lunes, 26 de junio de 2017

AL FINAL SUCEDE


   Román era tan romántico que las flores cerradas se abrían a su paso. Al atardecer era la hora de sus paseos. Su primer enamorada fue su madre, que era poeta romántica, a Román le costó mucho esa separación. Su madre lo tenía coptado, hasta  que él comprendió que debía partir o aquello terminaría en un incesto, él se arrancaría los ojos y Yocasta se mataría con la cuchilla de picar perejil. El romanticismo llegaría a sus finales.
   Él escribía negro, tormentas de invierno y asesinatos imprevistos, sin esclarecer. Román decía que él era Poeta, no Detective. Tenía amigos cuyas palabras olían a retamas.
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   Lamento interrumpir el cuento, pero me parece que entraron ladrones, mejor me quedo en el sótano donde escribo. Hay un agujerito. Mi marido, pobre, recibió golpes y debe estar en el piso, el agujero es chico —Ayy!! Se llevan el lavarropas, con el que tengo una excelente relación, no por favor el termotanque no, es invierno. Mirá qué hijos de puta, la heladera, el microondas ¡Y el plasma! Mi mejor vaquero y más.
   Se fueron. Voy a ver al desgraciado. Desmayado, se meó encima del cagaso. Estos golpes no los soluciono con bolsitas. Llené la bañadera de cubitos, fui a comprar rolitos. Logré meterlo, lo voy a cubrir de hielos. Ahora que descanse tranquilo.
   —¡Cómo extraño el plasma! Dejaron el sillón. Me como unas castañas, miro los vecinos de enfrente, que van por su tercera temporada.  ¡Uy! Se me pasó volando el tiempo.
   Abrí la puerta del baño —¡Estás bien?
   No contestó, me llamó la atención su color azul ultramar oscuro.
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   Sepan disculpar,,también robaron mi compu.
                                             

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