lo mandás de nuevo sin ningún cambio, te lo acepta. La virtud del olvido lo acompaña y el cuento le va a parecer interesante y más que eso, te lo edita. En cambio a mí, como soy mujer, le mando un montón y me dice que no recibió nada.
   —¿Y eso que me dijiste de una mina que es Editora de cuentos para niños? ¿Qué pasa?  
   —Es la novia del chico que nos tipea e imprime, gratis. Le contó de mí y mi arsenal de cuentos infantiles, quiere que nos veamos y le lleve algunos trabajos.
   —Mm, ¿no será que tiene celos? No negarás que el chico te admira, sobre todo cuando te ve con ropa ceñida, a mí me pone ceñudo, pero me la banco. ¿Cuándo se encuentran?
   —Mañana, me dan nervios, pero por suerte su novio me acompaña. En dos horas, calculo, estoy libre.
   La mina es una burguesa de mierda y los papis le pusieron la Editorial. Le gustaron algunos trabajos, se reía finito, hacía comentarios tilingos y superficiales, pretexté que se me hacía tarde, su novio ofreció llevarme.
   —Chau amor,-Le dijo la boluda-.
   Subí al auto. —Sos muy buen volante.
   Él le miró las tetas, casi chocan. —Te invito a tomar un café y bajamos el estrés.
   Él volvió a las tetas y entró directo a un lugar de esparcimiento.
Me fui de mambo y se hizo de noche. —¡Cuánto tardaste, Virginia, me preocupaste!
   Comenzó la práctica de la mentira. —Disculpá, por favor. Una pareja tan entretenida, el tiempo pasó volando, hablamos de literatura, ella no tanto, pero él sabe un montón. ¿Vos habías notado?

jueves, 24 de enero de 2019

GENTE BUENA



   Tomó por una cortada sin asfalto, le habían dicho que se ahorraba trescientos kilómetros para su destino. El camino era desparejo, piedras, pozos, charcos y novillos atravesando el camino.
   La chata no anduvo más, sacó cables y volvió a insertarlos, no tenía la menor idea de motores, midió agua, aceite, eso sí sabía. Casildo tenía fuerza, intentó empujarla, en asfalto le daba resultado, aquí sintió cómo el barro frío le trepaba a las rodillas. Su idea, hacía dos años, era matarse por propia decisión.
   Irónico, sería la primera decisión propia de su vida. Encontró un árbol, con una rama ideal, la soga que traía la ató con nudo corredizo, sacó de la camioneta el banco matero, se paró, envolvió su cuello y lo ató a la soga con cuatro nudos. Pateó el banco y sintió calor. Le salió mal, sus pies tocaron el piso. Venía una camioneta en sentido contrario. —¿Quiere ayuda, Don? Este camino es jodido, jodido, suba a la chata y lo empujo. No se olvide de la soga, no es útil para esta situación.
   Casildo le agradeció, al buen hombre, lo empujó hasta la ruta. Ahora eran una vaca y dos novillos, que lo miraban con bastante interés, por ser vacunos. Venían pocos autos, Casildo bajó de la chata y caminó al medio de la ruta. Quedó firme. Los autos lo esquivaban y le gritaban: “Puto”, “Boludo”, “Correte”, “Qué mierda te pasa”. Venía un Río Paraná, Casildo se tiró al medio, quedó indemne. Todos bajaron del micro para socorrerlo.
   —No tiene un rasguño el hombre, se salvó porque no tenemos paragolpes ni trasero ni delantero.
   Entre tres lo metieron en la chata. —Dejémoslo aquí, llamo al 101 y que lo vengan a buscar.
   Casildo gritaba: —¡¡Será posible que uno no pueda ni matarse tranquilo, en este país de mierda!!
   La vaca le pasaba la lengua para tranquilizarlo.

miércoles, 23 de enero de 2019

TRIFUNCIONAL



   Quería andar de cama en cama. Salía del Colegio y pasaba a buscar a su hermano, él no le daba mucha pelota, la saludaba: —Storbo, ¿para qué venís?
   Clarisa, diletante, varios pasos lejos de su hermano, hablaba con varios que le iban detrás y llegando a la casa, invitaba algún pintón y limpio. La adolescencia no brilla por baños diarios. Clarisa tenía un novio fijo que estudiaba en Buenos Aires y aparecía los fines de semana.
   ¿Y los demás días? No iba a dejar pasar el tiempo, tener un jugador por día le cortaba el aburrimiento. Como Diana cazadora, ni bien su presa en el zaguán, lo conducía al dormitorio y su ropa y la del elegido, hacían el camino del eros lento, el calzón primero y cerraba con el uniforme atravesado del muchachito de la película. Nadie trincaba como Clarisa, hacía de todo sin que le pidieran. Era la hora de la casa vacía, con gemidos exagerados.
   —¿Qué es esto? Y lo que sigue y lo peor…
   Y no dejaba, Clarisa, miraba a su Madre mientras disfrutaba.
   —A mí no me cagás más, tirá la ropa adentro, Papá está guardando el auto, no le digas, perra, castradora, hipócrita, con el hermano de Papá, yo tenía cuatro años.
   Clarisa fue a Buenos Aires, tenía que contarle, él la abrazaría, ella pediría perdón. Estaba abierto, su hermano le besaba la boca, ambos desnudos y el novio fin de semana, le guiñó un ojo.

