martes, 17 de julio de 2018

EN HOLANDA



   Los condecoraron luego de recibir educación militar. Los Padres respetaron sus deseos de entrar en la Marina Mercante, temiendo el consabido y obvio: “una novia en cada puerto.” Cuando los despidieron les recordaron que la educación era el primer paso de un hombre digno. Los jóvenes rieron por dentro aquel consejo melindroso y aburrido.
   Ni bien la corbeta tocó Le Havre, Pierre y Frido tomaron un tren a Holanda. Compraron tulipanes y entraron en confianza con dos lindas señoritas, quienes recibieron un ramo de flores cada una. Frido dijo a Pierre: —Si aceptaron de tan buen grado los ramos, seguro que son rameras.
   A Pierre le encantó la conclusión de su amigo. 
   —Las podemos llevar a nuestro bed and breakfast y echarles unos polvitos marineros.
   —Sííí, es eso lo que más ganas tengo.
   Frido, ante la sola idea, sufrió una alteración de tiempos, olvidó el habla holandesa y usó el más puro porteño: —Ché papusa, mucho gusto, mi nombre es Frido y tengo un lugar en mi cucheta, para no dormir hasta el alba.
   Sobre la propuesta de su amigo, Pierre se presentó, hizo una aclaración: —Mi cucheta queda debajo de Frido, pero no se escucha nada.
   Las señoritas en cuestión, tenían los ojos desorbitados y los rostros descompuestos. 
   —Mi nombre, es Susana y el de ella, Dafne, somos argentinas y este viaje nos lo brindaron nuestros padres, ambas conchetas, paridas en countries cerrados. Esto es lo último. Usaremos los medios computeadores, para que el mundo entero sepa que hay dos clases de argentinos, Uds y nosotras.  

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