martes, 31 de octubre de 2023

PARADOJAL

 

   El entusiasmo le ganó a su cansancio, un amigo incondicional encontró una nuez y le sacó fotos mínimas con su cámara zeiss ikon y máximas. Abrió la nuez con cuidado científico y descubrió los bajorrelieves y los altos. Amplió todas las secuencias y llamó a Maru, ella tenía mal carácter, vomitaría la verdad. Abrió la puerta y entró, las paredes estaban cubiertas de gigantografías.

   —No es posible Jere, tus imágenes son una obra de arte, quiero que sean expuestas, junto a lo que pueda gestar en volumen. Voy a representar una vagina en primer plano. Va a pertenecer a una mujercita lejana, como un gran angular ensañado con el sexo expuesto. Empiezo ya, tengo el lugar que me cedió la Muni de La Plata. Necesito soledad, el material lo compré con la tarjeta de mi viejo. Ya avisé a todos mis contactos que no me visiten hasta el día de la inauguración.

   —Si querés dormir y comer en casa, tenés mis llaves.

   Ella craneaba por dónde empezar:

—Gracias, Jere, yo trabajo de una o no trabajo.

   Maru talló las cáscaras de nuez con formón, escoplo y buril, tan inmensas, hasta lastimar sus manos, le dolían pero lo tomó con humor. Siguió el trabajo mientras se decía: “Parirás con dolor”.

   Para el interior usó gubias y limas, colgó el nuecero en diagonal al espacio de la sala, a un metro del piso. La mujercita con muslos que se engrosaban hasta llegar al sexo relajado, la realizó a la cera perdida. En la antesala ubicó las fotos de su amigo. Ese trance lo hicieron entre ambos.

   Hubo otros trabajos en diferentes lugares de La Plata. Escultores de alta gama y Autoridades de la Provincia de Bs As con María Vitral a la cabeza, fueron el Jurado. El Primer Premio le fue otorgado a Maru Siniglesia y el Segundo, a su amigo Jere Entrón.

   Ambos fueron aplaudidos, felicitados, besados, aclamados y todos los ados e idos conocidos.

   Les entregaron una bolsita de nueces a cada uno y una botella de gaseosa, para compartir.

   Se fueron taconeando bajito. Maru se indignó:

   —¡No nos pagaron ni los materiales!

  Jere también los insultaba y todos los amigos, acompañaron con gritos la pijotería inaudita del Jurado. En medio de la contienda, apareció el Cónsul de Francia. Habló con los artistas y ofreció 700.000 Euros por las obras.

   —Tendrán un lugar definitivo en el Museo de Artes y Oficios de París, compartirán sala con Mademoiselle Silvie Pineu 1925-1980, Escultora vanguardista. Parece sostener entre la axila y el brazo una baguette, pero es obvio que es un inmenso pene.

   Monsieur le Cónsul les entregó un sobre con el cheque y otro sobre con pasajes para Maru, Jere y los amigos más entrañables. Tomaron tanto champagne, obsequiado por la Embajada Francesa, que Maru dijo unas palabras, para su pueblo de origen:

   —¡Devuelvan la guita, Chorros!

lunes, 30 de octubre de 2023

HASTA EL FIN DESDE EL COMIENZO

 

   Se levantaba a las seis y le preparaba un desayuno americano, leche con copos, tostadas, un huevo frito, manteca haciendo rulos y un pomelo abierto. A las nueve entraba ella a su trabajo, trasladaba expedientes a la compu, Silvia equivalía a tres empleados, fueron suspendidos. Su velocidad adelantaba una hora y llegaba a preparar la comida. Siempre platos diferentes para amor.

   Él cumplía con la ingesta, pero su hígado no daba más del diario huevo frito y los platos sorpresa. No tenía vesícula y como sabía las consecuencias, disminuyó sus desayunos. Comía una tostada con té verde. Llevaba una manzana a la oficina y la comida de la noche dos nueces con gelatina.

   Silvia se ofendió, amor despreciaba su comida. Ella comía lo que él no, para no desperdiciar. Se puso gorda, no entraba en su ropa. No compraba nueva porque amor elogiaba cómo con poco llevaba la casa. Él adelgazó, los trajes le iban tan grandes que se compró dos para reemplazar.

   —Amor, te compraste dos trajes, tres camisas y una musculosa, si seguimos así vos hacé los mandados, yo recién cobré, en el Banco no queda nada. Pedí hacer seis horas extras, no habrá más remedio que cocines vos, faltaré el día completo.

   Amor gustó de aquella idea, no le vería sus gordos cachetes en todo el día.

   —Amor, no lavaste la ropa, levantate temprano y de paso planchás.

   Amor no decía nada, porque Silvia traía la plata que faltaba. Ahora lo llamaba “ché”, desterró lo de Amor:

   —Ché, tenés que lustrar los pisos, mirá cómo están, pasá la aspiradora a las alfombras, cambiá las sábanas todos los días. A la muchacha despedila, si te quitás la morriña, vos podés con todo. Nunca limpiás los goznes de las puertas y te olvidás de los vidrios.  Ché, si encuentro los vidrios sin limpiar cuando vuelva, con mi sueldo no cuentes más.

   Cuando ella se fue, Che Amor, atravesó la puerta para nunca más volver.

domingo, 29 de octubre de 2023

LA VI PARADA AHÍ

   La vi parada en la esquina esperando el colectivo, no era lo que ella esperaba, por eso me di cuenta, subió a un auto cualquiera. La seguí todos los días y subía a otro auto cualquiera. Era su vida cotidiana, mientras venía un auto.

   Tenía una guía de turismo en la mano. Pensé que era para buscar clientes nuevos. Tan alta y bien provista, daba ganas. Debió cobrar un dinero que yo no tenía. Igual no me gustaría revolcarme con una mujer tan usada. Obvio, era prostituta. Con el dinero que le pagaban compraba ropa nueva. Una trabajadora social, como cualquiera, sólo que ésta tenía un culo para aplaudir y un buen par de tetas para morder. Esa boca tan mullida, haciendo toda clase de recorridos. Los rapiditos le permitían tener más tiempo para otros.

   Íbamos con mi mujer y la tropezamos, ellas se saludaron, pero a mí no me presentaron.

   —No entiendo cómo podés ser amiga de una prostituta.

