miércoles, 27 de septiembre de 2023

HAY DERECHOS

 

   El cónyugue era pequeño, gordito y blanco luna. Rigoberta fue obligada a casarse con él, por su prosperidad económica. Eran tiempos en que lo sugerido se obedecía. Ella soportó reclamos amorosos del gordito, fuera donde fuera y en horas imprevisibles. Rigoberta se recibió de Abogada, su inteligencia y honestidad la llevaron a ocupar un cargo público, donde desarrolló planes prósperos, con el apoyo de gente humilde y trabajadora. Una Evita moderna, bah… Sus incrementos económicos aumentaron. El gordito blanco luna, le producía un asquito agudizado por su trabajo continuo.

   Una noche de odio se brotó por las exigencias del gordito. Tomó la Justicia de la mano, único modo de hacer Justicia. Propuso como juego erótico al gordito, el uso de la cinta de embalar.

   El gordito imaginó porquerías nuevas y se entregó. Llegaron las Fiestas, Rigoberta le dio a su marido forma de lechón encintado y lo mandó cocinar en la Panadería. Al asador le dio miedo el formato del lechón, pero teniendo en cuenta la rigurosidad justiciera de la Doctora, lo hizo. Los invitados terminaron la comida elogiando el valor nutritivo porcino. Varias amigas, de maridos obesos, le pidieron la receta. Rigoberta describió con verdad, el alimento. No le gustaba mentir.

   Al año siguiente, casi todas sus amigas enviudaron.

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