miércoles, 2 de enero de 2019

COMUNACHO MENTIROSO



   No alcanzó la guita que me dio el Editor, para la libertad vacacional. Necesito laburar, en pleno verano, para el avaro.
   —Buen día Señora, yo trabajo para el Señor Editor y quiero hablar con él.
   La mujer, muy alegre, me hizo pasar al escritorio.
   —Revise tranquila mija, él se fue de pesca y regresa…no sé cuándo.
   —Con su permiso.
   Vi sus carpetas desordenadas, la de arriba llevaba mi nombre, número de Ediciones y su mentira, no era una, como me dijo a mí el viejo hucha, mandó tres y se dio el lujo de traducirme al inglés. Se lo pagaron, los piratas de la Corona. Desconocí el Traductor, pero lo supuse ignorante como los fenicios. Sentí más degradación, cuando vi sus bibliotecas cargadas de libros míos, para vender a puerta cerrada.
   —Mire hija, me voy a dormir siesta, hoy me tocó limpieza general, Ud es persona de confianza, si se retira, eche llave y la tira por el receptor que dice Cartas, gracias, mire tranquila.
   Fue muy común, pero no tengo la culpa que la gente se repita a sí misma, será por eso que la vida, en definitiva, es aburrida. Detrás de su retrato, estilo Beethoven, había una cajita fuerte. ¡Con la combinación dibujada! Operé el número, se abrió la puertecita de inmediato y como un resorte asomó un cajón largo y angosto. Nunca robé, ni palabras fui capaz de robar, que me hubieran venido de perlas, como decía mi Profesora del Secundario: “Cara de Vaca”.
   Abrí mi mochila y metí todo el dinero que había, no me gusta ser deshonesta y le dejé una nota, “Sr Editor: llevé lo que correspondía por todos mis trabajos. No quiero que Ud, tan generoso, tenga problemas de conciencia.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario