—Yo me pongo
adelante y pregunto los precios del sector que abarca mi cuerpo. Uds, chicas,
toman las bolsas de papel y meten shampoo, jabón de tocador, crema para
párpados night and day. Hidratantes para todo el cuerpo, tapa ojeras,
delineador peremne y pestañas postizas importadas. Confúndanse con la gente,
está la cámara que las va a seguir como novio celoso, pero hay viejas
conchetas, con sombreros de paja, de alas exageradas, se pegan a sus espaldas.
De a ratos exclamen “¡Mirá qué barato está esto!”, lleven dos y toman dos cada
una. Yo mientras tanto acoso al Dueño, por los aumentos y me acerco tanto, con
mis gracias nuevas, que acepta hacerme descuentos. Uds se acercan a la Caja y
pagan con el dinero falso que nos dio su Padre. Sus caras deben estar
convencidas de haber pagado una nada. Esperen que se junten compradores, con
sus bolsas, pagando tarjetas. En el aluvión salgan tranquilas. Yo le voy a dar
un beso ambiguo al Dueño gordo, que le haré subir la presión. Nos encontramos
en la esquina, hay ofertas de marcas importadas. Como son las Fiestas, permiten
llevar hasta tres conjuntos a los probadores.
—¿Por eso nos
pusiste a dieta y ahora somos dos palitos?
—También les
hago masticar chicles.
—Sé lo que
debemos hacer, te leo el pensamiento, lo de los chicles no entendí.
—Es simple, los
mastican y los pegan encima de los ojos que ven y hacen sonar las alarmas. Se
ponen los modelos, uno encima del otro, no notarán nada. Son telas que entran
por los brazos y se anudan en las rodillas, fueron a Diseño de Indumentaria,
podrán salir del brete, cazando al aire una cloche de verano. Les puse una
tijera, para que recorten las alarmas y
no suenen cuando salgan del lugar. Igual van a sonar, porque la gente aprovecha
las Fiestas, para afanar. No se molestan en elaborar estrategias como su Madre.
Las espero en el Café de la esquina. El gordito de la Farmacia, me regaló un
vestido blanco para la cena de Navidad, tiene buen gusto el gordo. Será
divertido llegar a casa y bajar con paquetes y paquetes, los vecinos van a
creer que somos ricos, al vernos tan paquetas. Hijas mías, que Dios nos
perdone, en esta época, Él también se pone bueno y perdona.

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