A mí me produce
depresión, otros tienen miedo, otros, ansiedad. No sé cómo haré para pagar las
cuentas, todos guardan su impotencia, que no se note, porque van por más y más.
Malú vendió el auto.
—Debo pagar
deudas atrasadas y las facturas vinieron multiplicadas por el doble del mes
pasado.
—A mí me pasa lo
mismo que a vos, siento que tengo la soga al cuello. Mi Marido se fue a vivir
con otra, no porque la quisiera, la mina le pagó 2.000 dólares, para que la
acompañe tiempo completo. Los dos aceptamos, viste cómo es Alfredo. Me pasa la
mitad y algún día nos encontramos para vernos. La cifra que recibo me parece
grande, pero con cinco hijos demandantes, cambia de tamaño y se achica. Tengo
que colaborar con mis Padres, están enfermos los dos. Duermen todo el día, para
olvidar que tienen hambre. A veces les llevo pan y salame, lo van feteando para
que les dure.
Malú tuvo una
entrevista con un Abogado amigo, quiere hacerle juicio al tipo que le alquila,
su amigo le dijo: —La Justicia dejó de existir, Malú, te la tenés que bancar
como hacemos todos.
Una mañana la
fui a visitar. Toqué el timbre y no me atendió, entré por el garaje. —Malú,
Malú!, dónde carajo estás.
Se había colgado
de una viga, miré la banqueta tirada y su cara de niña espantada.
Tomé el revólver
de mi Marido y llegué a la casa, donde vivía con la otra mujer. Ella misma me
atendió, le pegué cuatro balazos y por las dudas, uno más.

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