lunes, 3 de agosto de 2020

KANDEMIA


   A mí me produce depresión, otros tienen miedo, otros, ansiedad. No sé cómo haré para pagar las cuentas, todos guardan su impotencia, que no se note, porque van por más y más.
    Malú vendió el auto.
   —Debo pagar deudas atrasadas y las facturas vinieron multiplicadas por el doble del mes pasado.
   —A mí me pasa lo mismo que a vos, siento que tengo la soga al cuello. Mi Marido se fue a vivir con otra, no porque la quisiera, la mina le pagó 2.000 dólares, para que la acompañe tiempo completo. Los dos aceptamos, viste cómo es Alfredo. Me pasa la mitad y algún día nos encontramos para vernos. La cifra que recibo me parece grande, pero con cinco hijos demandantes, cambia de tamaño y se achica. Tengo que colaborar con mis Padres, están enfermos los dos. Duermen todo el día, para olvidar que tienen hambre. A veces les llevo pan y salame, lo van feteando para que les dure.
   Malú tuvo una entrevista con un Abogado amigo, quiere hacerle juicio al tipo que le alquila, su amigo le dijo: —La Justicia dejó de existir, Malú, te la tenés que bancar como hacemos todos.
   Una mañana la fui a visitar. Toqué el timbre y no me atendió, entré por el garaje. —Malú, Malú!, dónde carajo estás.
   Se había colgado de una viga, miré la banqueta tirada y su cara de niña espantada.
   Tomé el revólver de mi Marido y llegué a la casa, donde vivía con la otra mujer. Ella misma me atendió, le pegué cuatro balazos y por las dudas, uno más.  

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