Había una pareja
que por aburrimiento, encubicularon con tanto entusiasmo como antes. Quedaron
abotonados. Tuvieron hambre y así como estaban, cocinaron empanadas.
Él la agarró
contra la pared, como hacen en las películas, que tienen una cama al lado, pero
prefieren de pie.
—Sos un vivo,
las empanadas tienen el repulgue de mis tetas.
—Me hiciste
acordar, esas tetas te las compré yo, si las quiero amasar o hacer de cuenta
que estoy con mi chupete, es mi derecho.
—Nos estamos
enroscando, gracias a tu manía por el 69 y allí llegamos.
Así abotonados
seguimos en esa postura tan oportuna. Cuando sonó la sirena a las 18 hs, uno se
sintió amenazado. Él se reblandeció, usamos el viejo truco de la franela y la
oralidad, a mí me dejó la mandíbula agotada y él empezó a toser, le quedó la
lengua llena de pelos.
Dijo indignado: —Estos
hijos de puta no te dejan ni cojer.

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