martes, 22 de enero de 2019

HORDA



   Los enojos superaban su historia de castigos y encierros.
   Vivía solo, con el instrumento de viento que le llevó tanto tiempo comprar y hacerlo suyo. Tocaba una mezcla de Jazz Negro, con melodías de Nino Rota y Frank Zappa.
   En definitiva lograba una impronta propia. Los intentos de convivencia con otros solos, eran para compartir alquileres. Tenía perfiles esquizoides y ataques de odio sin control, donde rompía lozas, vidrios, arrancaba sanitarios y gritaba como lobo a luna llena. Después de una internación terapéutica, consiguió por internet un compañero para una casa chica, pero con ventanas hasta en el techo.
   —Me llamo Sebas ¿vos sos Chicho?
   Esas fueron las únicas palabras que pronunció Sebas. Chicho le contó: —Quiero que sepas, recién salgo de una internación, no tengas miedo, pero soy inestable, imprevisible e insoportable, me dieron un chaleco químico discreto, vos dirás.
   Mientras Chicho describía, Sebas bajaba cajas y cajas, Chicho flasheó cuando lo vio entrar con un bajo, que la rompía. Lo ayudó a desarmar cajas con almohadones, una cama que se armaba en dos segundos, con un colchón artesanal.
   —Mirá, Chicho, yo también soy loco, pero manso, me gusta el orden y la limpieza, no puedo hacer mi música si todo es un quilombo. ¿Te va? Te pregunto porque si no, me voy.
   Chicho le contestó con su saxo y Sebas entendió. No se sabe, pero existen flechas que atraviesan el aire y les gusta atacar donde existe la armonía. Es humano.
   Una noche cayeron unos amigos de Sebas, con un grado de agresión, que no hacía juego con él. Tomaron birra de todos colores y después whisky, cachaa, mojito, pisco…
   Chicho tenía prohibido hacer mezclas con la medicación. Pero todas sus agresiones germinaron y con las botellas rompía los vidrios de las ventanas, la vajilla del prolijo Sebas, herencia de su Abuela, la hizo añicos contra el piso.
   Los demás ayudaban a la destrucción, Chicho tomó el saxo, se mandó una zapada con Sebas, que lloraba sobre su bajo.
   Apareció un cortamambo gallito, con un pedazo de hierro, le partió el saxo a Chicho, mientras otros rompían en pedazos, el bajo a Sebas.
   Chicho le gritaba a Sebas. —Son una horda, nos dejaron sin instrumentos. ¡¡Yo me mato!!
   Tomó el hierro y se lo incrustó en la carótida. La sangre salpicaba la casa mientras Chicho agonizaba. La horda huía en motos y autos cacharros. Sebas usó sábanas, toallas, relleno de colchón, pero era un grifo abierto, Chicho, dejó de latir.
   A Sebas lo internaron en el mismo neuropsiquiátrico que su amigo.
   Pasa días enteros escuchando la música que grabaron juntos.

lunes, 21 de enero de 2019

ZAPATOS, PRECISO



   —Buenos días, Señorito del sillón es para mí un bombón.
   Chau, me trajeron otra loca que me cuide, me saque a pasear. El Médico lo dice, me molesta un montón que la gente mire mi silla de ruedas, antes que mi cara y soy tan boludo, no quiero piedad ni asombro, bastante mi castigo “pobrecito yo”. Prefiero el jardín de mi casa.
   —Señorito ¿quiere que leamos algo?, hacer un paseo, tomar un helado batido, hay mil cosas. ¿Cuál?
   Prefiero que te vayas, no la quiero herir, es inválida del mate.
   —Sos como tu nombre Freudtrotska. ¿A quién se le ocurrió?
   El Señorito sillón bombón, todavía ni sé cómo se llama, no le digo nada, bastante tiene con su parálisis.
   —A mi vieja se le ocurrió, bombón con ruedas, ella era trotskista y admiraba a Freud. Yo leo el pensamiento y sé que te parezco burra, fea, narigona y de gambas gordas, pero te supero, papi, yo camino y vos no. Te accidentaste cuando eras bebé, tu nombre es Santo y un milagro te hizo crecer hasta los veinte. Tu viejo murió para que no lo muerda la culpa.
   Estoy encerrado aquí y no voy a cambiar mi postura. Me gusta que venga la loca, diga pavadas, lea el pensamiento y yo le creo, si tiene cara de Picasso, no me importa. Quiero la alegría que me entrega, sabia, grasa y generosa. Tiene mis llaves, las olvidó, porque tocó el timbre. Le abrí la puerta y no pudo emitir sonido, yo estaba de pie, en piyama, corrí a ponerme un traje con corbata.
   —Buenos días, Señorita bombón, la invito a un paseo, tomar un helado batido, leerle algo que definió Freud, o lo que usted quiera hacer. Yo también sé leer el pensamiento y mi respuesta es sí. Espero que no tome a mal, cuando tuvo que lavarme el culo después de cagar. Quise ponerla a prueba y su puntaje fue el máximo. Perverso de mi parte. Sepa aceptar mis disculpas.

domingo, 20 de enero de 2019

CON OTRA PIEL



   El sueño me sigue como una droga, ante el miedo, el deber ser, el viaje, el espanto, la primera memoria, la Escuela.
   —Que vaya a la mañana, el día trae más concentración, es como inscribir el saber en páginas nuevas.
   Fue una agresión, la primera, despertar de noche, caminar despacio y asistir con ojos abiertos al izar la bandera, símbolo del odio a la esclavitud.
   Mi Abuela siempre supo, cuando me dejaban un mes en su casa, dormía hasta el mediodía y después del desayuno, podía seguir durmiendo.
   Mis otras Abuelas andaban en pantuflas para no alterar mi sueño. Cuando hablaban despacito me hacían cosquillas de acunar, para que siguiera durmiendo. La adolescencia, en su placer más alto, era que mis padres se ausentaran y dormir hasta las tres de la tarde. Había una Señora que trabajaba en casa, Dionisia. —Cuando regresen tus Padres, les diré que estudiaste hasta muy tarde y te agotó, caíste dormida en el sillón verde, yo te quité los zapatos. Cuando llegaba el testimonio nefasto del boletín, dijeron que era producto de dormir tanto. Los Profesores consideraban una virtud, que en lo más profundo del sueño, los mirara con ojos abiertos. Me llevaron a un Neurólogo loco, les aseguró que con un primer novio, se fugaría el sueño y permanecería diurna, despierta, bien despierta.
   —Doctor, ¿cuándo tendré novio?
   —Aparece sólo, te vas a dar cuenta, porque la adrenalina, la libido, las mariposas en la panza, el corazón que acelera sus latidos, cuando lo veas. Los primeros acercamientos, los besos, los abrazos, el placer de estar juntos, te llevarán a la cama y no para dormir, precisamente.

