—Sordo por
completo, si un auto le toca bocina, él no la escucha, por eso esa caída tan
fea en la mitad del paragolpes del tipo, incrustado en su pierna derecha,
infección alrededor. Luego de un año, le ordeñaron el pus y medio paragolpes
regresó al auto del embistente. El médico observó el oído derecho, le llamó la
atención que podía ver el izquierdo con la luz del consultorio. —Si te duele
algo, levantás un dedo.
Apoyó sus dedos
en la glándula —¿Te duele?
—Doc, no lo
puede escuchar, hágalo con mímica, así algo entiende.
—Sra Zapalleti,
su hijo tiene un túnel que atraviesa el temporal. Los conductos auditivos están
desconectados. Hay subtúneles que obstruyen la porción timpánica, que descansa
sobre la mandíbula, con seguridad podrá escuchar por la boca.
—Sra Zapalleti, ¿cómo
higienizaba los oídos de su hijo?
—Ah, Doc, de eso
tiene que estar tranquilo, desde que nació le echo unas gotas de detergente con
bicarbonato. Observé que con una aguja de tejer y un pañuelito atado, si lo
introducía por la derecha salía por la izquierda, quedaba como encerado, luego
de los enjuagues con agua de rosas. Un perfumito tan rico. Ningún bebé tenía
así los oídos.
—Bueno, Sra, la
cirugía es mañana. En una semana necesitamos la cama, así que le daremos el
alta.
—Gracias,
Doctor, soy maniática de la limpieza, tendré que higienizar el interior de su
boca, cuerdas vocales, lengua. Le dejaré la boca como los oídos.
—Disculpe que me
vaya Sra Zapalleti, pero me dieron vahídos.
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