El robo a
Crisanto y Martirio no lo planificó nadie, fue el azar. Las condiciones del
delincuente eran de hambre, frío y soledad. La casa elegida tenía dos vecinos,
a una distancia donde no llegaban voces ni gritos. Martirio le propuso a su marido
invitar a los dos matrimonios a su casa, unas copas, bocadillos, música neutra.
—Vamos,
Crisanto, estamos muy solos. Vos te vas todas las mañanas a un trabajo que
desconozco y veo que no guardás interés que lo sepa. Siempre convinimos en
estar juntos, pero conservar nuestra independencia de acciones, criterios. Un
ejemplo es Pituca, la perra que me acompaña adentro y vos la echás afuera para
que cuide, yo me pregunto ¿qué cuide qué? Si no tenemos nada, una cama, una
mesa, un ropero y el anafe. Vos sabés que trabajo en dos comedores y un
merendero. Por lo menos estoy con los niños que no podemos tener.
Ella sintió que
Crisanto sufría. —Vamos a dormir,
Martirio y te propongo jugar con nuestros cuerpos, sin premura, aunque no lo
hablemos, conozco tus zonas erógenas suaves y sutiles. ¿Por qué no será hoy, el
día de tu embarazo?
Antes del
amanecer escucharon la puerta que se abría, vislumbraron una silueta alta,
flaca y encorvada. Un rayo de luz convergía en un revólver más chico que su
mano.
—Es por
seguridad que traigo esto, no es mi oficio, no tiemblen. Necesito todo el
dinero que tengan, tarjetas, documento, el de Ud. -Señaló a
Crisanto-.
—Prometo en diez
días, devolver lo que me llevo.
Crisanto le
entregó una caja con fajos gruesos de dólares y a su mujer le pisó un pie, para
que no agregara nada. El ladrón sin oficio, puso la caja en una bolsa de
arpillera. —Adiós, mis queridos salvadores, nos vemos.
—Nunca quise
preguntar, pero esto se sale de lo que estipulamos, ¿de dónde carajo juntás
semejante cantidad de dinero?
Crisanto miró el
piso y murmuró: —Menos averigua Dios y perdona.
Martirio no le
habló durante mucho tiempo, incluso posterior a la devolución conmovedora del
ladrón sin oficio. Les regaló un tele, una compu y un microonda. El dinero
completo en su caja de origen. Pasaron tres meses y abrió la boca:
—Estoy
embarazada de cuatro meses, acá te traigo las eco, quiero un abrazo y que
Pituca viva adentro. Pudiste comprobar que no cuida mucho que digamos.
Los vecinos de las
dos casas lejanas, vinieron a felicitarlos por la llegada del querubín. En una
de las parejas, el marido era flaco, alto y encorvado, traía en su mano un
osito, más chico que su mano. Su cara dibujaba terror, era el ladrón sin
oficio, en cuerpo y alma.

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