jueves, 9 de abril de 2020

CUARENTONA


   Mi Marido fue por dos días a Sierra de la Ventana. Yo me quedé sola, justo cuando empezó la cuarentena. Tenía pensado ir a lo de mi Novio, que nos vemos un tiempo acotado en horas libres de la empresa. Nos quedábamos con ganas de más. Soy hereje, lo llamé y me preguntó si estaba loca: —Hay toque de queda, te dicen todo el tiempo que no salgas de tu casa, es el único modo de no contagiarse. Así que desde ya, olvidate. Cuando todo pase nos matamos haciendo el amor, claro.
   Dediqué mi tiempo a lavar ropa atrasada, mirar películas. Hablar con mis amigas por teléfono, ¿“mis”, dije?, no, tengo una sola. Y me cuenta de sus hijos, lo que menos me importa de su precaria felicidad, debiera existir el divorcio de común acuerdo, en una amistad.
   Me regalaron un consolador acuático. No sé cómo está hecho pero me irrita. Empecé a usar mis manos, pero no vas a comparar, era un cuento de nunca acabar. Volví a llamar a mi Novio: —Hola Bichi, ¿no me podrás decir porquerías, así me caliento y que el orgasmo me llegue al techo?
   Se escuchaban voces de niños y la bruja de su mujer.
   —Mirá, es el momento menos indicado, estoy con gente.
   De bronca le corté en la oreja. Cambié de rubro, hice una limpieza exhaustiva, con desinfectante, hasta el último rincón de la casa, cosí botones, me corté las uñas de los pies. Fui al Super con barbijo y guantes, lo encontré a mi Novio, esa noche me llamaría.
  Le dije que no, mis órganos genitales estaban escariados por el  abuso, además esperaba por What´s Up, hablar con mi Marido.
  Se conectó, le vi la cara y sentí un aburrimiento morboso. Atrás veía una mina que le pasaba escasa de ropas y le hacía cosquillas, el descaro de ambos  me decidió a tomarme unas cuantas pastillas y dormir una siesta, equivalente a una noche.

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