A los lados del
Municipio construyeron dos torres, que superaban la altura del Palacio, del más
puro estilo escandinavo. Roco vivía en un primer piso, colindante con los
mamarrachos tapa-cultura.
—Todos los días
piquetes bajo mis ventanas, les regalan un sándwich de chorizo, por eso van. El
olor a cubiertas quemadas me invalida el haber largado el pucho. Jere, trabajo
diez horas por día, no tengo tiempo ni para lavar el auto.
El chico tiene
doce años, pero parece de nueve. —Yo se lo lavo, Roco, a mitad de precio y nos
sentiremos orgullosos los dos, ¿sabe que abrí su baúl y olvidó bajar unas
bolsas de consorcio gruesas, fuertes? Mi papá traslada pescado y putea por las
que le venden a él, se rompen en la primera carga.
—No te
preocupes, Jere, llevate el paquete, en una semana te traigo más.
—Mi viejo no
sabe cómo agradecerle, casi llora cuando las vio.
—Decile a tu
viejo que el mejor regalo recibido, sos vos, Jere. Que tiene un hijo regenial.
—Perdone Roco,
eso no se lo digo, es capaz de llorar. Está muy sensible.
Unos amigos,
conchetos, de Roco (con dineros bien habidos) preparan ollas gigantes con
alimentos nutricios. Dan almuerzo y cena, a todo el que se encuentre en
situación de calle. Pidieron ayuda a Roco para manejar el transporte. Jere se
condolió porque a su amigo le llegaban las ojeras hasta el piso —Somos
amigos.-Dijo Jere- Yo lo ayudo en el reparto.
—¿Pero vos no estás en
situación de calle?
—No Roco, a mí
me gusta la calle, hablo con la gente, limpio autos para llevar unos manguitos
a casa. Tengo techo, de lata, pero techo. Mi Mamá nos hace sopas, inventa
comidas, es mágica la vieja. Ud dirá que soy un maricón, pero cuando veo gente en situación de calle, como dicen
Uds, lloro y me tapo con diario viejo para que nadie se burle. ¿Te puedo tutear
Roco?

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