   —Un momentito, ella no puede ser puta, porque es virgen y hasta se llama María, como Santa María Virgen. Vive con sus Padres, van a Misa todos los domingos y son gente rica, o eran. Para ayudar a la familia, trabajó de Sirvienta en muchas casas. Su discreción era tanta, que me enteré por otras personas. Le conseguí un laburo de Guía Turística, los paseaba por los lugares más representativos de Buenos Aires.

   Un día la vi parada en la esquina. Compré un ramo de flores y una caja de bombones, Cuando le entregué mis presentes, dijo:

   —Gracias, pero no era necesario.

   Me miró a los ojos, como prometiendo. 

sábado, 28 de octubre de 2023

EL FINAL

 

   La atmósfera caía sobre todos, la gente estaba con una depresión permanente. Nadie se reía, los virus se multiplicaban.

   En un día, en un solo día, millones de vehículos colapsaron calles y rutas. Circulaban en redondo, las manos y contramanos borraron sus flechas indicadoras. Los semáforos se hundieron misteriosamente.

   El silencio inundaba todo a pesar de los despropósitos que ocurrían en la tierra. Coco, que disfrutaba su soledad escuchó.

   ─Largá la compu y el celular. ¡El mundo está terminando!

   Dijo Diego:

   ─Vos sabés que tenés razón, recién miro por la ventana y es como vos decís. Los edificios se derrumban sobre sí mismo. Caños de agua, comida, olvidate. La mampostería arde en llamas…

   Coco le cortó y silenció el celular.

   ─Si después de todos los celulares también van a desaparecer. Será horrible, la misma gente los va a incendiar, con el asco que me da el olor a plástico quemado. Este es mi último llamado ─dijo Diego.

   ─¿Vos tenés pensado algo?

   ─Yo la tengo clara, voy a cruzar a lo de tu novia que vive frente a mi departamento. Por suerte está afuera. La agarro de prepo y le propongo, no, mentira, le dije: “¡Vamos a coger que se termina el mundo!”

   Estoy seguro que Dios apretó el botón.

viernes, 27 de octubre de 2023

LA BUFANDA

 

   —¿Aquí hay que ser muy alta para que me atiendan cuando me toca?

   La Panadera no terminaba de entender.

   —Recién hice la cola y cuando llegó mi turno se colaron cinco señoras y un señor. Cada vez que vengo me hacen lo mismo.

   La mujer, que era medio sorda, le preguntó cuánto quería.

   —Tres flautas largas bien tostadas y de regalo dos tortitas negras con mucha azúcar.

   Le estaban por cobrar.

   —¿Cómo de regalo? ¿No las vas a pagar?

   Se veía que al marido, le gustaban los chicos, me regalaba siempre dos tortitas, en cambio la mujer era pijotera, por eso él siempre tenía cara de triste.

   —Disculpe, cóbreme  el pan y las tortitas no las llevo.

   Yo llevé la plata justa y me dijo que había de menos, mañana se lo pagaba. Cuando llegué a mi casa, le conté a mi Mamá, ella se enojó mucho, nunca se enojaba poco, siempre era mucho. Dijo que yo no me sabía defender y que la Panadera era una hija de puta. Ya se iba a trabajar.

   —Cortá el pan en rodajas y en el horno hay pastel de papas, mirá que está caliente, sacalo con agarradera. A tu hermano servile poco y decile que no coma todo el pan.

   Eso lo dijo al final, la bufanda se le quedó atrancada en la puerta. Me acordé la película de anoche, el asesinato de una mujer con una bufanda enroscada entre su cuello y la rueda del auto, le apretó tanto al salir tan rápido, que se ahorcó, la lengua le colgaba. La actriz era idéntica a mi Mamá. Se me ocurrió una idea, cuando Mamá subió al auto, con la bufanda alrededor del cuello, le até la punta que trabó al salir y la enrosqué en una rueda. Se desató del cuello, frenó el auto y la vio hecha un harapo en esa rueda maligna. Puteó en francés, pensando que yo no entendía. Se fue tan rápido que no le pude dar el beso de despedida.

   El primer intento de matarla me salió mal, pero no faltará oportunidad, como dice mi Papá, cuando Mamá se sube al techo y baja salteando un escalón roto.

jueves, 26 de octubre de 2023

CAMINOS DIFERENTES

 

   —Vos te metés con cualquiera, ese tipo te hace de goma si lo encontrás en la calle. Guarda el hilo, te dice que te quiere, pero conmigo se tiró un lance. Marga, cuidate.

   —Yo me cuido, ofreció ir a un Hotel bastante lujoso. Cuando me abrazó, sentí que me reventaba las tetas, operadas tamaño XXL, por mi Cirujano que la va de serio. El tipo se quejó porque eran tan grandes los pechos, los “pechos” dijo el grasa, que no encontraba ningún agujero. Entonces se la agarré y a las puertas se lo ubiqué. Claro cómo iba a encontrar, si lo tiene chico. Te diría que tan pequeño y se me chispoteó hacerle un nudo. Me fui. Antes le presenté queja.

   —¡No! A mí no me suceden esas cosas.

   —Cuando llegué a la Oficina, se me tiró un tipo, le dije que sí. Me hizo pagar a mí el telo, contó que no tenía un mango, no le dieron participación en las ganancias, lo hizo tan rápido que me dejó a mitad de camino, a ése no le hice un nudo, era muy grueso.

   —Marga, a vos no hay pito que te venga bien. Dame el teléfono de los dos. Necesitan una compensación.

   Pasó una semana y le conté:

   —A uno logré desatarle el nudo, guacha, se lo habías hecho doble. Estaba tan lastimado, que le pedí que se curara y después hablábamos. Al otro lo llevé a mi cama. El tipo de maravillas, vos me contaste que tres minutos y chau. Yo, en cambio, lo estimulé, el tipo agradeció. ¡Igual a mí no me dio el tiempo!

   —Ay, yo quería que fueses feliz, dijo Marga.

   —Soy feliz, me puso en la cartera doce mil y tan caballeroso que lo metió sin que me diera cuenta.

   —Me hacés dar envidia, uuy, yo quería que fueras feliz.

   —Yo también. Te mentí, no pasó nada de lo que te conté. ¡Ojalá me hubiera pasado de verdad! 

miércoles, 25 de octubre de 2023

BÚSQUEDA

 

   Era mi primera salida a la Ruta, dijeron que era más fácil que manejar en la Ciudad. Venía de una discusión, quería saber de mi Padre. La velocidad poco prudente en medio del viaje, hizo que un auto me atropellara. Sentí el golpe y perdí el conocimiento.

