—No veo mi
parca, somos cuatro en dos habitaciones, pero los faltantes son tan frecuentes,
que empezamos a desconfiar entre nosotros. Toda nuestra carrera juntos, pero
alguno ya va a desertar.
Se quejaba de
las cosas que dejó aquí y estaba seguro que alguno de nosotros se las birlaba.
—¿Pero te
fijaste bien en tu placard? Debajo de tu cama encontré dos calzones de encaje
rojo, hilo dental atrás y un corpiño con puntillas negras. Deduzco que traen minas cuando no estamos, habíamos convenido que en nuestro lugar, minas no.
—Sos un
hipócrita. ¡Mirá lo que tenés puesto!, mi parca, a partir de ahora sos un
sospechoso y por favor, te lo pido, poné esa ropa de putita en la bolsa de
basura.
—¿Pero si la
mina me los reclama? Por las dudas los meto en el lavarropas.
—¡Ni se te
ocurra, mirá si tiene ladillas!
—¿Sabés que
nuestros dos compañeros se rascan todo el tiempo?, delante de cualquiera.
—Bueno, loco, nos
ponemos a estudiar, leo yo.
Aguanté dos
temas y no di más, me rasqué a cuatro manos, bajamos a comprar comida y
advierto que se pone lejos de mí.
—Perdoná, me
pongo lejos por las dudas, escuché que te rascabas todo el tiempo.
—Pero ahora me
molestan los huevos, no sé, tal vez de estar tanto tiempo sentados.
El otro, desde
su fuero externo, le preguntó:
—¿Pica?

No hay comentarios:
Publicar un comentario