lunes, 27 de marzo de 2017

EL REY DEL MAMBO


   Él no tenía que agradecer nada a nadie, excepto a su Madre, que lo trajo al mundo. Tampoco estaba seguro de agradecer a su Madre.
   Ahora bajo la lupa de una Secretaria Privada que le impusieron, la Señorita Laura Seguila, leía todos y cada uno de los expedientes del Dr Chiquisuela, con detenimiento usaba un resaltador color amarillo. Aquello que le parecía poco claro, confuso o francamente delictivo, lo llevaba al Congreso. El Dr Chiquisuela no se daba cuenta que tenía una Secretaria igual a Margaret Tatcher en su mejor momento. Siguió haciendo de las suyas y de las de otros.
   Fue llamado a declarar. Se sintió enfermo por el escaso tiempo que le dejaban para decolorar.
   El mismo día que firmaba la escritura de una casa, igual a la de los Príncipes de Holanda. Pegada al Riachuelo, donde arrojaron treinta toneladas de cloro y un barrefondo de medio kilómetro para mantener una cierta transparencia. Chiquisuela se presentó en tiempo y forma, con su abogada y Secretaria personal, Laura Seguila.
   Declaró en su contra, de bestia que era. Laurita blanqueó que estaba allí por orden del Gobierno.
   El Dr pagó una cifra notable y salió en libertad sin condición.
   Fue derecho a firmar la escritura de la nueva casa. Se comunicó con dos Policías, que debían encontrar a Seguila, darle muerte, era un trabajo fácil. Lo cumplieron y arrojaron el cadáver frente a la casa de Chiquisuela. Flotaba y no iba a ningún lado. Los Policías abocados al caso, fueron los mismos que la mataron.
   Trabajaron duro, ni un rastro, ni una pista. El caso quedó cerrado.
   No se puede abrir la cosa juzgada. En este país hay llaves de sobra para abrir cualquier puerta. 
                                                            

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