Le cuidaba el
auto y limpiaba los vidrios. —Mire Sr, no voy a poder cuidar más su auto, mi
socio consigue flores del vivero de su Abuela, ella nos regaló tres baldes
nuevos y usaremos esta esquina para venderlas, no se me enoja, ¿no?
—Te va a ir bien, porque naciste bueno y mi gorro abriga, te lo regalo.
—Te va a ir bien, porque naciste bueno y mi gorro abriga, te lo regalo.
Lo miraba en las
mañanas grises y esas flores pintaban la vida por un rato. Compró pinceles para
hacer cuadros de las flores del niño, cuando secaban, bajaba y le regalaba sus
obras, desfasadas de colores plenos, con direcciones exóticas. —Ubicalos en
esta carpeta para que no se arruguen, son para vos, cuando termine una docena,
las vendés, si querés.
Él era pintor de
toda la vida, muy bueno, pero nunca mostró su obra. El niño tomó la carpeta
como santas escrituras: —Le agradezco con mucheces, Sr, pero vamos miti y miti
o no quiero.
Le dijo que era
una buena idea, le dio risa el orgullo del niño, también respeto. Estaban firmados
con el nombre del niño.
—¿Qué te parece hacer
una exposición rodante por la Legislatura, Casa de Gobierno, Municipio, todos
esos lugares que propician la pobreza? Conozco gente, de la buena gente, que
nos permitirá entrar a las oficinas. Acá te traje ropa mía de cuando tenía tu
edad, para lukearte de pintor de pincel fino.
Él realizó
veinticinco pinturas más y una mañana salieron al recorrido. El carpetón lo
llevó el niño y él fue de curador. Los recibieron bien y les compraron obras,
miraban al niño como a un genio. La noticia boca a boca, produjo trabajos por
encargo. Como el Sr no quiso aceptar la mitad del milagro, el enano pidió a
cambio, que le diera clases y preguntó qué materiales debía comprar. Le pagaba
por clase y en cinco años superó a su Maestro. Ganó concursos prestigiosos y
tiempo más tarde se instaló en Canadá. Llevó a toda su familia. Su primer Maestro,
que era un hombre solo, lo visitaba para las fiestas. Volvía con su maleta y lo
sorprendían cheques ocultos en medias y cartas de agradecimiento. Sugería y
esperaba, que su Mecenas siguiera pintando. Como hizo él.

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