domingo, 30 de julio de 2017

LA TÍA CLOTA


   La galería era una L, daba a un lugar parecido a un jardín. Le corrían un toldo al cual yo le tenía terror. Quedábamos en la semi-luz de una siesta convertida en charlas murmuradas. Todas tejían y admiraban a Mirtha Legrand. Volvían a correr el toldo al atardecer, lloraba yo, lloraba de miedo y ellas se reían de aquella niña triste y melindrosa.
—Hoy viene la Tía Clotilde, no me hagas pasar vergüenza, no le digas “bruja andate”.
   Y apareció cuando venía el secado pos baño, mi abuela, continente de mis miedos no estaba. Cuando vi su cara con rayas que se unían en el entrecejo, no encontraba su boca ciega de frunces con dos barridas de rouge finiticas.
   —¡¡¡Abuela!!!, ¡¡la Tía Clota me va a comer!! Veníííí.
   —Mirá lo que son los chicos, Clara, dicen lo que piensan.
   Yo a esta edad no pienso, sino me hubiera ido a la mierda y chau toldos, Clotas brujas y Abuelas condicionales.
   La Tía Clota era bruja y mentirosa, tenía voz de hombre. En el ahora, que tengo su edad la comprendo, pero no la quiero.
   Miro mi cara al espejo y soy igual a la Tía Clota, exacta. 
                                                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario