—…Ya estás?
—Me fumo un
pucho y vengo.
Ella había
largado y el olor a cigarrillo le molestaba. Siempre afirmaba que si dejaba de
fumar no le importaría que otros lo hicieran. Sucedió lo contrario, recuperó el
olfato que anula la nicotina y le molestaba el olor de la leña para un asado,
el olor del escape de los autos, el olor de las bocas de tormenta y otros, como
el pelo sucio, el perfume vencido, los perfumes en general. Ni hablar del olor
a frito o a pescado viejo. Pasaba mucho tiempo haciendo comidas, únicamente
vegetarianas, semillas de lino, sésamo…y amapola. Él era carnívoro, cafetero,
fumador y mujeriego. Se divorciaron de común acuerdo, debió ser lo único que
sus vidas tuvieron en común.
Sus amigas le
hicieron una fiesta, para despedir el año del fracaso. Se enteró que la
consideraban La Reina del Fracaso. Le iban a entregar una estatuilla. Alquilaron
un Hotel en Venezuela. La alfombra para la entrega del “Maduro”, era verde.
Había fotógrafos
y periodistas que ansiaban sus palabras, para plasmarlas y grabarlas en la Historia
del Disparate. A ella se lo soplaron. Dijo a sus más allegados que no asistiría
y una fuerza nacida de la debilidad, la hizo aterrizar en Maduro, con una
máquina de moler personas. Fue molido hasta quedar baldosa hundida.
Siguió con su
Justicia Argentina y en la sesión semanal de botox de la Ex Presi-k, la pinchó
con agujas para caballos, la infló más y más y más, hasta que explotó. Se dieron
cuenta porque el cielo se llenó de dólares.
A Marqui le
compró un vestido de mujer, blanco, con plumas de ganso. Ella misma lo vistió y
lo mandó en un Uber hasta la alfombra verde, él fruncía el ceño, para que todos
creyeran, que era un Presidente en serio.

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