jueves, 22 de junio de 2017

SE EXTRAÑA


   Piluso, desde que lo conocemos, tiene una nuez de Adán curiosa, sube y baja, como en casi todos los hombres. Él no hacía alusión a su nuez, suponemos que era para que nos olvidemos. No sabíamos sus razones, pero sí notamos que su nuez aumentaba de tamaño. Cuando se ponía nervioso la nuez se le iba a la nuca y por delante quedaba cuello liso. Las gaseosas siempre le dieron náuseas, no tomaba ni birra, pero lo tentaba. Cuando se lavaba los dientes la nuez le daba vueltas, en oportunidades se le instalaba en la zona clavicular.
   —Piluso, enjuagate bien después de lavarte!  Y hacé gárgaras, por el problemita aquel.-Decía la Madre, mientras le tenía la frente-.
    Una tarde de verano, el Rafa, que es el más degenerado y audaz, le preguntó —¿Che Piluso, por qué no nos contás la historia de tu nuez, buscamos en internet y no encontramos nada.
   Piluso tocó su nuez. —Me dio vergüenza y ahora la tengo pegada en la nuca ¿ven?, apoyá la mano.-Me dijo a mí-.
   —Nunca toqué una teta, mirá si voy a tocar tu nuez.
   —Bueno, lo cuento porque no quiero que me suban a face o se comuniquen con Cadenas Solitarias. A los cuatro años, durante una navidad, mi viejo que estaba un tanto alcoholizado, abrió un champán, y el corcho entró en mi boca. “No importa”.-Decía Mamá-.”Respira, está de pie, escucha, no llamen al Médico, le golpeamos la espaldita y todo solucionado”. Quedó estancado y mi nuez pasó a ser de corcho. Me gustó, no había niños con nuez. Hoy me tomo una birra, estoy harto de cuidarla como si fuera una novia linda.
   Se la mandó de un trago. Sentimos unas vibraciones, pensamos en la réplica de un terremoto. Pero no, provenían de Piluso, que con un impulso sobre humano hizo saltar el corcho. Fue un presente de Año Nuevo, saltaba y gritaba 
—¡Ahora somos todos iguales!
   Piluso después, en la cama, con los ojos cerrados, pasaba los dedos por la nuez, que ya no estaba.
  La extrañó.
                                           

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