jueves, 19 de julio de 2018

LA COMEDIA DE LA VIDA



   Hago que estoy bien, me río y todo. Pero estoy triste de toda tristesitud, pobrecita yo, egoísta insalubre, hasta pensé en suprimirme, soy cagona, no puedo o mi inconsciente tiene esperanza.
   —¿Porqué me hacés y te hacés esto?...hay chicos de tu edad…
   Dice mi Madre, que se casó por deber y nunca supo ¿cómo se va a morir sin saber?...
   Escucho el galope de mi Padre, en esta comedia, él se baja del caballo y recita el papel que le ha tocado en suerte. —Pepa, es un degenerado, él te hablará el mundo que inventó, para que creas en sus certezas. Repará por un segundo que es un viejo desconocido, pensá, tenés que pensar, no podés no pensar.
   Me da pena mi Padre. Hay dos cosas que amo, escribir y Sebastián, nada más existe. Nos vemos con prismáticos, lo saludo de día cuando corre la cortina. Vivimos en edificios separados, pero él me enseñó que nos espejan los cristales, y nos une el viento que imita sonidos sin final. —¡Pepa! Bajá las cortinas, hoy coinciden las guardias de tu Padre y las mías. Te vas a quedar sola, hay comida en el freezer. Trabé todas las ventanas, escuché que habrá vientos y lluvias. Fuertes, muy fuertes.
   Espié por la banderola del baño y está ahí, con el agua que le cae en el sombrero. Tengo ganas de bajar y acompañarlo. Me pongo al lado. Pasa el Diarero: —Pepa, ¡qué lindo que tu Abuelo te acompañe a mirar la lluvia!
   Nuestras manos se tocan, él se avergüenza, yo lo agarro con fuerza, lo miro y él, ya sabe. Caminamos juntos, nadie repara en nosotros, porque él es viejo y yo parezco su nieta, que lo amará para siempre. Aunque no esté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario