Me invitaron a
Bs As, para dar un recital.
La fecha
acordada, sábado 24 a las 22 hs.
Se realizó en el
Teatro Colón, el mejor de Argentina. Hay en el mundo, teatros superiores, los
Argentos tendían a la exageración en sus autoelogios. Resultaba gracioso que su
propia realidad los contradijera. Ejecuté en tiempo y forma. El público me
aplaudió ni bien apoyé un pie en el escenario. Alguien me explicó que para
ellos yo era una figura de nivel internacional. Hay tanto idiota con “nivel
internacional”, que para mí no era ningún elogio. Al concluir el concierto, con
sus exigentes cuatro bises, me aplaudieron de pie, les salía espuma de la boca,
me arrojaron flores plásticas, subieron al escenario en temerario montón,
arrancaron los botones de mi saco, incluídos los de la bragueta, me quitaron
los zapatos, las medias y entre cuatro mujeres, el pantalón entero, cuando
vieron los botones de mis calzoncillos los llevaron junto con una manga de mi saco.
Una loca me arrancó mi querido jopo y sangró mi frente. Siguieron con el piano,
le arrancaron las teclas negras y las blancas. Cinco forzudos serrucharon la
noble madera donde decía Steinway. Luego de ser ovacionado, ultrajado, robado y
lastimado, me pasaron por encima. Yo tirado en el escenario y la gente tomando
fotos de lo que quedó de mí…
Sonó el
despertador, estaba sobresaltado, tenía taquicardia. Salí sin desayunar, estaba
prohibido entrar tarde. La tercer llegada fuera de horario me dejaban cesante.
La de este día fue mi segunda. Recordé lo que soñé anoche y pensé que mis
aspiraciones de fama, fortuna y talento, eran peor que laburar en este Call Center,
donde ni bien llamás a alguno, te putean, mínimo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario