viernes, 21 de agosto de 2020

RÚBRICA

 

   En medio de una ruta escarpada, el auto se detuvo por algún inconveniente en el motor, o faltaba combustible, agua o aceite. Las ruedas estaban bien. Levantó el capot, pero no encontró nada. Tenía cinco minutos para llegar. Decidió bajar y empujar con toda la fuerza de su cuerpo. De la mano contraria apareció un auto, el hombre frenó y trató de ayudarlo, él tampoco resolvió nada.

   —Lo que podemos hacer, es que venga conmigo, voy a tratar de recular y lo acerco a donde vaya.

   —Me esperan unos amigos, que acaban de recuperar su libertad. Les robaron 25 años de sus vidas y son inocentes.

   —Yo los conozco a todos.-Él lo miró sorprendido-. Eran de por acá, trabajaban en las voladuras para hacer esta misma ruta.

   —Yo le continúo la historia por si usted la ignora. Vinieron de Bs As y se los llevaron, fueron acusados de matar una familia entera, les plantaron pruebas, declararon bajo torturas. Amenazaron con matar a sus mujeres y a sus hijos si no firmaban sus dichos. Dijeron haber cometido esos crímenes. Todos pusieron una cruz, la rúbrica de los analfabetos.

   El que dijo que iba a visitar a sus amigos, fue el mismo que tomó como perejiles, a aquellos trabajadores del olvido.

   El señor que se detuvo a ayudarlo, lo tomó de las solapas y lo arrojó a un precipicio. Se arrodilló y le pidió perdón a dios, aunque era ateo.

   Llegó a los ranchos de la buena gente, fue recibido con chicha y empanadas. Hubo una chinita de trenzas brillantes, que con mucha gracia lo sacó a bailar.

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