Me pidió que
siga en el verano, un artículo para el Diario diario y un cuadernillo, que si
se vendía bien, lo transformaba en libro.
—Me parece un
abuso, Sr Editor.
Se puso verde:
—Por favor, no
me denuncie, ahora está de moda.
El viejo está
confusionista.
—Sr Editor, me
refiero al exceso de trabajo, no tema.
Puso en mis
manos los temas a desarrollar.
—¡Ah, no! Encima
debo obedecer su mandato.
En verano me
gusta nadar, tomar sol, llamar a mi vecino que como no tiene pileta, viene a la
mía. Le alcanzo el bronceador chino y le pido, que por favor, me lo pase por
todo el cuerpo. Tiene manos tímidas, pero boca abajo, abro el corpiño y lo toma
el entusiasmo, sin perder suavidad.
—¿Vos te ponés
así para emparejar? Ya que estoy te paso por los elásticos de la bikini, tengo
suerte, es con hilo dental. Tenés glúteos firmes, no tiembles, ya está. Ahora
se usa broncear las lolas, si te das vuelta, así, así, suavecito, me gustan, no
son compradas.
Sé que se
calienta, yo también estoy recaliente:
—Si nos tiramos
bajo los fresnos, nos enfriamos, tengo un coy de dos plazas.
A ésta la
ensarto, me mira con ganas.
Recorrimos el
jardín y la casa, lo hicimos en la mesa de la cocina, como en las películas, de
pie, en el bidet, en mi cama, es más tradicional, me aburre, en la casilla del
perro, que tirado a nuestros pies nos miraba con ojos de: ¿Qué carajo hacen?
¿Querrán que yo participe? Cuando la idea de la zoofilia se nos pasó, el vecino
quiso que le entregara el culo como despedida:
—Dejá que lo
piense, mañana te contesto.
Y este viejo de
mierda quiere que le escriba artículos playeros, es pijotero el Editor, esto que
pasó, se lo mando como trabajo, le va a encantar.
Seguro que
después de leerlo, se pone a mirar pornos. Chancho.

No hay comentarios:
Publicar un comentario