—Srta Lívida, ¿usted
se preguntó por qué sus cuentos los dedica casi exclusivamente al sexo?
—Dr Bisel, le
voy a tener que contestar gritando, si usted dijo que le hablara a seis metros
de distancia…
—No se haga
problema, no se escucha nada, se fueron todos de vacaciones y no los dejan
volver.
—Dr Bisel, vengo
para que me ayude, no puedo salir del tema, estar en mi casa, encerrada,
escribiendo. !! Quiero cojer!!, con cualquiera, con un cartonero, con un
pordiosero, con el portero, que si no es push up, tiene un bulto, estoy segura
que sirve. Pero todos están en cuarentena. Hoy vi en el bosque de enfrente, dos
que se revolcaban, casi cruzo y me meto en el medio. Pero yo respeto las reglas
y volví a las teclas. Cuando usted me llamó para retomar, me pareció excelente
idea, hasta pensé que usted estaba sin un mango.
—También me
afecta que el trabajo que estaba en vías de resolución, de cada paciente, con
esta situación iban a culear, perdón, fue un furcio, a recular, pérdida de
tiempo y espacio, alzheimerianos repentinos en los más memoriosos. Sentaba mal
precedente como Psicólogo. Srta Lívida, ¿y si hacemos el precalentamiento de
yoga? Póngase en postura y yo la sigo, no sé por dónde empezar.
—Dr Bisel, por
donde quiera, yo prefiero por adelante, no le hago asco a que me monte. Invento
cosas cuando escribo. Soy suya, pero ojo, usted es mío. Vamos de una, ya calenté.
—¡Allá vamos!,
qué cosa, todas mis Pacientes quieren ya. Con lo lindos que son los
prolegómenos. La tengo que curar y espero, para el pago, que abran los Bancos o
los kioscos dedicados.
—¿Puedo venir la
semana que viene?

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