   Alguien me despertó con su oxígeno en mi boca, me apretaba el pecho y soltaba, hasta que desperté. Sentí que era prisionera de una neblina. No recordé ni cómo me llamaba. La persona que me rescató hacía preguntas para darme pistas.

   —¿Es usted mi Padre?

   El hombre sonrió:

   —No lo soy, lamento desilusionarte, yo soy el que atropelló tu vehículo. Ahora lo más importante es ver tus heridas, tuviste suerte, no tenés ninguna herida, sólo algún raspón y parecés no acusar nada más.

   Traté:

   —Sé que debo encontrar a alguien que todavía no conozco, me da temor, estoy segura que es una casita entre árboles y nieve.

   —Te ayudo a que te pongas de píe, sostenete de mi hombro y subamos a mi maldita camioneta, vamos a buscar el lugar que describiste.

   Qué feo recordar cosas separadas, la búsqueda de un Padre, Médico tal vez, o Escritor. ¿Ambas cosas? Antes que me fuera, alguien dijo: ermitaño. Mi salvador miraba a la derecha y yo a la izquierda. Encontramos un camino serpentina. Lo descubrimos, dejamos la camioneta. Seguimos a pie, un bosque de pinos, mucha nieve y una casa con paneles solares, era el escondite perfecto. Tañí la campana de la puerta. Mi acompañante esperó conmigo. Se escucharon pasos y la puerta se entreabrió. Había ventisca.

   —Pasen, pasen.

   Adentro una leñera prendida.

   —¿Qué los trae por aquí?

   Lo dije rápido:

    —¿Usted no es mi Padre?

   Me sorprendió la respuesta:

   —Tengo hijos en cada lugar donde he vivido, alegrate, presiento que sí, investiguemos, sos muy bella.

   Le agradecí y miré hacia atrás, pero ya no estaba. Escuché el motor de su camioneta. Vivo perdiendo seres. La curiosidad de haber encontrado a mi Padre, estaba ahí.

   Mi salvador, lamenté con toda mi alma su ausencia. Él tenía ese no sé qué y miraba no sé cómo y ahora está, no se sabe dónde. 

martes, 24 de octubre de 2023

HACELO POR TODOS

   Dios mío, tenés que ayudar aunque hayas muerto, pero después resucitaste. Miraste, nos miraste y pensabas que no tenías ganas de trabajar, eso no es nuevo, Decile algo a Thelma, que no llore todos los días. Después vino Torcuato, te lo pidió de buenas maneras: “Dios, pedile a los Gobernantes, que paren de gobernar y se atengan a no salir a la calle. Prohibiles el uso del Classroom. No necesitamos. No nos abandones, que estamos hechos a tu imagen y semejanza”.

   Eguía te mira con desconfianza, te vio recorrer con los ojos cerrados, Agustina y Salomón caminan por un túnel que cruza todos los pueblos y oh sorpresa, te encontraron levitando, mientras bostezabas. Agustina le decía:

   —Salomón, vos que sos judío, también pedile que haga algo, a tu Dios todavía lo estás esperando y no va a llegar, los Aeropuertos están cerrados.

   No está en mis horizontes, tener que rogar. Los hombres fabrican armas, producen guerras, torturan y todo lo contaminan.

   Me quedan cuatro renglones, escucho el miedo callado, la miga que no se reparte. Pero nos une el horror. Vos llevaste una corona de espinas, no nos devuelvas con otra Corona, nadie merece esta realidad.  

lunes, 23 de octubre de 2023

¡OTRA!

 

   La recepción del Hijo pródigo, del Embajador de Japón en Inglaterra, con gente noble importada, porque acá no hay nobles. Princesas con vestidos transparentes. Megan llegó del brazo del Príncipe, tenía rastas que llegaban hasta donde le alcanzó el pelo, un conjunto Caro Cuore, con una capa apolillada, prendida con un alfiler de gancho en el cuello, calzaba unas Topper sin cordones.

   —Aquí tenemos presente al Rey del Cello, Yo-Yo Ma.

   El japonés entornó los ojos. No quiso comer ni tomar alcohol, lo único que le importaba era tocar su instrumento:

   —Si Megan se queda en bombacha y corpiño, la inspiración llegará en mi instrumento con mis propios deseos, que Megan se ponga a mis espaldas y siga mis movimientos.

   Al Príncipe no le gustó nada, pero como Príncipe que era, se quedó en su butaca. Yo-Yo Ma tocó como un ángel, fue entonces cuando Megan se quitó la microbombacha, para que el Músico tocara con la Corona puesta. Él no perdió tiempo y le arrancó el corpiño. La gente aplaudía de pie. El Músico cambió acordes y su arco se puso rígido. Yo-Yo Ma saludó una vez y se metió detrás del telón. Quedaron afuera los pies de Yo-Yo Ma y los pies de Megan, que tenían una apertura importante.

   Al Príncipe le empezaron a crecer en la frente, dos cuernos. La gente aplaudía, pidiendo:

   —¡Otra!

domingo, 22 de octubre de 2023

DISFUNCIONAL

 

   Fui al Banco y esperé tres horas hasta que abrieran, prefiero cagarme de frío tres horas, antes, afuera y no tres horas adentro con bronca. Tenía la campera cerrada, pero una apertura en el medio del pecho, transportó viento, con frío helado y lluvia. Dardos que aterrizaban en mis bronquios. Entré al Banco, tibio de mugre, extraje dinero, casi todo. El arrendamiento acumulado y ahorro. Fui a la Contadora, la calefacción al mango, entregar todo el dinero, menos un piloncito que daba risa. Los Impuestos están más altos que la tierra.

   No supe dónde estacioné el auto, lo dejé. El viento a favor hizo que llegara rápido al sweet home. Al entrar hice un camino de mochila, campera, pulóver, camiseta, medias mojadas y borcegos inundados. Calé mi pijama de oso, me metí en la cama temblando.

   El termómetro marcó 38°. Tomé una pastilla y dormí, hasta que un trueno me hizo marcar el número de mi Psi. Le dejé un mensaje: “Me enfermé, lo dejamos para la semana que viene”. Es la tercera vez en los veinte años de psicoanálisis, que falto. Otras veces con culpa, esta vez convencida. Dejé sin cobertura mi locura. Llegó Mario.

   —Estoy enferma, no me acuerdo dónde dejé el auto ¿lo podés ir a buscar?

   Miró con desprecio matrimonial:

   —¿Estás enferma? Saliste con la campera abierta.

   Se fue, dando un portazo. El picaporte de adentro cayó al piso. Volvió con el auto multado.

   —¿Me traés un té con limón y una tostada?

   Escuché la pava golpeada contra la hornalla.

   —Tenés todo en la cocina, detesto miguitas en el dormitorio. ¿A ver?

   Me tocó la frente.

   —No tenés fiebre, podés caminar, te escuché, cancelaste la sesión. Ya no sabés cómo joderme, lo tenía que ver a Sebas en ese horario, pero no. El boludo se queda para cuidarte. La multa la pagás vos.

   Mi locura no tiene cobertura, debería haber ido con fiebre y todo. Tengo que pagar al Psi para que me contenga, mierda, carajo!

sábado, 21 de octubre de 2023

RONQUIDOS

 

   Roncaba como un elefante, interrumpía mi placer de dormir. Tarde me di cuenta cuando dejó de roncar. Su propia partenaire se metió en la cocina.

   —Tu marido es un dulce, me ayuda en todo, no sólo remodeló mi casa, hizo un estudio previo de mis costumbres y vicios, no pienses mal, mis vicios como fumar, por ejemplo.

   Me cayó la ficha, tenía una amante y era Pilar, por eso dejó de roncar. Llegaba tarde, no comía, como los enamorados y los viejos tarados engatusados, para que la mina obtuviera un ascenso laboral. Pilar, mi mejor amiga. Mejor, ¡Ja! Él dejó de roncar y extrañé sus ronquidos, extrañé que no viniera temprano, extrañé que no comiera mi comida. Extrañé que nunca intentara hacer el amor. Un día me puse cachonda, él, entre sueños, cantó la letra de: “es demasiado tarde para amar…” Fueron años de: “Tengo jaqueca” “Mañana me levanto temprano”, “Los chicos van a escuchar”. Mentiras que cobran verdad o cubren. No sé si lo quiero o sólo me molesta que fuera Pilar, hecha para seducir, sin que nadie lo advirtiera. Zorra.

   Ella se hacía la que tranquilizaba mi malestar amoroso.

   —Hacete depilación definitiva, cirugías no agresivas, lipoaspirate, comprá tetas.

   Y… le hice caso. Pasé el proceso de curación en una isla llena de viejas que pagaban hombres jóvenes, hacían de acompañantes terapéuticos, con tarifa.

   Qué patéticas somos las mujeres solas o abandonadas. Un día llamó para saber el día de mi retorno.

   —Cualquier día ─se quedó cortado, yo le corté antes.

   No me dieron un espejo hasta que las vendas me dejaron y un maquillaje tenue, veinte años menos. Se enteró, estaba en el aeropuerto, logré escabullirme. Subí al primer taxi y escuché:

   —Ud dirá, joven.

   Me he tenido que bancar “Señorita”, “Señora”, una vez “Abuela”, este último ligó una grosería. Abuela ¿Cómo me va a decir Abuela, soy Abuela, pero nadie me lo tiene que restregar, cerdo.

   Este tachero me pareció angelado. Fui directo a lo de mi hija, quise darle una sorpresa. Atendió mi nieto:

   —¿Sos vos, Abu?

   Cuando le iba a dar un beso, trepó las escaleras gritando:

   —¡Mamá, mamá! Vení pronto, la Abuela parece una bruja, la voz es lo único que no le deformaron… 

   Sentí que colapsaba, hasta que apareció mi hija. Cuando me vio, retrocedió hasta la pared, apoyó una mano y con el otro brazo se tapó la cara.

   —Mami, andate, quiero digerir este disgusto ¿Cómo pudiste?

   Me pareció inmerecido.

   —Lo hice para recuperar a tu Padre, que me engaña con mi mejor o peor amiga.

   Me hizo callar y bajó tres tonos, por el niño.

   —Mamá, Papá sale con otras mujeres desde que yo tengo uso de razón y no te pienses joven por la terribilidad de tus cambios. ¿Sabés lo que le vas a parecer?, una vieja operada.

   Salí dando cuatro portazos y ocurrió un milagro, el taxi estaba en la puerta, con el motor apagado, el conductor fumando una pipa, miraba la luna. Pregunté si podía llevarme, me abrió la puerta y ya adentro:

   —Ud dirá joven.

   Me operé la vergüenza y le dije:

   —Te invito a tomar una copa, donde quieras.

   Voy por mi segunda margarita, en una terraza de boliche. Justo vuelve del toilette.

   —¿Ya vamos por la segunda?, me encantan las mujeres libres.

   Le susurré:

   —Me encantan los taxis libres…

viernes, 20 de octubre de 2023

UÑAS ROJAS

                            

   Siempre odié a la Escuela, no a mis compañeros, porque nos divertíamos y éramos multitud en los recreos.

   Los personajes que me hacían sentir chiquito, desamparado y triste, fueron los Maestros. Hablaban con una seguridad colmada de poder, no transmitían nada que pudiera servirme para algo que no sea aburrirme y el deseo constante de irme. Hasta la Dirección me resultaba más agradable. Ir a corregir el cuaderno único, antes se usaba un único para todas las torturas. Al cabo comprendieron que era mejor uno para cada materia. Hacer la fila para que la Srta Fulana corrigiera.

   —No te pongas nervioso porque la Srta Lemida es un pan de Dios.

   Si el pan de Dios existía, era frío como una lápida. Tenían uñas rojas, largas, piel suave, delantales almidonados antes del acrocel y un perfume dulce de abeja picuda. El pelo era consistente, duro como sus gestos.

   La segunda hora, la temeraria Matemáticas. Disfrutaban llenando el pizarrón con números, signos que parecían infinitos cuando seguían con los pizarrones del costado. Esos tacos altos, las medias transparentes que cubrían piernas de mentira.

   —Esta cuenta es muy fácil, la resolución del problema no merece perder tiempo. ¿Alguien quiere pasar?

   Yo me hundía y las sienes me latían cuando me miraba.

   —Pase Ud, Sr Quetorudo.

   Me levantaba del asiento despacio, llegaba al pizarrón y leía el problema como si fuera a entender algo.

   —Vamos, Sr Quetorudo, no tenemos toda la mañana, más sencillo que eso es imposible, le brindo ayuda, es una suma, una resta, una multiplicación y una división.

