Al editor no le
gustó el cuento, no dijo nada porque sabe que estas putas fiestas, me deprimen.
Tiene que salir hoy a las 24 Hs, el trato fue así, todos los días.
Le prometo que
me pondré en el verbo, es mejor que muchos adjetivos. Hay excusas, viene mi
hijo, su mujer y mi nieto, hace tres días que limpio y me faltan los dos menús,
uno me borro y comemos afuera. Hago la sierva, voy y vengo, ventilo, tiendo
todas las camas. Los mandados los pediría a Los Mandados, pero te ponen
cualquier verdura y cobran como si fuera un frasco de caviar. Vestir de blanco
y no saber si voy a entrar en ese vestido.
Mi hijo me va a
pedir masajes en la cabeza y el cuello. Es único, merece que me duelan las
piernas. Mi nuera pretende que parezca más joven y me maquilla. Debo aceptar
sus buenas intenciones. ¡Suena el teléfono! Se me va a cortar la mayonesa.
—Hola ¿Cómo
está? Justo lo iba a llamar. Mire, acá estaríamos encantados que venga a comer
con nosotros…
—Pero sí, Señor
Solari, a las 22 está bien.
Qué lo parió,
encima viene mi Editor, que se invita solo, debe estar solari, paradoja de su
apellido. Tendré que esmerarme, le voy a pedir a Dora, que vive en el
ostracismo, que me represente la Mucama, con uniforme tradicional, estará
chocha, fue Actriz, lo hará perfecto.
Si mi marido no
quiere ponerse traje, por lo menos una chomba blanca y pantalón de lino beige.
¡Justo el
Editor!, que tiene un corso de contramano, la va de oligarconcho. Y bueno, Dios
proveerá, porque yo no doy más. No le dejaré la copa vacía nunca, le tengo que
decir a mi flia que brindemos a cada rato, así el tipo se pone en pedo y se
olvida de pedirme el cuento de esta noche.

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