Las puertas
estaban abiertas y seis fueron los que entraron y me violaron. Me acordé del
Marqués y siguiendo sus instrucciones me relajé y gocé. Todos eran mis alumnos,
llamé a la Policía y vinieron enseguida.
—¿Y Usted cómo
respondió?
—Le arranqué los
ojos al más lindo y andan rodando por ahí, mire, mire Sargento, esos ojos los
están mandando a que se vayan.
Era mi mejor
Alumno. Me llama a cada rato para que le devuelva aunque sea uno. Y no se lo
voy a dar. Ése seguro que vuelve. Fue el único que no me abusó, yo lo espero.
¿Se acordará mi dirección? Paso estos días soñando que me lo hace.
Por fin vino y
no me hizo nada, pidió que le devolviera sus ojos. Quería ver, la ceguera lo
estaba matando. Se sentó en el living y hablamos del Nacional, del día que se
recibieron, de aquel abrazo que le di y él no se podía separar.
Yo a éste, le
voy a devolver sus ojos, a cambio que deje que lo abuse. Me contestó: —Haga de
mi cuerpo lo que quiera, no veo nada, le puedo errar.
-Me contaron los otros
cinco: “No sabés lo que te perdiste, fue una verdadera orgía, esa vieja hace de
todo”-.
El domingo por
la tarde vino a buscarme la Policía, pedí un Abogado. —Señora, usted está
acusada de abuso de menores, le recomiendo que se declare culpable, fueron
ciento cincuenta en total.
Le respondí que
fueron seis, de los otros ciento cuarenta y cuatro, la verdad, no lo recuerdo.