   Cuando tocaban el timbre del recreo, ella decía:

   —Pueden salir todos, menos el Sr Quetorudo. Yo bajaba la cabeza como un cobarde. Ella con un dedo me levantaba el mentón.

   —Decile a tu Madre, que mañana necesito hablar con ella.

   De donde deducía que le iba a decir, que era un alumno problemático y no sabía cómo solucionarlo.

   El tercer tiempo era dejarme sin recreo. Todas fueron iguales, por eso cuando paso por la Escuela, ahora que soy adulto, le doy vuelta la cara.

jueves, 19 de octubre de 2023

LOMBRICES

 

   Pasaba la lengua a todo lo que fuera metal oxidado, desde chico. Así como hay personas que les gusta pasar la lengua a la pared, o comer tiza. Cuando conoció el sacapuntas, le sacaba punta a la lengua, se lastimaba, le salía sangre. Para Darío la sangre era como tomar coca cola. Trabajaba en el Hospital y robaba sachets de sangre, grupo 0 Negativo, era su preferido. A Drácula le pasaba, por aquello de chupar con mordisco, los cuellos de las mujeres, igual que los Gobiernos a la gente.

   La punta de la lengua de Darío, terminaba en lombriz. A veces la usaba como chicle y así fue como se le fue consumiendo. Le llevó tiempo encontrar una pinzas de su invención, para estirar la lengua sana. Con su primera Novia no tuvo problemas, porque le daba placer a ella, esa lengua finita que le mojaba la oreja. Cuando Darío perdió su punta de lombriz, su Novia lo dejó. Para detener aquel desprecio que le rompió el corazón, frecuentó burdeles, donde aprendió el arte de mover la lengua.

   Puso un negocio: “Se hacen Masajes de Lengua” (Para quitar el stress y poder hacer ciertas tus fantasías.)

   Su primer cliente, Dulcinea Del Esposo, lo dejó agotado. Era limpita, fue una suerte. Pasó su lengua por todo el cuerpo de Dulcinea y la Señora pidió servicios especiales. Su siguiente cliente, Melindre Sobarzo, le dio menos trabajo, era una mujer bien atendida, hizo pedidos exóticos, aprendidos en Oriente. Eran tan profesionales sus juegos, a Darío le resultaba cara conocida, recordó que esa mujer era del burdel donde él se hizo atender, hasta poner su propio negocio.

    El Contador le informó que tenía ciento cincuenta clientes fijas. Tomó unas vacaciones con su Esposa nueva. La lengua no le funcionaba, una vez la mujer se la hundió hasta las amígdalas, usó su dedo acusador para impedir que se ahogara. Ella lo invitó para que usara el otro elemento, que poseen todos los hombres. Darío tuvo temor, que le pasara lo mismo que a su lengua. La hizo feliz tres días, pero después se cansó.

   Viajó en un transatlántico, había más acompañantes, que personal responsable de la navegación. Se cambiaron los roles, ahora Darío era el que pedía que lo sobaran. Él no hacía nada, permanecía en una mullida camilla. Eran todas muy jóvenes y tenían delicadezas que atropellaban sus sentidos.

   Retornó a su Consultorio, tomó masajistas rudos, musculosos y jóvenes. En tres meses, con muñecas inflables, les mostró cómo proceder. Dos de los rudos le pincharon tres muñecas. Él se las hizo pagar, trabajando gratis una semana. Darío abdicó del sexo, andaba con traje y corbata, frecuentaba boliches prestigiosos, donde todos lo conocían. Tomaba whisky y era muy bien tratado por sus propinas generosas.

    Un día, sentado en la barra, se presentó una Señorita, que le besó el cuello. Se indignó y le pegó una trompada que le partió la nariz. Grande fue su sorpresa, la Señorita era su propia hija.

miércoles, 18 de octubre de 2023

CONSIGNACIÓN

 

  Cuando llegó la muerte de mi Padre, mis hermanos al notar que Mamá estaba blanquísima por vivir en departamento y por la ausencia de Papá, optaron por llevarla a lo de su hermana.

   Era un tanto ermitaña y para llegar a su casa, el único camino tenía un severo desnivel, la vegetación era tan densa, que lo hicimos de a pie. Mamá nunca tuvo buenas relaciones con su hermana.

   —¿Por qué vienen aquí? Se parece mucho a que estuvieron conspirando.

   Hubo que convencerla mientras Mamá paseaba en el bosque y le decía a su hermana, Severa, su nombre le iba perfecto:

   —Qué de hermosuras se ven en este lugar.

   La vio tan blanca, que pensó que su hermana iba a morir pronto.

   —No sabés la vista nocturna, desde casa parece que las estrellas entraran por las ventanas.

   Los chicos se quedaron unos días, para practicar cacería. Severa se enojó un montón, diciendo que en ese lugar, estaba prohibido matar todo tipo de animales.

   —Es tan lindo verlos saltar, hay gacelas, ciervos, conejos y ardillas. A veces vienen de visita, les gustan mis bordados y los muy sinvergüenzas los roban para jugar. Lo mejor de vivir apartados, es no encontrar seres humanos. Me gusta estar con mi hermana, hace tanto tiempo de las peleas, disculpen mi repetición, pero la veo tan blanca, tan transparente, que en menos de un mes se nos va, ustedes pueden partir, yo me ocuparé de su Madre.

   Cuando quedaron solas, Severa le sirvió un té, con cianuro y limón.

   —Esta poción te dará más color, es un tazón enorme, tomalo despacio y no convides a los gatos, ellos no lo necesitan.

   Mientras tanto, Severa, con la pala de hacer jardín, hizo un pozo bien hondo y construyó un cajón de roble, era muy hábil en cualquier cosa.

   Cuando entró en la cocina, su hermana tenía el “rigidus mortis”. La llevó en una carretilla, la metió en el cajón, no pesaba nada la pobre y al fondo del pozo la echó. Cubrió con la tierra que estaba blanda, de cuando hizo aquel pozo. Le agregó humus y después le plantó toda clase de flores y un hibiscus al medio.

   Llamó para anoticiar a los hijos, fue triste, porque se trataba de una buena mujer, sin embargo para todos, fue un alivio y una carga menor.

martes, 17 de octubre de 2023

EQUILÁTERO

 

   Pilar, mi compañera de escuela me invitó a su casa, atendió su padre con una sonrisa brillante. Me gustó más su padre que su hija. Nos quedamos estudiando toda la noche, hasta donde no resistí más y me dormí. Alguien me llevó a una cama y me tapó los pies con una manta, cerró la puerta. Escuché que hablaba Pilar con su padre, murmullos discutidos.

   ─No me gusta la compañerita que invitaste, me mira todo el tiempo y no habla.

   Cruzamos un pasillo angosto y besé a su padre con lengua y todo. Le asombró y le gustó, me abrazó, cogimos el resto de la noche. Pilar dijo que me quedara unos días. Igual yo no tenía donde vivir. Debí buscar algo para alquilar.

   Su padre me acompañó y él mismo encontró una casa chica y florida. Pagaba el alquiler, sabía que yo carecía de dinero.

   Le agradecí igual que aquella noche en la cama. A él le pareció mejor usar el piso. Hasta los mosaicos se calentaron. Pilar estaba tan celosa que se acostó con él, lo provocó hasta que lo logró.

   ─No puedo creer que te acuestes con tu padre!

   Pilar dijo que no era su padre, era su primo más grande.

   ─Él me crió, como habrás escuchado como no me di cuenta, desde que era chica, hubiéramos hecho antes lo que hice con vos.

   Ambas son expertas en el arte del sexo. Me quedé con las dos. Ahora somos un triángulo, las risas de las dos me vuelven loco y quiero más y más. Como un perro sediento encontré lo que buscaba.

lunes, 16 de octubre de 2023

AMBOS

 

   La Dora no quería creer, su marido era el padre de más de diez niños del pueblo. La enteraron dos ancianas que dicen todo lo que piensan en voz alta.

   Reunió a sus hijos y les informó que tenían diez medio/hermanos en distintos lugares y que su padre era un hijo de puta. Cuando llegó el marido, la Dora le dijo de todo, de lo que hay y de lo que no hay. Lo mandó a dormir al sótano.

   Fue convocado para hacerse un examen, que tanto él como Dora, no sabían que existía. Allí se pudo comprobar, que el demandado, era el padre de aquellas criaturas.

   Le dio bronca, cuando sintió el odio de todos sobre sus espaldas. Tomó a la Dora por los hombros y le pidió el adn de todos los hijos que tuvo con ella. Dora se negó, sintió herida su dignidad. El marido recurrió a la justicia. Sus pruebas eran los recibos de sueldo, cuando estuvo en diferentes campañas, con la fecha al dorso. Todo coincidía, sus ausencias, la noticia de un nuevo embarazo. El resultado de los adn le dio la razón, los hijos de Dora eran todos de diferentes padres.

   Los dos rumbearon campo afuera. Ambos estaban tristes y furiosos, se abrazaron como viejos amantes. Mientras uno y otro, clavaban sus respectivas navajas allí, donde ambos dejaron de latir.

domingo, 15 de octubre de 2023

TRENES

 

   Hasta hace poco tiempo yo sólo escribía para tirar o perder. Tenía una casita en el fondo, en un tiempo fue silenciosa, hasta que pusieron las vías del tren, que le pasaba por al lado. Temblaba el piso, el techo y las paredes también. Pero, entre mi casa, con esa mujer vanidosa prendida frente al espejo o la televisión, exigiendo más que pidiendo, que le comprara un vestido haciendo juego con los zapatos, también un tapadito con piel, una bikini dorada y una vajilla nueva, para agasajar personas frívolas, sin corazón ni destino que no fuera el dinero.

   Me fui alejando de a poco. Cruzando el jardín estaba ella, en un tiempo se guardaban cosas en desuso, ropa apolillada, sillas sin una pata, libros antiguos llenos de tierra, hasta que un día decidí tirar todo lo inservible, menos los libros que limpié hoja por hoja.

   Con tres tablones resolví una biblioteca interesante. Reparé un escritorio y una silla calesita, que ni sé a quién perteneció. Pasaba el día leyendo libros viejos de mi Abuelo y los comprados por mí, desde lo quince hasta ahora. Sentí el impulso de comenzar a escribir, ya no era para tirar o perder. Ahora me daban ganas de volcar en el papel, historias inventadas de la familia que no tuve, más los padres que no conocí.

    De lugares del mundo que despertaban en mí pasiones desconocidas, los personajes se enamoraban y solían ser malvados y perversos. Las mujeres de la calle, las transformaba en mariposas puras y nobles. Personas que me hablaban despacito hasta olvidar el sonido del paso del tren, que tiraba para abajo cualquier caricia sutil, en discusiones gritadas y otro tipo de agresiones. Tenía mis historias ordenadas en carpetas, por fechas y temáticas.

   —Por favor, Nico, hoy viene gente importante. Quiero que estés a comer, bien atildado y todas esas pavadas que vos decís que yo exijo. Hay un Editor importante, yo le hablé de vos y tus ausencias de escritor.

   Le hice caso, lo conocí al importante, me pareció un tipo que hablaba de memoria. Había sustraído dos carpetas de mi escritorio. Mi mujer seguro le señaló, a lo mejor era su amante. No me importó ni me importa.

   A la semana me llamó el Editor, para mi conocimiento de publicar las dos carpetas. Le pregunté:

   —Sin ninguna corrección y si va bien, dos ediciones?

   El tipo contestó titubeando y dijo:

   —Desde luego, Nico, no hace falta nada, vení por aquí y firmás los papeles. Charlamos un poco del libro y tomamos un champancito, para festejar.

   Era más idiota que mi mujer, eso es un montón.

   Armé la mochila con cuadernos en blanco y las puras biromes, uniball signo 07. Presiento el sonido, preferiría no tener que comenzar mi viaje aquí, en los baldíos que rodean la Estación.

sábado, 14 de octubre de 2023

CARA A CARA

   —¿Vos pensás que con esto me alcanza para las compras del día?

   Él arreglaba el nudo de su corbata y puso esmero. Hizo todo frente al espejo. No la escuchaba, en diez años de convivencia él decidió ausentarse de las protestas, exigencias o reproches.

   Sonó el teléfono, ella atendió, una voz edulcorada pidió comunicarse con él. Le pasó el tubo, decía:

   —Sí, sí, sí, en diez minutos estoy.

   —¿Quién era?

   —La secretaria.

   Ella miró de sol rayo y preguntó por la señorita anterior.

   —Le dieron su retiro por edad avanzada ─tenía cincuenta años, más eficiente que una compu. Ella la conocía sólo por teléfono, pero se entendieron siempre, con respeto y bonhomía.

   La empresa decidió que el personal debía cambiar, gente joven, para dar una imagen nueva.

   Cuando calculó que él ya había llegado a su oficina, llamó de inmediato, atendió la secretaria edulcorante. Cuando él tomó el tubo repitió más de tres hola, hasta escuchar la voz de su mujer. Le decía que la plata le alcanzó para la mitad, él cortó y pidió que no le pasaran ninguna llamada. Cuando entró, taconeando fuerte, con dos bolsitas del súper, la vio: calzas rojas, rubia teñida, con una voz de mariposa cazadora, no tenía más de veinte años. El marido quedó sorprendido por la visita de fuego, antes que le pidiera nada, le advirtió que no tenía un centavo. Ella se fue, no sin antes sacarle la lengua a la señorita buscona.

   Ni bien abrió la puerta de su casa, sonó el teléfono, escuchó a su marido con voz confundida:

   —Me despidieron, querida.

   —¿Por qué razón? ─preguntó ella con voz derrotada.

   —Quieren gente joven en los cargos jerárquicos. Dicen que mi edad es avanzada.

   Comieron en silencio, fideos sin queso y dos mandarinas. Agua de la canilla. Él apoyó la mano en la mesa, ella depositó la suya por encima. Sonó el teléfono:

   —Señor, lo llamamos de la empresa, necesitamos entrenar a la gente nueva, le abonaríamos la mitad de lo que percibía.

   Él cortó y su mujer lo desenchufó. 

viernes, 13 de octubre de 2023

COMO PELUDO DE REGALO

 

   Al editor no le gustó el cuento, no dijo nada porque sabe que estas putas fiestas, me deprimen. Tiene que salir hoy a las 24 Hs, el trato fue así, todos los días.

   Le prometo que me pondré en el verbo, es mejor que muchos adjetivos. Hay excusas, viene mi hijo, su mujer y mi nieto, hace tres días que limpio y me faltan los dos menús, uno me borro y comemos afuera. Hago la sierva, voy y vengo, ventilo, tiendo todas las camas. Los mandados los pediría a Los Mandados, pero te ponen cualquier verdura y cobran como si fuera un frasco de caviar. Vestir de blanco y no saber si voy a entrar en ese vestido.

   Mi hijo me va a pedir masajes en la cabeza y el cuello. Es único, merece que me duelan las piernas. Mi nuera pretende que parezca más joven y me maquilla. Debo aceptar sus buenas intenciones. ¡Suena el teléfono! Se me va a cortar la mayonesa.

   —Hola ¿Cómo está? Justo lo iba a llamar. Mire, acá estaríamos encantados que venga a comer con nosotros…

   —Pero sí, Señor Solari, a las 22 está bien.

   Qué lo parió, encima viene mi Editor, que se invita solo, debe estar solari, paradoja de su apellido. Tendré que esmerarme, le voy a pedir a Dora, que vive en el ostracismo, que me represente la Mucama, con uniforme tradicional, estará chocha, fue Actriz, lo hará perfecto.

   Si mi marido no quiere ponerse traje, por lo menos una chomba blanca y pantalón de lino beige.

   ¡Justo el Editor!, que tiene un corso de contramano, la va de oligarconcho. Y bueno, Dios proveerá, porque yo no doy más. No le dejaré la copa vacía nunca, le tengo que decir a mi flia que brindemos a cada rato, así el tipo se pone en pedo y se olvida de pedirme el cuento de esta noche.

jueves, 12 de octubre de 2023

VAS A VER QUE ASÍ VA A SER

 

   —Señor Rolex, le traigo este reloj de péndulo, perteneció a mi Abuela. Necesito que lo repare, antes de lo posible.

   Ejem…ejem, me dice creer que ser relojero es igual a un médico.

   —El arreglo completo estará fin de mes, tiene partido el péndulo. Esto no se pega y le dará incorrecta la hora.

   Este Señor Rolex, no lo quiere arreglar y yo lo necesito para controlar huevos pasados por agua, duros. Si hoy los chicos vuelven a la hora que dijeron.

   —Cuando termine la tarea, el reloj me lo trae usted. El armatoste es muy pesado y estoy sin auto.

   ¿Por qué hay que controlar la vida de acuerdo a qué me diga el reloj? Las horas, los minutos, el minutero y las campanadas, que evitan prescindir del despertador.

   Suena el timbre, es el señor Rolex, aunque lo de señor lo podemos suprimir. Me dice que el péndulo de bronce, suizo, le atravesó los cristales y no vio dónde cayó, pero que falta, falta. Doy por sentado que no lo arregló, lo destrozó. Dejé los pedazos en el garaje.

   —Usted lo único que tiene de relojero, es su apellido Rolex. Y vuele de aquí, mentiroso.

   —Decime, Roxi, ¿no conocés un relojero que haga bien los trabajos?

   —Es el señor Omega, cuidadoso y cumplidor. No lo podés creer. Si no lo puede solucionar, toma un avión y recurre a su Abuelo que vive en París y su nombre es Patek Philippe. Lo soluciona en tres días y opina que el Omega es una lata inservible. Te lo trae él mismo en una caja forrada en matelassé de seda mullida. Le agrada quedarse una semana, en la casa del cliente, por si existe laguna falla, los repuestos no los cobra, le interesa sólo la perfección de su trabajo. Habla español, si Francia le queda al lado, viste como en 1930, con un sombrero bombín. Hace poco quedó viudo y no lo podía superar. Viste cómo son todos los hombres, es viejo pero su aparato funciona como un reloj. No seas tan remilgosa y lo invitás a tu cama. Tiene veinte años más que vos y sos tan bella que el señor Patek Philippe te lleva a vivir a París. Tené en cuenta que le gusta cambiar de mujer, para no acostumbrarse después, a extrañar. No te enamores, entregate a lo que sea, pero después la cortás. Verás que tu autoestima queda inmune, como funciona un reloj. Tu marido se va a sorprender frente a tu cara de felicidad y tus hijos no te van a conocer. Después volvés a la rutina, encargada ella sí, de romper tu autoestima.

miércoles, 11 de octubre de 2023

HISTORIA CITADINA

 

   La acompañé a sacar pasaje, subimos al taxi con los cinco chicos, cuatro de ella y uno mío. Nos habíamos disfrazado, sombreros y cintas con flores, vestidos largos y alpargatas sucias, ella llevaba sus apuntes y cuatro libros, yo todos mis cartones de Bellas Artes y una maqueta, mientras lo niños hacían lo que mejor saben, que es joder, nosotras hablábamos de unas parejas amigas, que se casaron equivocadas por no usar anteojos. Luego no modificaron nada de tal situación. Tan entretenido que ella volvió de sacar los pasajes y al subir al taxi se dio cuenta que los había perdido. Le tocó al tachero, el hombro, con la punta de una birome:

   —En esta esquina dejame!! ─y lo pinchaba una y otra vez.

   —Acá no se puede, tenés que esperar media cuadra.

   Bajó sin pagar, sin saludar y se llevó sus hijos acaramelados, no tenían nombre los chicos, ella seguía con la punta de la birome y los hacía bajar:

   —Uno, andá, dos, andá, tres, andá, cuatro, vení que te llevo upa.

   Los vi correr y me dio risa, al tachero también. Seguí hasta casa, bajé la maqueta, los cartones, se me voló el sombrero y lo corrí.

   —Buenas tardes, gracias.

   Y escucho al tipo desesperado:

   —Te olvidaste de pagarme.

   —Disculpá, acá te dejo, perdón, chau.

   Y vuelvo a sentir la voz del tachero:

   —¿No te olvidaste de algo más?

   —No, nada, bajé todo.

   El tipo me miró y señaló un rincón de atrás. Mi hijo de nueve meses, hecho un bollito, dispuesto a seguir viaje. Siempre fue muy independiente.

   El querubín tiene ahora treinta y tres años, todavía recuerda que un día lo quise perder en un taxi.

martes, 10 de octubre de 2023

EFÍMERO

   —No lo conocí, envejeció, pero tenía más cara de enfermo, vendió el auto, sacó todos sus ahorros y se hizo nuevos estudios con especialistas en Miami.

   —¿Pero qué tiene?

   Le miré el sombrero:

   —Tiene dos años, o uno, o seis meses, o tres días, eso tiene.

   La internación no me sirve de nada, puedo descansar en casa, caminar despacio, no tomar frío y una sarta de boludeces donde crecerá la ira y voy a morir.

   Hoy te necesito Dios, mis hijos no saben nada, ni quieren saber. Violeta de algo está enterada, bastante, consiguió un auto viejo y me lleva a todos lados. Hace todo por mí, siento que soy una marioneta suya.

   —¿Hace mucho que no lo ves a  aquel?

   —Ayer estaba en el bar, va por la segunda quimio, está pelado pero tiene barba, un fenómeno extraño. Me invitó con un café. Pidió que no habláramos de su enfermedad, lo hacía sentir más enfermo. Usa una muleta y no puede mover un brazo, le quedó estirado hacia adelante y la palma de la mano hacia arriba. Los caminantes le dejan monedas y billetes. Dice que si sale todos los días, gana el equivalente a su jubilación.

   —Lo he visto en varias oportunidades, ahora no le corre sangre por las venas y se le secan partes del cuerpo. El brazo extendido fue el primero que se le desprendió como una rama sin savia. Pasó igual con las piernas, las caderas, el torso y por último perdió la cabeza, hecha astillas.

   Lo único que me quedó fue la voz. Hablo con los solos de las plazas, primero se sorprenden, después nos hacemos amigos. A los yutas les grito cualquier cosa y quedan mareados, a veces disparan hacia cualquier lado y matan inocentes, no les grito más.

   A casa no volví, no tiene sentido, no como, no duermo, mi mujer no me ve y si le hablo haría como hizo siempre, no escucharía. Mis hijos olvidaron mi existencia. Tengo tantos beneficios, entro a la misa del domingo y les grito:

   ─Hipócritas-pedófilos-poné un comedor tacaño y sacate ese disfraz que parecés una puta en carnaval.

   No gasto nada y conozco el mundo en todas sus variables.

   Es tanto más lindo ser alguien que no se nota, que alguien notable. 

lunes, 9 de octubre de 2023

XIE XIE

   Busqué un lugar de difícil acceso, mitad pantanos, mitad bosques, estáticos, cubiertos de humedad, cayendo de sus ramas como sauces lacios. Construí una casa con formato de iglú, ventanas caprichosas, estudiando las entradas del sol para poder asomar mi viejo telescopio, algunas noches estrelladas.

   Me pensé solo, hasta que descubrí una pareja de chinos que pasaron con sigilo, medían un metro y medio e inclinaron sus cabezas.

   —Yo, Chin Tien, esposa, Yo-Yo.

   Me presenté:

   —Soy Uber y me asombra que alguien más viva en este lugar inhóspito, los invito con un té verde de sus tierras.

   —Sí ─aceptaron y se rieron de mi puerta redonda.

   Había que bajar dos escalones, el living era un hexágono, con pisos cubiertos de pieles de oveja y almohadones antiguos. Yo-Yo se enamoró del fogón, salió con sus piernas cortas y ligeras, trajo un juego de té artesanal, con tal rapidez, que me contaron que ellos vivían a unos metros de mi casa, sólo que su vivienda era casi debajo de la tierra, también realizaron un proyecto propio.

   Me sugirieron rodear mi predio con un cerco de cañas, que filtrara el aire y era acorde con el paisaje. Ambos me ayudaron, aprendí lo que es trabajar como un chino. Los tres éramos orfebres, ellos quitaron lo tosco de mis trabajos y me enseñaron el fundamento de la paciencia, para hacer cada pieza.

   Yo-yo y Chin Tien, tenían una hija encargada de vender lo que producíamos en lugares ignotos. Cuando regresaba traía dos conteiners, uno con víveres para un mes y otro con elementos de orfebrería, alambres de oro y plata, piedras preciosas, perlas salvajes,  rarezas de coral y marfil. También moldes del Siglo XIV. Todos hacíamos trabajos a la cera perdida.  

   La hija de mis amigos-socios, tenía el color de la luna, ojos alargados con brillos de noctilucas y hablaba cinco idiomas.

   Una noche de frío cerrado, golpearon a mi puerta y era Toko, la hija de Chin Tien:

   —Me dijeron mis padres que durmiera con vos.

   —Pero tengo una sola cama, Toko.

   Ella me miró con gusto:

   —Tanto mejor, dormimos juntos y el calor se multiplica, mis padres hacen así.

   Toko partía al día siguiente y me invitó a recorrer zonas que no figuran en el mapa. Éramos íntimos amigos, tiempo después fuimos más íntimos que amigos.

   Para un argentino, una china es un premio.

   Para una china, un argentino, no sé qué decir. Tsai Tsien.