miércoles, 13 de febrero de 2019

CUANDO ME ENCUENTRES



   En tres meses debía estar terminado. Él sabía que me encontraba perdido, me conoce desde el primer libro y le gusta que me pierda, cuando me encuentro escribo, corrijo, modifico y si la trama se pierde, dejo. Me doy el traslado y limpiando la encuentro.
   —Vuelva a su tarea! -Le digo con enojo-.
   El viejo calculador del Editor, dice que sin trama, lo que hice se transforma en un disparate. —Yo hago las correcciones e imagino que sos vos.
   Le veo los ojos de lobo hambriento, es capaz de construir un mamarracho, que no parece, gracias a mi principio y mi repugnante final.
   Le llevé el libro completo. Lo leyó con hambre, lo terminó. —Es mejor que todos los anteriores, igual le voy a quitar pedazos reiterativos, aburren.
   —Quiero verlo entero en letra de molde, pero su intervención cortaría mis derechos de Autor, lo quiero tal cual o me lo llevo. Vos dirás.
   El Editor piensa que esas manos de rata se volvieron feroces, gracias a él. Tiene virtudes y no le importa el dinero. Vive casi a la intemperie y el material lo toma de esos lugares, o los piensa antagónicos. Cuando le doy un buen vuelto, lo toma y lo reparte. Además me apunta con un revólver. —Si no lo publicás te mato, firmá aquí, ahora.
   Era un expediente largo, donde yo pedía perdón y me mostraba arrepentido, igual me suicidaba, no encontraba otra salida. Me dio el arma y yo mismo disparé en el interior de mi boca.
   Él no dijo nada y se fue dando un portazo. Dejó un papel pegado del lado de afuera: “El Editor suicida, pierde sangre, mancha borradores. Es una pena cómo desaparecen mis palabras.”

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