El entusiasmo le
ganó a su cansancio, un amigo incondicional encontró una nuez y le sacó fotos
mínimas con su cámara zeiss ikon y máximas. Abrió la nuez con cuidado
científico y descubrió los bajorrelieves y los altos. Amplió todas las
secuencias y llamó a Maru, ella tenía mal carácter, vomitaría la verdad. Abrió
la puerta y entró, las paredes estaban cubiertas de gigantografías.
—No es posible
Jere, tus imágenes son una obra de arte, quiero que sean expuestas, junto a lo
que pueda gestar en volumen. Voy a representar una vagina en primer plano. Va a
pertenecer a una mujercita lejana, como un gran angular ensañado con el sexo
expuesto. Empiezo ya, tengo el lugar que me cedió la Muni de La Plata. Necesito
soledad, el material lo compré con la tarjeta de mi viejo. Ya avisé a todos mis
contactos que no me visiten hasta el día de la inauguración.
—Si querés
dormir y comer en casa, tenés mis llaves.
Ella craneaba
por dónde empezar:
—Gracias, Jere, yo trabajo de una o no trabajo.
Maru talló las
cáscaras de nuez con formón, escoplo y buril, tan inmensas, hasta lastimar sus
manos, le dolían pero lo tomó con humor. Siguió el trabajo mientras se decía:
“Parirás con dolor”.
Para el interior
usó gubias y limas, colgó el nuecero en diagonal al espacio de la sala, a un
metro del piso. La mujercita con muslos que se engrosaban hasta llegar al sexo
relajado, la realizó a la cera perdida. En la antesala ubicó las fotos de su
amigo. Ese trance lo hicieron entre ambos.
Hubo otros
trabajos en diferentes lugares de La Plata. Escultores de alta gama y
Autoridades de la Provincia de Bs As con María Vitral a la cabeza, fueron el
Jurado. El Primer Premio le fue otorgado a Maru Siniglesia y el Segundo, a su
amigo Jere Entrón.
Ambos fueron
aplaudidos, felicitados, besados, aclamados y todos los ados e idos conocidos.
Les entregaron
una bolsita de nueces a cada uno y una botella de gaseosa, para compartir.
Se fueron
taconeando bajito. Maru se indignó:
—¡No nos pagaron
ni los materiales!
Jere también los
insultaba y todos los amigos, acompañaron con gritos la pijotería inaudita del
Jurado. En medio de la contienda, apareció el Cónsul de Francia. Habló con los
artistas y ofreció 700.000 Euros por las obras.
—Tendrán un
lugar definitivo en el Museo de Artes y Oficios de París, compartirán sala con
Mademoiselle Silvie Pineu 1925-1980, Escultora vanguardista. Parece sostener
entre la axila y el brazo una baguette, pero es obvio que es un inmenso pene.
Monsieur le
Cónsul les entregó un sobre con el cheque y otro sobre con pasajes para Maru,
Jere y los amigos más entrañables. Tomaron tanto champagne, obsequiado por la
Embajada Francesa, que Maru dijo unas palabras, para su pueblo de origen:
—¡Devuelvan la
guita, Chorros!