Nadie sabe qué
es, ni los Médicos. —Dr, necesito saber, el cáncer, su identidad.
El Doc levanta
un sobre, que pasó bajo la puerta del consultorio:
—Desconocemos
este sobre, lo guardo en el fichero con su nombre, vuelva dentro de dos
semanas, no se persiga, de nada sirve.
Durante esas dos
semanas, no le dije a nadie, ¿qué voy a decir, me enfermé de algo? Al final
hablé con Tola.
—Es que vos
fumás mucho, tenés que parar o seguir, no estoy muy segura. Mirá películas
tontas, comé poco, igual más flaca que eso, no vas a llegar ni a preguntar tu
resultado.
Miré el techo
todo el tiempo, no dormí, imaginé mi cuerpo en llamas, yo firmé incinerar. Si
salgo de la tierra, mejor, las cenizas fertilizan.
Fui a las dos
semanas y me atendió casi con pena. Lo leí en el micro, era cáncer nomás. Y de
los que te sacan la vida. Volví a casa, acostumbrada.
Al día siguiente
llamaron del Hospital, el sobre que me entregaron, pertenecía a otra persona. ¡Se
equivocaron! No me alegró, a mí no me alegra nada. Pero es mejor quedarse acá,
que uno conoce todo. Aunque equivocaron de sobre, a Tola no la llamé, que se
quede con la intriga.

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