sábado, 19 de enero de 2019

VERANO



   El Señor Frapet, kioskero, el Tendero Siroco, de Tiendas Del Pueblo y Pablo Elotro, Ferretero Y Maestro Menor de Obra, todos en la puerta, veían pasar a Martín Frula, cliente de toda la vida, ya no les compraba nada y saludaba con culpa.
   La Señoritas Del Huerto, ahorraban para ir un día o dos al mar, si eran tres días, se consideraba vacaciones. Éste año fue desgraciado para las Del Huerto, tuvieron dos días de lluvia y uno de sol haragán.
   Las hijas del Juez “me quedo con el retorno”, volvían quemaditas y con alguna pilcha nueva.
   Los señores Frapet, Siroco y Elotro, se indignaban y cerraban antes. Mentían con cartelitos anunciando vacaciones por quince días.
   Los Bancos Nación, Provincia y otros, estaban vacíos. El Provincia y otros, cerraron. El Nación, de siete cajeros activos, dejaron uno, Heriberto Mosso. Éste se dormía en la Caja soñando una ola de mar que le llegara.
   Las chicas, hijas del Juez “Me quedo por el retorno”, se ponían endogámicas, se bañaban en bolas, el recurso de la pelopincho les calmaba el odio y el calor. Tuvieron hasta 40°.
    Usando las tarjetas y algo de lo que tenían enterrado en el jardín, la Familia Patilludo, mandó hacer una pileta de material, con malaquitas vivas, que hacían olitas. Ahí sí se ponían mallas y las piruetas acuáticas eran la envidia de los vecinos, que piantaban para adentro y hacían siesta con aire acondicionado. O ventilador, dependía de la situación económica de cada uno.
   Las hijas del Juez no comían, porque el calor no daba hambre de día, pero de noche morfaban la heladera completa y seguían mordisqueando los Expedientes del Padre, como si fuera mortadela feteada. El Juez les tenía prohibido comer los Expedientes de Culpables Sobreseídos, eran por los que más retorno recibía.
   Había algunos, como los bancarios, que leían bajo la parra, enriquecían su lenguaje con palabras nuevas, Alberto Viso llegó a publicar una poesía en el Diario local. Otros llenaban las bañaderas y cuando el agua se calentaba, abrían las canillas de agua fría. Se balanceaban como si estuviesen en el mar.
   Nadie miraba televisión, porque Norita Tetox y Sabina Sinbono, estaban en todos los canales. Por una hora sonriendo, se les pagaba un millón de pesos. El pueblo entero se indignaba porque esas dos, oriundas del lugar, antes tiraban la chancleta por dos mangos.
   A todos les daba calentura, los aumentos con que los preparaban, para cuando empezaran las clases.
   Las Señoritingas de la Escuela 1578, con su Directora a la cabeza, Señora Deldomingo, las Maestras más ignorantes, exigían manuales, cuadernos, laptops, lapiceras no, porque los niños desconocían su existencia. Les ponían películas con subtítulos, pero no pasaban de la primer palabra. Se ponían tan histéricos, que por lo tanto, les daban películas en castellano, ahí sí, no volaba un piojo.
   Después venían las huelgas, donde disfrutaban vacaciones suplementarias. Las Maestras aprovechaban, para tomar sol en el patio cerrado de la Escuela. La Señora Deldomingo, como autoridad máxima, hacía topless y en ocasiones nudismo, para tostarse entera y hacer creer a su marido que tenía sexo con una senegalesa.  

viernes, 18 de enero de 2019

NUNCA EN LA CARA



   Lili era Anestesista y manipulaba drogas que hacían a su trabajo, le gustaba experimentar. Como sabía que yo la quería como a una hija, me propuso la ingesta del frasquito de la verdad. También sabía que me resultaba imposible negarme a sus pedidos.
   Empecé una mañana, con medio frasquito, en ayunas. Unas amigas, que hacía años que no nos veíamos, nos juntamos. Lo peor que puede hacer una persona a otra, es decirle la verdad en su propia cara, con testigos.
   El frasquito tenía la propiedad, de uno no poder detenerse. A Lila, que tenía una historia con la vejez: —Es increíble cómo se carrujó tu cara y la papada te hace collares.
   Quedó tiesa. —No sé qué ves, pero me operé el mes pasado y la gente dice que estoy regia.
   Le tomé sus manos, textura cocodrilo. —Te mienten, para reírse cuando te vas, sé de bastantes que no te quieren, a mí, por ejemplo, no me terminás de caer.
   Miré las sandalias de Coca, con piedritas incrustadas en el pie sangrante. —Cómo impresionan tus juanetes, parecen piecitos supernumerarios. Yo acá tengo curitas. ¿No te querés tapar un poco? Te lo digo de corazón, es un agravio para los ojos de los demás.
   No me volvió a dirigir la palabra. —Vos sos una envidiosa, Celita,
   No quise enterarla, pero el frasquito de la verdad, obliga. —Para nada, Coca, jamás envidiaría a una cornuda como vos.
   Llegó Pepa, con unas lolas tan inmensas, que parecían glúteos, recién compradas. —¡Qué impresión, Pepa, tus tetas parecen un culo!, fíjate si al medio no te hicieron un ano, por las dudas llevá siempre papel higiénico en la cartera.
   Y no podía parar, hasta que juntaron sus calenturas, se tiraron sobre mí y me arañaron, patadas en la panza, nariz partida en tres. Se enteró Lili por casualidad. Trabaja enfrente del boliche y Puerto Madero, es uno de los lugares más chusmas de Buenos Aires, me pasó a buscar, en moto y derecho a la Clínica. Yo seguía bajo los efectos del frasquito de la verdad. Cuando aparecieron dos Médicos regios: —No los quiero ni ver, doctorcitos matasanos cobracaros y esa Enfermera, cara de prácticas sexuales nocturnas, con los doctorcitos, que salgan de esta pocilga donde me metieron.
   Lili no podía parar de reírse, me llevó a su casa en moto y tranquilizó los golpes con bolsas de arvejas, zanahorias y duraznos sacados del freezer, los repartió por todo el cuerpo y me enyesó la nariz.
   —Celita, otra vez tenemos que ir juntas, al Ministerio de Economía, tomamos un frasquito cada una y los reputeamos.
   Miré a Lili: —Después de lo que pasé, no me hables por una década, pendeja de mierda.

