martes, 28 de marzo de 2017

CULTURA ES LO QUE ES


  La compró sin saber, eran 1500 hectáreas y en el medio la casa, cinco vacas locas y un tractor viejo que no funcionaba, lo compró a su amigo Jorge Luis, casi un hermano. —El campo es gordo, bueno, la casa la diseñó mi hermana que hizo el curso “Para Que Una Casa Le Impresione”.
   El tractor anda fenómeno y las vacas dan leche. Jorge Luis, para charlar un rato, bueno, era tan pesado y aburrido que daba sueño.
   Mandó dos peones jóvenes con manos ásperas de tierra de trabajo duro y constante. Los mandó cocinar para ellos y para él. Un guiso de abuela ingeniosa. Los hizo pasar al comedor —Afuera está lleno de mosquitos, tomen asiento.
   Miraban la vajilla asombrados —Eran cosas de mi Abuela, hagan uso de todo lo que necesiten.
   Luego volvió a conservar la distancia que corresponde con el personal. Hacían trabajos imposibles, rotularon la tierra de mil quinientas hectáreas en una semana, con herramientas oxidadas. Ordeñaban las cinco vacas. Él dormía por fin sin sonidos de motos, ni autos, ni sirenas, ni peleas callejeras sangrientas y gritadas. Lo despertaban los cinco mugidos en la ventana. Las vacas hicieron un camino pezuñado, directo a sus postigones. Llegó a la matera y ya estaban los peones cebando despacio.
   El más chico preguntó con inocencia —¿Usted Patrón sabía que lo pagó cuatro veces más de lo que vale?
   —Nosotros solos sabemos eso, fuimos sus peones, él su amigo  casi hermano, deseaba prescindir de usted, sumar sus bienes a los suyos. Nos daba una cifra generosa para matarlo a usted, ya vimos que es un santo y haremos lo que usted quiera, va incluido nuestro juicio. Jorge Luis se invitó a tomar un Whisky  a las 19 hs quiere que nosotros estemos presentes, cree que vamos a entrar en acción.
   El más grande se persignó y dibujó con el dedo una cruz en la boca y otra en el piso —Por mi Madre se lo juro, no somos cultos, pero tampoco idiotas.
   Dos sillones enfrentados, Jorge Luis en uno y él sin poder hablar. Tomaron dos whiskys, los peones, como estatuas, cobraron vida. Sacaron sus armas, un peón mató a Jorge Luis, el otro a él. Ambos quedaron en el piso, sobre la cruz. Los disparos fueron certeros.
   Los peones tenían contactos políticos y salieron libres de culpa y cargo. Beneficiarios de sus finados patrones, según papeles truchos, los declararon únicos herederos. 
                                              

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