—Miramos todas
las capitales del mundo, ¿lo cierro?
—Sí lo sé de memoria dejá que yo lo pliego.
Sus manos tenían
puntadas pertinaces, el hermano sintió que de los dedos de ella colgaban
pelitos incoloros. Se le pegaron en el brazo.
—Hasta mañana, Nube
Incolora.
—Hasta mañana, Sapo
de Otro Pozo.
Ella tenía nubes
de pelo que no le permitieron pasar el cepillo de dientes. Durmió bien cuando
pudo, si el pelo le crecía en todo su cuerpo, dolía. Durmió igual hasta que le
faltó aire, el pelo se enroscaba alrededor de su cuello. Entró el hermano para
desayunar, lo único que su Padre, autoritario, les “permitía” hacer juntos.
Dejó la bandeja
sobre la alfombra —Ya está, Nube Incolora, salí del edredón, sino te saco yo
con tironcitos de pelo.
Cuando se acercó
sólo asomaban pelos y más pelos, demasiados. Al fondo estaba ella ovillada
entre aquel desatino. Le asomaba el dedo meñique y una rodilla. El hermano la
tomó en brazos y con las manos le vació la boca para que pudiera hablar —No le
cuentes a nadie, menos a Padre, llamá a la Escuela y decí que pusieron una
bomba, no tengo más faltas. No soportaría que nadie me viera así. Cerrá con
llave y guardala. El hermano la miró al irse. Vomitó por una ventana. Pero fue
de la cabeza, no del estómago.
Su Padre,
soberano, preguntó —¿Dónde está tu hermana?, Decile que venga con uniforme
puesto. Yo me voy, no la espero más. –No esperó respuesta, no le interesaban
las respuestas a lo que él dijera-.
Se armó de todo
el amor que tenía por su hermana y abrió la puerta. —Querés que te traiga algo?
Ella no
contestó. El pelo había invadido puertas, paredes y se apreciaba su crecimiento
por la rapidez cubriendo lugares. Escuchó una voz debajo de la tierra —Tengo
tanto peso encima! Ayudame a correr esta desgracia, porque ya me aplastó la
barriga y temo por mi cabeza, andá y venís dentro de un rato. Necesito descansar
sola.
Entró a las dos horas, tuvo que empujar con
fuerza la puerta que no cedía. Salían de la habitación cataratas de pelo de Nube
Incolora.
Buscó y buscó,
no la encontró. Su Padre llegó temprano a retar a su hija —Lo de la bomba, fue
idea de ella. La única que tiene ideas, a pesar de ser mujer.
El hijo contestó
—Es preocupante, Padre, ella no está en ningún lado.
El Padre lo
invitó con un whiskycito. —Ya estás en edad, podés.
—Tu hermana va a
aparecer sola y se va a enterar quién es su Padre!
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