—¿Dijeron que
sí?
Les voy a decir
la verdad: —Sí, pero dos lados del canal, hasta el fondo de la reja y después
volver.
—¿Y por qué
primero nos aceptan y después nos echan?
—Nos usan, les
hacemos el trabajo gratis, para volver con los demás que son los que están
demás. Nos fuimos para no morir y nos traen para matarnos.
—¿Y dónde está
la democracia?
—La Democracia
está en los libros.
Inés trajo mate
y tortas fritas. Es una mujer con esperanzas, su alegría es tonta. El viejo
loco y andrajoso sube a una mesa: —Soy loco, pero no estúpido, siempre hubo que
esperar, para encontrar, trabajo, en el Banco, en la Caja del Súper, en el
Colegio, en el Hospital…
—Bajate, loco,
que ahora sigo yo, debemos ser lúcidos. Lo que nos pasa tiene un lado bueno, no
tenemos que esperar más y al otro lado no hay nada.
—Es mi turno,
soy el loco tres y no preciso mesa. Mido dos metros, tengo una vanidad
infinita, mi consejo es dejar los discursos para otro momento.
Apareció un Enfermero
del loquero: —Yo no entiendo nada, pero la reja está abierta. Pueden pasar
despacio, sin avalanchas. Les agradezco, volveré con Inés que tiene mate y
tortas fritas, Uds me estaban volviendo loco. El último, que cierre la reja.

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