martes, 1 de enero de 2019

CHUIK - CHUIK – CHUIK



   Tan linda y rara. Una amiga de la Facultad de Piter. Durante la comida, la amiga, con voz de visón, de gatita miau miau y maquillaje infobae. 
—¿ Sabés que Piter es el primer profesor con onda, que tuve desde que empecé?
   Primero miré a Piter, luego la miré a ella. 
   —Piter, vos me dijiste. ¿Cómo era tu nombre?, dejá ya me acuerdo, Vane. Dijiste que era una amiga, no una alumna.
   Él casi se atraganta, como todo obvio mentiroso. —Bueno, amor, una amiga puede ser alumna, estoy todo el día en la Facultad, tengo alumnas amigas, Vane es la mejor, me alcanza cafecitos, prepara unos canapés a-lu-ci-nan-tes. Por eso la invité, para que la conozcas.
   Es grasa Piter, me dice “amor”, por no decirme puerta, mesa, llave, o cuchillo, que me gustaría ensartar en su mejilla. Lo único que falta es devolverla a su casa.
   Antes del postre, caché las llaves del auto, Piter estaba en el baño.
   —Hay una tormenta fea, Sra amor, hice el amor un día con su marido, fue sólo una vez, está todo olvidado, perdone, no sabíamos lo que hacíamos. Nunca sucedió más nada que nuestra amistad.
   —Te llevo yo, Vane, que no tomé nada. Vamos, vamos.
   La agarré de los hombros, con decisión agresiva, le crucé su carterita. Vivía por la loma del orto. 
La dejé a cuatro cuadras.
   —No me alcanza la nafta, Piter se olvida de todo, viste cómo es.
   Volví como suspiro de diablo, dejaron de existir los semáforos rojos y en cinco minutos estaba. 
  Él tirado en el sillón, con el control de sus videojuegos, poniendo el alma en esa nada.
   La mesa tal cual cuando me fui, la cocina un campamento de platos sucios y charolas engrasadas.
   —¡¡¡Piter!!! Te voy a partir esos videojuegos de oligofrénico, limpiá la mesa, juntá las copas, pasá la aspiradora que tu Vane, plagó de migas, una guarra, salpicó todo lo que pudo. La cocina dejala impecable, repasá y encerá el piso. Empezá ya, abusador, traidor, rata inmunda, cuando termines andá a dormir a la concha de tu madre, jamás vuelvas aquí.
   Por surte tengo el celular en el cuarto de servicio.
   —Hola conejito ¿ya te habías dormido?, sí, sí nos vemos temprano a las siete treinta. Del idiota no me preguntes nada, lo eché, mañana te cuento. Estoy deseando que lo hagamos acá, no sabés lo que es esta cama. Te quiero a vos, conejito y a tu enorme conejo.
   —¿Un beso de lengua, como adelanto? Bueno, no me digas más, faltan unas horas. Chuik chuik chuik.

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