domingo, 1 de octubre de 2023

UN CUENTO MÁS

 

   —Tengo que aprovechar cuando se baña, me meto en el placard para hablar con mis amigos o amigas. Te corto, ya terminó sus abluciones y ahora viene para decirme que lo dejé sin agua caliente. Que agradezca que todavía no lo dejé. Después te llamo. Porque me va a preguntar cualquier verdura, un beso, chau.

   Me pregunta:

   —¿Y si comemos una pizza?

   Todas las noches comemos pizza y no me permite usar ni plato ni cubiertos.

   —Después tengo que lavar la cocina, en cambio así, comemos sobre el cartón y nos quedamos tranquilos.

   Equivale a mirar películas y después hasta mañana. Yo dormí en el sillón de abajo, ella en el dormitorio de arriba. Era una muralla construida por los dos. Ninguno de los dos soportaba nuestros propios ronquidos. Cuando la conocí parecía una mujer tímida, obediente, considerada. Llegamos al ahora, donde me vuelve loco con sus brujerías. Cortó un mechón de mi pelo mientras estaba dormido, lo ató con una cinta negra y luego lo puso bajo mi retrato.

   Tenía ganas de divorciarme, pero no sabía cómo hacer, ni cuándo decirle, ni cómo. Me encontré con su hermana, donde habíamos convenido, le conté todo con pelos y señales.

   —Ponela en su lugar, tratá que no te joda, amenazala, ignorala y después venís a mi casa. Lo importante es que no pase nada entre nosotros, aunque…si pasa, pasó.

   Se refería al primer día que hicimos el amor, nos fue tan bien que nos dio miedo. No sé cómo mi mujer se enteró, me pone hormigas en la cama, nunca más se lavó los dientes.

   Y estoy seguro que me odia como solo las mujeres saben odiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario