—Chicos
¡Silencio!! Quiero hablarles acerca de las películas que ven, donde hay
disparos que matan inocentes y la sangre sale de los cuerpos, como si fueran
arroyos, la daga en el corazón de una persona, dejando salpicaduras, en un
ámbito con cadáveres dispersos en el suelo, unos muertos y otros con
estertores, mientras mana sangre de sus bocas, como canilla abierta. Dedos
cortados, para amedrentar a buenas personas. Les ruego que les rueguen a sus
Padres o quien cuide de ustedes en sus casas, que apaguen las pantallas. Para Uds
llegará un momento, donde matar será un acto natural. Se los digo por mis
propios hijos, que cuando joden mucho, perdón chicos, no digan “joden” porque
es mala palabra, yo misma les pongo ese tipo de películas y no se escucha volar
una mosca.
Aprovecho para
corregir sus cuadernos, plenos de desastres ortográficos, geográficos,
grafológicos. Siento que me contagian su ignorancia y me pregunto para qué me
rompo la garganta enseñando a nadie, porque todos simulan que miran el libro o apunte,
o lo que fuere, mientras bajo pupitre, se mandan mensajitos por celular. Éstos
también son comportamientos violentos.
—Un último
pedido, exijan a sus Padres que vengan cuando son convocados, no es posible que
a las reuniones, asistan tres Niñeras.
Fue repentino,
el peor de sus alumnos, sacó un arma de su mochila y le pegó un tiro en la
frente a la Señorita. Sus demás compañeros, todos armados, con los revólveres
que sus Papis tienen en sus casas, para defenderse de tanto ladrón, salieron del
aula, pasando por otras aulas, al grito de:
—¡Libertad o
muerte!

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