Cecilia, Ceci,
Ce. El lenguaje se reduce, su amiga demandante la trataba como si fuera alguien
de su propiedad.
—Ce, ¿me podés
alcanzar la…la…la…? Eso que está ahí, no sé dónde pero está.
Ce tenía que
saber y si no lo encontraba, su amiga se enojaba.
—La bata
colorada, tonta, estás sentada sobre ella.
Se encontraba
desnuda, cuando entró al dormitorio, salía el hermano de Ce a medio vestir.
Tres años que se odiaban, como Ce lo odiaba o peor. Se acostaban y disfrutaban
ante ella y pretendían que los mirara mientras lo hacían.
—¿Y vos por qué
estás aquí?
—Sos una
pervertida, tapate la cara.
Todo esto lo decía
el hermano que la llamaba a participar. Ce no quería, pero sin ropa le habría
gustado.
—Ce, no te hagas
la cabeza, vení, te dejo un lugar en el medio, acá está calentito, te enseñamos
lo que sepamos, no es nada malo, vamos a revolcarnos.
A Ce la excitaba
y terminaba con ellos. Filmaban todo, estudiaban Cine los dos y se reían de sus
orgasmos tan rápidos, cuando para ellos eran los prolegómenos.
Se fueron
juntos. —Por favor, enfermera, déjeme pasar, quiero hablar con el Médico, dígale
que soy el caso Ceci.
Le abrió las
puertas de su jaula. —Entrá y descansá un rato, tenemos más trabajos para vos,
después de esta inyección, viene tu primo y dos amigos.
Ceci se dejó, el
primo le cedió el primer turno a sus amigos. Era para un experimento, el Médico
filmaba y anotaba. De a ratos, le guiñaba un ojo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario