jueves, 9 de agosto de 2018

LÍNEA "C"



   —Tu Papá es pordiosero Chichí, te lo cuento ahora que sos grande.
   Se remontó  a la infancia. —¿Por qué esperaste tanto? Me dejaste fuera de mi historia, tuve un Papá que no murió y si es pordiosero, está vivo, claro, no a la altura de tu elegancia. Yo te admiré más de lo que te quise y ahora siento el derrumbe de esos sentimientos.
   Perla se miró en el espejo al pasar. Tenía fascinación con los espejos que repetían su imagen hasta un infinito. Después se llamaba a sí misma, para no ir tan lejos.
   —Tu Padre lustra zapatos en la línea “C” del subte. Si es tu deseo conocerlo, a mí no me afecta.
   Chichí se vistió dama de honor, tenía el mismo porte de su Madre, no la elegancia, boca rojo sangre, ojos enmarcados en negro, pelo negro, con rulos colgantes y anteojos oscuros enormes. Esperó el subte que nunca tomó y lo vio. Ojos verdes terminantes y color de piel donde el páncreas, agotado, le pedía no más alcohol. Tenía pómulos altos como los suyos y ojos perdidos como los suyos.
   —Buenos Días, Señor.
   Él no la miró, parecía ciego. Esta ceremonia la cumplió tres meses. A comienzos del invierno le tejió una bufanda de cachemir.
   En cuanto lo vio, casi a ras del piso, le envolvió el cuello con la bufanda.
   —Gracias, linda, no la registro, pero sé que es linda, porque me da como un calorcito, cuando la siento cerca…
   Chichí le dejó un sobre entre el betún y su caja. Después de ese momento le dejaba la mitad de su sueldo, todos los meses. Sin decir, porque una vez se ofendió. —¿Qué pretende una chica, de alguien como yo?
   Ella no le contestó.
   Perla no sabía: —¿Y? ¿Ya pasó la impresión de mi noticia?
   A ella la asaltó la curiosidad, pero redujo todo a su menor expresión.
   —Debió ser un hombre muy buen mozo, tal vez necesitó ayuda. El vino es una novia, que él desvirga, cada vez que destapa una botella. Para vos un bochorno, para mí: Papá…

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