Tan linda y rara.
Una amiga de la Facultad de Piter. Durante la comida, la amiga, con voz de
visón, de gatita miau miau y maquillaje infobae.
—¿ Sabés que Piter es el
primer profesor con onda, que tuve desde que empecé?
Primero miré a
Piter, luego la miré a ella.
—Piter, vos me dijiste. ¿Cómo era tu nombre?, dejá
ya me acuerdo, Vane. Dijiste que era una amiga, no una alumna.
Él casi se
atraganta, como todo obvio mentiroso. —Bueno, amor, una amiga puede ser alumna,
estoy todo el día en la Facultad, tengo alumnas amigas, Vane es la mejor, me
alcanza cafecitos, prepara unos canapés a-lu-ci-nan-tes. Por eso la invité,
para que la conozcas.
Es grasa Piter,
me dice “amor”, por no decirme puerta, mesa, llave, o cuchillo, que me gustaría
ensartar en su mejilla. Lo único que falta es devolverla a su casa.
Antes del
postre, caché las llaves del auto, Piter estaba en el baño.
—Hay una
tormenta fea, Sra amor, hice el amor un día con su marido, fue sólo una vez,
está todo olvidado, perdone, no sabíamos lo que hacíamos. Nunca sucedió más
nada que nuestra amistad.
—Te llevo yo,
Vane, que no tomé nada. Vamos, vamos.
La agarré de los
hombros, con decisión agresiva, le crucé su carterita. Vivía por la loma del orto.
La dejé a cuatro cuadras.
La dejé a cuatro cuadras.
—No me alcanza
la nafta, Piter se olvida de todo, viste cómo es.
Volví como
suspiro de diablo, dejaron de existir los semáforos rojos y en cinco minutos
estaba.
Él tirado en el sillón, con el control de sus videojuegos, poniendo el alma en esa nada.
La mesa tal cual cuando me fui, la cocina un campamento de platos sucios y charolas engrasadas.
Él tirado en el sillón, con el control de sus videojuegos, poniendo el alma en esa nada.
La mesa tal cual cuando me fui, la cocina un campamento de platos sucios y charolas engrasadas.
—¡¡¡Piter!!! Te voy
a partir esos videojuegos de oligofrénico, limpiá la mesa, juntá las copas,
pasá la aspiradora que tu Vane, plagó de migas, una guarra, salpicó todo lo que
pudo. La cocina dejala impecable, repasá y encerá el piso. Empezá ya, abusador,
traidor, rata inmunda, cuando termines andá a dormir a la concha de tu madre,
jamás vuelvas aquí.
Por surte tengo
el celular en el cuarto de servicio.
—Hola conejito
¿ya te habías dormido?, sí, sí nos vemos temprano a las siete treinta. Del
idiota no me preguntes nada, lo eché, mañana te cuento. Estoy deseando que lo
hagamos acá, no sabés lo que es esta cama. Te quiero a vos, conejito y a tu
enorme conejo.
—¿Un beso de
lengua, como adelanto? Bueno, no me digas más, faltan unas horas. Chuik chuik chuik.

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