—Pochito!, estás
hecho un pibe.
—Ojalá fuera
cierto, pero me presenté para un cargo de Gobierno y por sugerencia de Choli,
¿te acordás de Choli?
—Inolvidable tu
mujer, adivino que te mandó unos touches de botox.
(Silencio
nostálgico). —¿Y vos, cómo vas, Tincho?
—Yo, todo bien,
como dicen todos, ando en bicicleta, vendí el auto, me separé, los chicos están
desparramados en el Mundo, ni sé dónde están, excepto el Jose, que piensa que
mi casa es suya y hace fiestas tan abominables, que me pide que duerma en lo de
mi vieja. En breve se irá como los otros.
(Hubo un
silencio, para comer ese relato).
—Contame lo del cargo de Gobierno, que es más
divertido que mi historia, Pochito.
—No creas, mi
vida es insalubre, empezando por Choli que vive comprando con una colección de
tarjetas, que pago yo. Tincho, no sabés lo que es este Gobierno, para el cargo
que quiero, tendría que ser un mafioso. No está todo perdido. Tengo un casi
amigo, mitad mafia, mitad persona. No tenemos hijos, quise adoptar un tucumano
y mi mujer casi me mata, sólo por la idea, correrse del centro de mi horizonte
le produce vértigo y hacerse cargo de alguien “desconocido”, así le llama a un
chiquito adoptado, “desconocido”, la mataría. Te digo que más de una vez pienso
por qué no se muere.
Tincho soltaba
el manubrio y le palmeaba la espalda.
—Qué te parece
si un día rompemos el empapelado que nos tapa y vamos a emborracharnos a un
lugar de coperas y minas que parece que te franelean a vos, pero en realidad es
a una barra.
—Tincho, siempre
tuviste imaginación para las acciones bizarras, pero ésta me hace tan feliz,
que quiero que lo hagamos esta noche.
—Sabés que me
viene fenómeno esta noche. El Jose hace una fiesta abominable. Esta vez me
borro divertido y me salvo de mi vieja. Paso por tu casa con un remisse y te
espero en la esquina. Sé puntual, porque estos guachos no apagan el reloj,
viste cómo es…

No hay comentarios:
Publicar un comentario