jueves, 17 de enero de 2019

FLATEANDO



   Traía una mochila de dimensiones para montaña. Escuchamos unos pasos en la galería, tímidos pero ruidosos. Mi amigo más grande, se encerró en el baño y nos dejó solas, a mi prima de quince años y a mí de veinte. A través del vidrio del comedor nos cegó la linterna que llevaba. Golpeó las puertas, antes que  se vinieran abajo, Anita mi prima le abrió con sonrisa forzada. El oso vio la mesa, con platos sucios, vasos a medio tomar y migas por todos lados. Se quitó la mochila, con desesperación se comió las sobras de los platos, lo que quedaba en la fuente, le daba a los pedazos de pan, como una aspiradora. Mi amigo salió del baño, el muy cobarde, nos dejaron a su cargo. Se abalanzó sobre el oso, con un puño que dio al aire.
   El oso lo agarró de la espalda, abrió la ventana y lo tiró a la nieve.
   —¿Este pendejo pelotudo, es algo de ustedes?
   Tenía razón. —Sí, es así, lo que me asombra es cómo dejaste la vajilla, limpita, como para guardar, gracias, oso.
   —Mi nombre es Olaff, no oso, pero si prefieren llamarme así, me cabe, ya que estamos, ¿me puedo armar la carpa al lado de la casa?
   Quedamos paralelas, le contamos que hacía cinco años que no íbamos ni al pueblo. A nuestro amigo, el más grande, le pagaban para cuidarnos.
   —Que vengas a nuestra casa es un honor rústico, para las dos, las habitaciones sobran, están plagadas de mueblería burguesa, pero se duerme bárbaro.
   Cuando subió las escaleras, se tiraba un pedo en cada escalón, mi prima corrió y le dio una botella de agua, con una caja de Factor AG. El hombre montaña agradeció con un eructo importante. Le dimos dentífrico y un cepillo de dientes. Le ordenamos que se lavara, porque el olor de su eructo, tenía resonancias que llegaban a la galería. Se puso colorado el grandote y nos fuimos a dormir tranquilas. Los perros alerta, los primeros en percibir los ruidos generosos, pasando de pieza en pieza. Mi amigo, el más grande, de competitivo, lo siguió, era el hombre montaña revolviendo cofres con dinero, sacó todo de su mochila y lo llenó de dinero que nosotros ni idea. Pero de los cofres provenían. La bestia se sintió observada.
   Mi amigo, el que nos cuidaba, se le sentó en el cogote, mi prima en la espalda y yo en las piernas. Creíamos que teníamos fuerza y le dábamos piñas que nos lastimaban las manos. El hombre montaña sacó una cuchilla y tajeó a mi prima de quince en los muslos. A mí casi me degüella y a nuestro amigo le cortó dos dedos.
   —Pendejos de mierda, no me dejaron ni robar tranquilo. Ni se les ocurra ir al pueblo a denunciarme, porque soy el Encargado de la Seguridad en todo el Condado.
   Nos curamos entre nosotros, como pudimos, teníamos hasta instrumental quirúrgico y toda clase de medicamentos. Buscamos los dedos de mi amigo y los encontramos, se los cosimos al revés, pero por lo menos los tiene.
   Para reponernos nos sentamos en la galería, nuestro Padres nos pidieron que no saliéramos de ahí, hasta que regresaran. De esto hace cinco años. Les debe haber pasado algo. Eso lo pensamos todos, pero nadie lo dice. Solos lo pasamos muy bien, mucho mejor que con ellos.
   Juramos los tres no abandonarnos nunca.

miércoles, 16 de enero de 2019

...Y QUÉ MÁS?



   Vi una película, no quería que se fuese de mi cabeza ni de mis ojos y sentir la butaca que dejé al salir. Qué golpe bajo el olor de hamburguesa, papas fritas y mugre, con que te recibe el mundo.
   —¿Te gustó la peli? Después que me invitaste, me arrepentí de no haber ido.
   La tía Nela es así, vive arrepentida de lo que no hizo.
   —La tengo en la cabeza, te la perdiste. ¿No me la ves en la cara? Me dio vergüenza, en el micro la gente me miraba, pensé que tenía la película en la cara, quise borrarla y no pude. ¿Nunca te pasó?
   Mi sobrina vive de mirar películas, la entiendo, como una vez me dijo: —No tengo plata para viajar. En el cine conocí casi todo el mundo. Nunca se gestaron en mí, historias de guionistas y directores que me den vuelta la cabeza. Hay actores y actrices entrañables, me gustaría tomar el té con alguno de ellos y que me cuenten detalles de sus personajes, como el de los gestos donde aparecen sentimientos nuevos, o acciones que anuncian lo que no se dice.
   Nela suspiró con dulzura, es diabética, no podría suspirar de otra manera.
   —Sobrina, te invito a la plaza, a mirar caras, ver formas de caminar, las distintas edades, el olor de una librería vacía. Escuchar palabras perdidas que te pintan un mundo estridente, lleno de secretos.
   Mirá la tía Nela, fue como un regalo que nunca imaginé de ella. Tengo la esperanza que tomando un té, con alguno, me cuente historias de su vida. Es pródiga la tía Nela, será por eso que siempre se arrepiente de no salir a ningún lado. Dice: —Hice de todo, hasta fui Jueza. ¡Cuánta ingenuidad! Éste es un país de yeso. No me cabe más nada, no hay más butacas, ni espacio, ni entradas.

martes, 15 de enero de 2019

GUARRADA NO



   Al Editor personal le pareció ordinario mi cuento, como si él fuera tan distinguido. No tengo problemas, las ideas me surgen solas, a veces ni estoy. Me refiero a que pienso en otra cosa. Vivo en un Petit Hotel, somos cinco mujeres y un varón, bastante delicado para ser varón. Cuenta chistes verdes de sobremesa, más aburridos que el aburrimiento y todas se ríen.
   Yo les bostezo con mi bocota, para que alcance para todos, me tiro en la chaise longue, cerca de la mesa, es importante fórmula para diferenciar el día de la noche, que es con cama adentro. En una habitación, estilo policromo, francés, con inglés, con italiano, con ruso y con alemán. Representan países que Argentina fue a pedirles dineros prestados, todos se negaron y como gentileza, les mandaron uno que otro mueble. Les pidieron que no volvieran más, porque ellos, bastante tenían con los dólares y euros. Los argentinos volvieron de pesados, a gestiones sin salida. Las mujeres europeas comenzaron a tirarles aceite hirviendo, desde todas las terrazas. Sobre todo los ingleses, que no olvidan cómo (los raja…), perdón Sr Editor, los echaron con quemaduras de quinto grado. Luego robaron las Islas Malvinas y ya que estaban siguieron mandoneando en otras islas y sectores inmensos de continentes, que fueron obligados a concurrir al Instituto Cultural Argentino-británico, donde aprendían ese idioma de diez palabras y adjetivos bisexuales.
   Le pido Sr Editor, que esto no lo publique, asisto a todas las mesas de negociación europea, aunque soy Embajadora, ningún país quiere que yo abra la boca.

lunes, 14 de enero de 2019

KNOSSOS



   Apareció como un fantasma, dijo: —Yo te juré, pero tengo amigos que me obligaron. Veían que iba a la playa con anteojos enormes y túnicas tapalotodo, así nadaba en el mar, después de las escolleras. Con anteojos y túnica, me agarró Prefectura y me llevaron como inmigrante fuera de borda.
   “—Señor Capitán de este barco, si me lleva a tierra, dados mis rasgos medio orientales, terminaré en un campo. Soy argentina y no preciso el amparo o encierro, de ningún país de Uds. Tengo la visa en la playa y los documentos que prueban que yo, soy yo.”
   —Lo alegró que fuera argentina, allá ser argenta, es como no ser nadie. Me llevaron hasta la playa y vi el canasto con mis amigos corriendo, alcanzando los papeles. Los tipos aceptaron y pidieron que me fuera de inmediato.
   Todo un logro, alcanzar a Quintina, con su nuevo cuerpo embalsamado, flaca, con pómulos rellenos, la boca y la nariz igual que antes, por ser lindas y discretas.
   —Te queda muy bien haberme mentido, igual las sotas se te notan.
   ¿Por qué Valentina habla con desprecio? —Sí son cuarenta ¿y?, peor vos que te prohibiste cualquier cambio de afuera, testaruda, igual sos una vieja hermosa, Valentina.
   Ésta quiere que le ponga una piña. —Tenemos la misma edad, basta, no quiero discutir estupideces.
   Las dos vimos el último sol, metido en el horizonte y más abajo, los amigos de Quinti, en cuatriciclo, con el canasto y las visas de ambas.
   —Yo sé dónde viven, son traficantes de documentos, tienen excelentes cirujanos, que le  operaron la cara a Yabrán. Vive en Mallorca, como un Conde. Ellos están orgullosos del viejo mafioso, con una novia de veinte. Lo van a visitar y la mina se los coje a los dos al mismo tiempo.  
   —Tenés que ir vos a pedir los documentos, aquí te doy mil euros, decí que vas de mi parte y que necesito el mío también, me tienen confianza, te lo van a dar. Se van a tirar el lance, vos dales la guita, cuidate el culo, con eso no tienen piedad. No te pongas mal, cara de monja, las viejas no les gustan.
   Pasó una semana y volvió hecha unas pascuas, la invitaron a un crucero, le pidieron que no la llevara, porque era una pesada.
   —Todo bien, Vale, pero, ¿te hicieron los docu?
   Ni le interesa saber si tuve sexo con alguno.
   —Acá tenés lo tuyo, antes que preguntes, no me acosté con ninguno. Vamos a Creta, al Mar Egeo, quiero conocer todo Knossos y las cariátides. Voy a hacer un artículo con videos para Internet, me lo pagaron por adelantado. ¡Ja! ¿Y vos qué?
   Puso cara de gitana tramposa. —Mis “qué”, son arbitrarios, por ahí voy a Argentina, a ver a los viejos. Pero vuelvo enseguida, mucha mierda me intoxica.   

