—Están los dos boletos
del tren, salen a la tarde.
El Hombre dejó
de cocinar, la Mujer abandonó la birome. La Mujer con voz de Sisebuta: —¿Cómo?
El acuerdo era que nos quedábamos todos, yo estoy bien así, es como si recién
empezara, el rompecabezas está, me falta armarlo.
Debe creer que
el Editor, que soy único, porque estoy solo, como lo que su Marido hace, a las
papas fritas les pone azúcar, al chocolate sal y yo me lo banco. Mi tiempo
transcurre deshaciendo los bollos escritos, que ella tira en el canasto y son
muy buenos, mejor que ese rompecabezas lleno de personajes y acciones que
ignoro cómo podrá conectar, tan ridículo. Sus pensamientos son patéticos.
El Hombre viene
con un cucharón en la mano:
—Somos tres, el trato puede sufrir una alteración,
usted se va y nosotros nos quedamos, es un gran beneficio, le queda un boleto
demás, uno para el viaje y otro de recuerdo.
El Hombre dice
cosas absurdas y obviamente me está faltando el respeto. —Vea Grandulón, esta
casa es mía, tuve la generosidad de invitarlos a vivir conmigo. Uds me pagaron
la mitad de la casa. Esa plata me la gasté. Como Editor de la Novela que
escribe su Mujer, pensé que nos íbamos a ganar un dinero satisfactorio.
Sisebuta escuchó
todo y abandonó sus escritos: —Se me ocurrió una idea, voy a escribir su vida.
Usar todo lo que me contó de su infancia, su Padre abusador, su Madre narco.
Esa Tía ninfómana, que lo hacía dormir con Ud y alguna amiga. ¿Qué me dice?
De bronca quemé
los boletos. —Si Ud sigue con su tema anterior, sin involucrarme en su Novela,
nos quedamos los tres como al principio.

No hay comentarios:
Publicar un comentario