sábado, 29 de junio de 2019

CONVENIDO



   El robo a Crisanto y Martirio no lo planificó nadie, fue el azar. Las condiciones del delincuente eran de hambre, frío y soledad. La casa elegida tenía dos vecinos, a una distancia donde no llegaban voces ni gritos. Martirio le propuso a su marido invitar a los dos matrimonios a su casa, unas copas, bocadillos, música neutra.
   —Vamos, Crisanto, estamos muy solos. Vos te vas todas las mañanas a un trabajo que desconozco y veo que no guardás interés que lo sepa. Siempre convinimos en estar juntos, pero conservar nuestra independencia de acciones, criterios. Un ejemplo es Pituca, la perra que me acompaña adentro y vos la echás afuera para que cuide, yo me pregunto ¿qué cuide qué? Si no tenemos nada, una cama, una mesa, un ropero y el anafe. Vos sabés que trabajo en dos comedores y un merendero. Por lo menos estoy con los niños que no podemos tener.
   Ella sintió que Crisanto  sufría. —Vamos a dormir, Martirio y te propongo jugar con nuestros cuerpos, sin premura, aunque no lo hablemos, conozco tus zonas erógenas suaves y sutiles. ¿Por qué no será hoy, el día de tu  embarazo?
   Antes del amanecer escucharon la puerta que se abría, vislumbraron una silueta alta, flaca y encorvada. Un rayo de luz convergía en un revólver más chico que su mano.
   —Es por seguridad que traigo esto, no es mi oficio, no tiemblen. Necesito todo el dinero que tengan, tarjetas, documento, el de Ud. -Señaló a Crisanto-.
   —Prometo en diez días, devolver lo que me llevo.
   Crisanto le entregó una caja con fajos gruesos de dólares y a su mujer le pisó un pie, para que no agregara nada. El ladrón sin oficio, puso la caja en una bolsa de arpillera. —Adiós, mis queridos salvadores, nos vemos.
   —Nunca quise preguntar, pero esto se sale de lo que estipulamos, ¿de dónde carajo juntás semejante cantidad de dinero?
   Crisanto miró el piso y murmuró: —Menos averigua Dios y perdona.
   Martirio no le habló durante mucho tiempo, incluso posterior a la devolución conmovedora del ladrón sin oficio. Les regaló un tele, una compu y un microonda. El dinero completo en su caja de origen. Pasaron tres meses y abrió la boca: 
—Estoy embarazada de cuatro meses, acá te traigo las eco, quiero un abrazo y que Pituca viva adentro. Pudiste comprobar que no cuida mucho que digamos.
   Los vecinos de las dos casas lejanas, vinieron a felicitarlos por la llegada del querubín. En una de las parejas, el marido era flaco, alto y encorvado, traía en su mano un osito, más chico que su mano. Su cara dibujaba terror, era el ladrón sin oficio, en cuerpo y alma.  

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