La Dora no
quería creer, su marido era el padre de más de diez niños del pueblo. La
enteraron dos ancianas que dicen todo lo que piensan en voz alta.
Reunió a sus
hijos y les informó que tenían diez medio/hermanos en distintos lugares y que
su padre era un hijo de puta. Cuando llegó el marido, la Dora le dijo de todo,
de lo que hay y de lo que no hay. Lo mandó a dormir al sótano.
Fue convocado
para hacerse un examen, que tanto él como Dora, no sabían que existía. Allí se
pudo comprobar, que el demandado, era el padre de aquellas criaturas.
Le dio bronca,
cuando sintió el odio de todos sobre sus espaldas. Tomó a la Dora por los
hombros y le pidió el adn de todos los hijos que tuvo con ella. Dora se negó,
sintió herida su dignidad. El marido recurrió a la justicia. Sus pruebas eran
los recibos de sueldo, cuando estuvo en diferentes campañas, con la fecha al
dorso. Todo coincidía, sus ausencias, la noticia de un nuevo embarazo. El
resultado de los adn le dio la razón, los hijos de Dora eran todos de
diferentes padres.
Los dos
rumbearon campo afuera. Ambos estaban tristes y furiosos, se abrazaron como
viejos amantes. Mientras uno y otro, clavaban sus respectivas navajas allí,
donde ambos dejaron de latir.

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