domingo, 13 de enero de 2019

RÁPIDO Y DESPACIO



   —Yo me pongo adelante y pregunto los precios del sector que abarca mi cuerpo. Uds, chicas, toman las bolsas de papel y meten shampoo, jabón de tocador, crema para párpados night and day. Hidratantes para todo el cuerpo, tapa ojeras, delineador peremne y pestañas postizas importadas. Confúndanse con la gente, está la cámara que las va a seguir como novio celoso, pero hay viejas conchetas, con sombreros de paja, de alas exageradas, se pegan a sus espaldas. De a ratos exclamen “¡Mirá qué barato está esto!”, lleven dos y toman dos cada una. Yo mientras tanto acoso al Dueño, por los aumentos y me acerco tanto, con mis gracias nuevas, que acepta hacerme descuentos. Uds se acercan a la Caja y pagan con el dinero falso que nos dio su Padre. Sus caras deben estar convencidas de haber pagado una nada. Esperen que se junten compradores, con sus bolsas, pagando tarjetas. En el aluvión salgan tranquilas. Yo le voy a dar un beso ambiguo al Dueño gordo, que le haré subir la presión. Nos encontramos en la esquina, hay ofertas de marcas importadas. Como son las Fiestas, permiten llevar hasta tres conjuntos a los probadores.
   —¿Por eso nos pusiste a dieta y ahora somos dos palitos?
   —También les hago masticar chicles.
   —Sé lo que debemos hacer, te leo el pensamiento, lo de los chicles no entendí.
   —Es simple, los mastican y los pegan encima de los ojos que ven y hacen sonar las alarmas. Se ponen los modelos, uno encima del otro, no notarán nada. Son telas que entran por los brazos y se anudan en las rodillas, fueron a Diseño de Indumentaria, podrán salir del brete, cazando al aire una cloche de verano. Les puse una tijera, para  que recorten las alarmas y no suenen cuando salgan del lugar. Igual van a sonar, porque la gente aprovecha las Fiestas, para afanar. No se molestan en elaborar estrategias como su Madre. Las espero en el Café de la esquina. El gordito de la Farmacia, me regaló un vestido blanco para la cena de Navidad, tiene buen gusto el gordo. Será divertido llegar a casa y bajar con paquetes y paquetes, los vecinos van a creer que somos ricos, al vernos tan paquetas. Hijas mías, que Dios nos perdone, en esta época, Él también se pone bueno y perdona.

sábado, 12 de enero de 2019

LA RETIRADA



   En cosas grandilocuentes, convencía hasta las piedras, llenaba de adjetivos imprudentes a una mujer delgada, que alguien abandonó en la playa, junto a una jauría robada, con nombres de números periódicos. Era viejo el hombre y le faltaban los dientes superiores, le quedaban los de abajo, bien completos menos uno.
   —Tal vez Ud, mi bella doncella desnutrida, ignore, que con los alimentos que porto en mi humilde carroza, en dos semanas saldrán sus tetitas de cabra, redondas y cerca de su cuello principesco. En cuanto a su culo, le aseguro que tendrá con qué sentarse. Ud pensará en mi frivolidad, como algo superfluo para Ud, que es una dama joven y ahora despertará el hambre de algún mecenas distinguido y culto, que modelará su cabeza de chorlito huérfano con sabias palabras e historias sin dueño, por si aparece alguien, con ganas de desposar una mujer de dotes físicas, más que perfectas y voz sabia, que continuarían sus pequeños conocimientos de Príncipe Idiota.
   Misha, en cuclillas sobre la arena, soplaba un viento helado y alrededor los perros la protegían en fila cerrada. —A mí me trajeron a este lugar, para representar una hija perdida. Una mentira de un hombre, a una mujer niña, compartí algunos días, hasta que se fue sin despedida. Crecí en soledad, con la jauría, que me daba de comer sólo pescado, eso arruinó mi salud. Encontré una biblioteca en medio de unas piedras y no hice otra cosa que leer y dormir. Ese reparo cubierto es mi casa. Uno de los perros periódicos me hacía de almohada y los otros, recortados cerca de mí, eran mantas de perros periódicos, tibios. A pocos metros, detrás de aquel médano, hay un pequeño lago de agua dulce, intuyo que proviene de una napa destinada a salvar mi vida. Su imagen del siglo pasado y todo su discurso de memoria, es la primera visita que recibo. Disculpe Ud, le pido y ruego que se vaya cuanto antes. Sería un regalo de despedida, valga la redundancia, que se fuera. Yo crecí sola en este páramo, donde tengo palabras que me atienden en tristezas y alegrías, no sé cuánto tiempo viviré, escupo sangre como Kafka, sus libros me anoticiaron de qué trata la vida y cuándo se avecina la muerte. Estoy tranquila y me da paz no tener persona alguna cerca de mí. Vaya, vaya, que se hace tarde cuando atardece.

