sábado, 11 de abril de 2020

EL RECUERDO DE UN ROJO


   Tres minas de primera generación, no digamos “Ya sin chance por lo vieja…”, como dice el tango, pero por ahí andaban. Se podrían haber jubilado, la profesión más vieja del mundo. Lo menos que les debieran a cuerpos tan estrujados.
   —Lita, que no te agarre la angustia.
   Y sí, yo estoy igual. ¡Cómo nos costó encontrar este lugar, un minúsculo estar, somos tres y el beneficio de tres piezas!
   —Te quería consultar, Teti, cuarenta días sin un gil, ¿qué podemos hacer?
   Pensé que a lo mejor podríamos salir a levantar alguno. No quisieron saber nada. Ni con bolsas del super para disimular con la Yuta.
   —Es como ser sapo de otro pozo, éste es nuestro lugar, si no viene ninguno, nos quedamos y esperamos.-Dijo Lita-.
   —Y si los llamás cada uno al celular y los chantajeamos que les vamos a contar a sus esposas, seguro vienen. Si son todos, los hacemos esperar tomando un metro de distancia, total por acá no vive nadie y está rodeado de árboles, bien protegidos.
   Los que más las solicitaban eran peones de campo. Tuvieron una buena idea, poner una pantalla con películas porno. —Cosa que entren calientes y una no se tenga que poner a hacer el trabajo previo y nos dejen molidas.
   Tuvieron suerte, subió el nivel de clientes al cabo de treinta días. Mentían que iban a arrear las vacas, sacar los caballos para varearlos  un poco, pobrecitos.
   Y ésos sí que la guardaban en el colchón. Venían con el billete en mano, cual si fueran a comprar pan. Ellas se hicieron un buen dinero, en un mes les daba para viajar.
   Se vistieron de putas encubiertas, pero cuando llegaron al asfalto, la Yuta no las dejó pasar: 
—Vamos, chicas, vuelvan a su casita, hay diez de los nuestros que esta noche las van a saludar.
   Después siguieron los del Consejo Deliberante y último, la frutilla podrida de la torta, el Intendente. Gente rica que les gusta tener mucho, gastando poco.
   El Gobernador de Buenos Aires, pidió que estuvieran las tres para él. Nos hizo disfrazar de niñas y demás solicitudes vergonzantes.
   Las tres deseaban una cura del Coronita.
   Estaban llenas de moretones, latigazos, ojos piñoneros, ropa rota. Todos los rouges eran el recuerdo de un rojo.

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