La Reina
Federica Escurri VI, estaba viviendo en el sótano de un palacio, no abierto al
turismo. Se habían prohibido las monarquías y Federica VI no se daba por
enterada. Debajo de su palacio, mandó construir otro palacio.
—Vos no entendés
nada.-Dijo el Duque de Witer-. Nosotros estuvimos casados, después nos
divorciamos y ahora nos casamos de nuevo. El palacio que hiciste (no lo había
hecho ella, lo mandó hacer) tiene malas intenciones, como tu flia barbárica,
son todos obreros con Corona Virus, atraviesan las paredes, leí que los
ladrillos son el refugio de los bichos coronados. Aquí encerrados en el palacio
subterráneo, nos vamos a contagiar nosotros, las Mucamas, el Cocinero, el Ama
de Llaves y los turistas que vienen a visitar el palacio de arriba. No tenés
piedad, te importan nada los ancianos, festejás cuando muere un niño. Lo único
que tenés bueno son las tetas, al principio era tu única virtud. Ahora me da lo
mismo, hasta los Sirvientes que antes murmuraban: “Qué pedazo de tetas tiene
esta mujer, si las mirás de cerca, te olvidás de la cara”. Ahora deseaban
cortarte las dos con navajas afiladas y a mí, por ser tu Esposo, me van a
cortar las bolas. Ellos piensan que el Corona Virus es una fiesta mundial.
Mandaron a cocinar comidas especiales, tus tetas a las brasas con mantequilla a
la Sorbona y mis bolas irán a tu lado con crema de maní y patos trozados.
Lo entendí al
Duque de Witer, pero mis tetas son dos repollos cubiertos de tela, nunca tuve
tetas. Mis Padres, judíos ortodoxos, me las cortaron de chica. En cuanto a sus
bolas, los dos sabemos que no sirven para nada.
—Cuando esta
peste se pase, me mudo con la Cocinera al palacio de arriba y la voy a correr
en bolas, por todo el palacio, no por sus tetas, que son normales, sino porque
tiene las obras completas de Jorge Luis Borges.

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