martes, 8 de enero de 2019

PRE VERTE



   —Ahora llueve fuerte, no me dan ganas de ir a comprar puchos.
   Ella miraba por la ventana, el agua ocupaba el espacio exterior. Pidieron dos cafés, ella revolvía con furia el azúcar que no puso. Él quiso decir algo, pero no le salió nada. Tenía un cubito de azúcar en la boca, lo lanzó en la taza de ella. Buena puntería. Trató al mozo como una lady, cuando pidió que cambiara su café. Luego comió una media luna, que sumergía en el café, que ya no tenía ni café. Les dieron permiso para fumar en el No Fumadores. Él se prendió del cigarrillo, como un búfalo en postura de comenzar la carrera.
   Lo de la lady fue toser y toser. El dueño del bar le acercó un jarabe que paralizaba la tos. La lluvia se puso finita hasta que el arcoíris dijo, ¡Basta!
   Ella se levantó sin hablar, sin decir. —Tantas veces le dije pelotudo, ¿Qué más?
   Él movía con la lengua el aparato multidental. Recordó su costo. Siguió con la vista a la mujer, que se perdía hasta desaparecer en la entrada del subte.
   —Yo no sé para qué todo, si al final nada.
   Tomó su piloto, el triste portafolio, la cartera de ella y el piloto.
   Llegaron casi juntos. Ella casi le dice gracias.
   Él casi le da un beso. Entran a la casa, parecen casi un matrimonio.

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