Le hacía de
modelo desnudo, mientras él preparaba pinceles, espátulas y él respiraba
trementina, lo miraba —Sacate los calzoncillos también, hoy vamos a un esbozo
que implica tu cuerpo completo.
Cuando concluyó,
el modelo quiso verse en la tela —Paul ¿Yo soy el hombre que camina un sendero
y se lo ve chiquito, como una sombra? Soy una nada, si no hacías esa pequeña
pincelada negra.
Paul le contó la
historia del hombre, era carenciado, llamaba a todas las puertas pidiendo “Una
limosna, por favor”. Le llevaba a su mujer lo ganado, ella decía “Con esto no
hacemos nada”. El hombre propuso que hicieran yoga y meditación “Eso es
revertir nuestra situación de indigentes”. Se pusieron flacos como hilos,
abrazaban a sus hijos, temiendo que se enredaran en la tanza de los barriletes.
Él lo miró, como
Paul Cézanne hacía con él.
—El hombre pequeño que vos señalás sos vos mismo, vi tus costillas de yogui y a tu fiel mujer. Sos un gran hombre, sólo que de lejos, todos parecemos chiquitos.
—El hombre pequeño que vos señalás sos vos mismo, vi tus costillas de yogui y a tu fiel mujer. Sos un gran hombre, sólo que de lejos, todos parecemos chiquitos.
—Tengo un regalo
para vos.
Y le entregó el
paisaje del hombre lejano.
—Si van a París, pueden sacar un buen dinero.
—Si van a París, pueden sacar un buen dinero.
Fueron, pero
ninguna galería ni particulares, dieron un centavo por la obra.
Volvieron
famélicos y le contaron al pintor.
—Les pido una semana, ya van a ver, esos analfapintores.
Trasladó toda su
obra a un curador amigo que ofreció un lugar inmenso. Vendió todo a precios
millonarios. Pasó por el hogar de la flia modelo y les dejó la cuarta parte. —Me
voy volando porque tengo que visitar a Vincent Van Gogh, sé que es un maestro
genio, quiero que me enseñe, dicen que está loco. Mejor, debe enseñar con
libertad.—Les pido una semana, ya van a ver, esos analfapintores.
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