viernes, 11 de enero de 2019

CAMBIO DE ERA



   Las personas sufrieron ataques confusionales, así como el clima que era verano el martes, otoño el miércoles, invierno el jueves y los sábados comenzó a nevar.
   Irene llegó de jugar al golf, vivía en un country, con espacios de cinco hectáreas entre casa y casa. —Irene, ¿por qué venís tan tarde?, te faltan las camas, la comida, te olvidaste de mandar los chicos al Colegio, los baños. Si seguís así quedás sin trabajo y a mí me llamás Señora Amparo y los tuteos no van más. Está claro?
   Y sí, está todo tan raro, que soy la Mucama explotada, de esta casa. ¿Pero y los palos de golf? Capaz que la Señora Amparo los olvidó en el Club y me mandó a buscarlos. Prefiero ser la dueña de casa…
   —Irene, no pienses que perdí la razón, ocurrió algo raro. Helena apareció con mi mejor ropa, enjoyada y los zapatos de tacos altos. ¿Sabés lo que me dijo?
   —Parece una pesadilla.
   —Sofía, Ud es tan lenta, que me voy sin comer y los chicos también. ¿Por qué no cocinó?, no lavó ropa, no planchó, no ordenó, no pasó la aspiradora: Sofía, si no mejora, out.
  Estas reversiones se produjeron en todos los countrys del país.
   Los chicos daban clase y los Maestros aprendían, entraba el chico a cargo de 2° grado: —De pie, Señores.
   Y los Señores y Señoras, contestaban: —Buenos Días, Maestro niño Alfredo.
   Eran exigentes los niños Maestros. No hacían los deberes, no sabían el abecedario, las cuatro operaciones básicas. Igual los chicos les ponían la nota que merecían, casi siempre 0 y los hacían pasar de grado, para no verles la cara al año siguiente.
   Casi todos los recolectores de basura, eran Gerentes de Banco y algunos, Presidentes del Banco Nación, Provincia y otros. En los negocios atendían los compradores y los Dueños, pagaban precios altísimos, por un calzón de nylon.
   Como era de esperar, todo terminó en sangre, las vacas comenzaron a tratar el tema de hacer reses humanas y ellas atendían las carnicerías, vendían manos, pies, vejigas, narices, bocas, músculos, estómagos y esófagos.
   Los humanos no sufrían cuando eran sacrificados, del asombro, se dejaban dar un palazo en la cabeza. Los toros pedían precios altísimos por medio kilo de tetas o un kilo de rodillas.
   La Clase Política, Senadores, Diputados, Jueces y demás chorros, pasaron a ser obreros aprendices. Capataces, Albañiles, Limpiavidrios y Obreros competentes fueron autoridades de la República.
   Las personas en situación de calle, se mudaron a Puerto Madero, palacios, pisos en altura donde podían ver el mar.
   Así se pasó a otra Era, la Sextuenaria.

jueves, 10 de enero de 2019

LADY MACBETH



   —¿Empresa de limpieza “María e Hijos”?... Es para dejar una casa en condiciones, la Inmobiliaria Rolón, le entrega las llaves mañana por la mañana, lunes 4.
   Fue un recurso de María, cordobesa y trabajadora, quedó sin laburo y sus hijos también. De allí salió la idea: “Empresa de Limpieza de Lunes a Sábado, las 24 horas, Edificios, Oficinas, Casas, Escuelas y Negocios”.
   A las 8 en punto, María, sus hijos y la chata con toda clase de productos, dispuestos en impecable orden.
   —Miren Señores que es una casa grande, con un sótano inmenso, tres terrazas, cuatro baños. Uds la ven. Yo los acompaño en mi auto, quiero que me den un presupuesto.
   La casa estaba rodeada de casuarinas, piñoneros, magnolias, acacias y fresnos. El terreno ocupaba una manzana. El tipo de la Inmobiliaria les abrió y ellos casi pierden pie.
   —Vea, Sr Rolón, este trabajo, si nos da cinco días, mis hijos más grandes pueden hacer un recorte en los árboles y el césped que está altísimo. Baja el nivel de esta hermosa casa. No solemos hacer jardín, pero este lugar lo amerita.
   Departieron entre todos, el trabajo era importante. Hicieron una lista de gastos, de insumos, mano de obra y tiempo de trabajo.
   —El presupuesto hace un total de 24.000 pesos, con jardín, el costo total es de 30.000 pesos.
   —Lo que me dan es una cifra alta, pero si el resultado es impecable, aceptamos, les damos mitad ahora y el resto…
   La flia no lo dejó terminar, fueron una sola voz. 
—Sr Rolón, el pago preferimos que sea al finalizar el trabajo.
   La casa estaba recién pintada y restaurada, pero se veía, que la limpieza de obra les quedó todita para ellos. La primera sorpresa fue la cocina, que parecía de tierra apisonada, decía María: —Mirá si una casona como esta, va a tener piso de tierra? Vamos chicas, acá hay que rasquetear, tengo buen pálpito.
   Fue así nomás, bajo los 10 cm de tierra, aparecieron unos baldosones de mármol blanco y negro. Le hicieron un proceso de encerado y máquinas de lustre. Quedó como un espejo.
   Almorzaban comidas frugales y dormían 6 horas por día. María, para levantarles el ánimo, decía: 
—Vamos a adelgazar, chicas y los chicos sacarán músculos.
   En el sótano, los hermanos más chicos y una de las chicas, encontraron manchas que no salían con nada, descubrieron unas cavas con olor extraño. Laurita, que era la más vivaz de las hermanas, preguntó en el vecindario, si ellos sabían algo de aquella casa. Todos contestaron calcado. En los setenta vivía una pareja joven que recibía gente joven, a través de los vidrios se apreciaba que estudiaban, discutían, a veces bajaban los tonos. A los dos años cayó un camión del Ejército, traían un grupo de personas jóvenes. Estuvieron una semana, había dos de la zona, que fueron invitados a participar en lo que ellos llamaban “tareas”. Cuando advino la Democracia, la casa quedó vacía. Algunos jóvenes que lograron zafar, bajaron al sótano y encontraron compañeros apilados, muertos, destruidos. Parecía una escena nazi. Por eso la casa no podían venderla. Las manchas eran de sangre, la inmobiliaria tenía la obligación de advertir su historia al comprador.
   —Algún gil sin escrúpulos la va a comprar.
   Otro acotó: —Las manchas de sangre nunca pudieron borrarlas.
   La Empresa de Limpieza dejó una nota: “Inmobiliaria Rolón: Nuestra empresa recuperó la memoria, gracias a la memoria de otros. La casa está abierta, las llaves en el sótano.”

miércoles, 9 de enero de 2019

TAN



   La conocí en la casa de artículos para librería, compro dos cuadernos y tres biromes por mes. Es un lugar largo y estrecho, no me dan ganas de ir hasta el fondo para elegir. Le especificaba que quería rayados.
   —Los que llevo siempre.
   Odio cuando los cuadernos tienen florcitas, antes era más cuidadosa. Los atardeceres se la ve tomando una birra con tipos distintos. Por eso la bauticé Birri.
   —¿Qué tal, cómo va, Birri?
   Y ella contesta: —Yo trato de pasar la vida lo mejor posible.
   Me pregunto cómo carajo hace, quiero la receta. La interrogo cuando me da el vuelto.
   —No hay recetas, a mí me hace volar, tomar birra, siempre con un tipo distinto, pero vos no sos mujer. Así que, no sé.
   Le miro esos ojos soñadores, entornados y olvido que siempre me cobra demás. Hoy la esperé enfrente, por el reflejo en el vidrio, la vi. Birri se dirigía a tomar una birra.
   Miro las mesas y está ella. Me detengo: —¿Y el tipo no vino?
   Tenía cara triste. —¿Sabés que ahora, les hago pagar mi consumición?, se corrió la bola y algunos ni me saludan. Si querés sentate.
    De repente pensé pagarle, pero no tenía un cobre. Acepté la sentada y pedí una birra, después vería.
   —Hace un mes me separé, todo mal, lo encontré justo cuando…disculpá, tuve un déjà vu, tenés cara de bueno vos.
   No supe qué decir, me salían frases hechas, tipo “ya vas a encontrar otro”, “todo pasa”, “no te tortures, vos lo perdiste, pero él te perdió a vos”. Esa última me gustó, no era tan remanida.
   Birri recitó hablando…—“Quisiera esta tarde divina de octubre, pasear por la orilla lejana…”, antes me lo sabía entero, el desgraciado me lo enseñó. Me gusta Alfonsina, tengo un libro de poesías que me parte.
   ¿Qué hago?, ¿le sigo el tren con Alfonsina?, mejor no.
   —No te gustaría conocer poesías de Juan Gelman?, mañana lo lee una mujer que dice bien, el lenguaje te va a resultar raro, es subliminal, se dirige al corazón, a mí me emociona. Murió y le pasaron mil. Te invito.
   Se hizo un silencio prolongado. —¿Sabés que es la primera vez que alguien me invita a otra cosa que no sea coger? Soy grosera, para abreviar. Acepto tu invitación, hoy pago yo porque cobré, me ofendo si no aceptás.
   Me salvó Birri, es tan oportuna.
   Tan…tan…

martes, 8 de enero de 2019

PRE VERTE



   —Ahora llueve fuerte, no me dan ganas de ir a comprar puchos.
   Ella miraba por la ventana, el agua ocupaba el espacio exterior. Pidieron dos cafés, ella revolvía con furia el azúcar que no puso. Él quiso decir algo, pero no le salió nada. Tenía un cubito de azúcar en la boca, lo lanzó en la taza de ella. Buena puntería. Trató al mozo como una lady, cuando pidió que cambiara su café. Luego comió una media luna, que sumergía en el café, que ya no tenía ni café. Les dieron permiso para fumar en el No Fumadores. Él se prendió del cigarrillo, como un búfalo en postura de comenzar la carrera.
   Lo de la lady fue toser y toser. El dueño del bar le acercó un jarabe que paralizaba la tos. La lluvia se puso finita hasta que el arcoíris dijo, ¡Basta!
   Ella se levantó sin hablar, sin decir. —Tantas veces le dije pelotudo, ¿Qué más?
   Él movía con la lengua el aparato multidental. Recordó su costo. Siguió con la vista a la mujer, que se perdía hasta desaparecer en la entrada del subte.
   —Yo no sé para qué todo, si al final nada.
   Tomó su piloto, el triste portafolio, la cartera de ella y el piloto.
   Llegaron casi juntos. Ella casi le dice gracias.
   Él casi le da un beso. Entran a la casa, parecen casi un matrimonio.

lunes, 7 de enero de 2019

TOSTADO PAREJO



   Canícula 15°. Sonreí y no pasé por alto los “Buenos Días”.
   Canícula 20°. Despierta mis sospechas de un aumento, acostumbrada a los aumentos que me impedirán ver el mar. Si la canícula sube a 39°, antes de iniciar cualquier trámite, me tiro de cabeza en la pileta, cago y meo en la rejilla. Busco lavandina, Mr músculo y Espadol en aerosol, con la manguera observo cómo se va todo a la calle, dejo abierto hasta que las deposiciones lleguen al declive de mi vecina que odio. Después uso la manguera, me doy una ducha con champú, cabeza y cuerpo.
   Por la ventana siento el olor a jaboncito, mis deposiciones ya van por la plaza. Casi ni me sequé, tengo un vestido propicio para este clima, el puro agujero. Subo al auto, lo pongo en marcha y prendo el aire acondicionado al máximo. Hasta siento alegría, que a mí nunca. Miro la cola para que me atiendan, llamo a un ex-trapito, le pido que me saque un número, le pago 200 pesos y el pibe chocho. Me salvo del olor a sucio que despide la gente, a pelo sin lavar, a caspa, a pata sucia. Los comprendo, los elementos de limpieza, están por las nubes.
   Estoy en el Café, frente al Banco, con aire acondicionado, viene el mozo a preguntar qué quiero tomar. Le contesto que lo estoy pensando. —Cuando elija lo llamo.
   El pibe me hace señas. No tomo nada, porque no tengo un mango. Igual hace tanto calor, que nadie se da cuenta. Agradezco al ex-trapito. Hecho mi trámite, salgo y lo invito al pibe a meternos en la fuente. Siento que el salto me llevó el corpiño, salgo en tetas, un auto de Policía me espera. Pregunto por qué, me contestan: “Alteración del orden”. Por suerte el Patrullero, tiene aire acondicionado.