—Escribí polenta,
poné carne a la parrilla.
Es como
pretender mar azul en Las Toninas, agua marrón, gordas gritonas… —Nunca me
gustó la polenta y la carne tampoco. Tirame alguna idea.
Qué va a tirar
éste, ¿un estímulo?, si tiene tres neuronas es demasiado.
—Vení flaco,
mirá por la ventana, ¿qué ves?
Me dan ganas de
preguntarle: Veo veo ¿qué ves?
—Hay un árbol y
abajo un hombre apoyado con una mano, con la otra se busca el pito. Su proyecto
está a la vista, hace pis. Una mujer lo llama, tiene un sólo zapato, el otro
casi no se ve, pero está, lejos. Hay un policía que la llama desde un balcón, o
es el amante, o el marido, trabaja en la policía, lo lleva en la cara y le dice
con una voz que se traga el viento: “Vení, no lo vayas buscar, está loco, hace
pis en la calle, vos que amás los árboles, está meando uno.” Ella corre con
desesperación y lo alcanza, se dan un abrazo como el primer abrazo. Suben a la
camioneta a buscar un mar azul y tibio.
—¿Y después?
¿Qué quiere que
le diga el mandril? —Ya está, ahí lo tenés, es el cuento corto que me pediste,
dame un adelanto, en casa lo único que hay para comer es polenta.

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