jueves, 14 de febrero de 2019

TANDIL Y GRAL BELGRANO



   —Marce…Marce!!! Acá está en el diario, lo que éstos llaman Ciudad Soñada.
   Marce lo putea. —¡Dejame dormir! Me acosté a las seis y me despertás a las siete.
   —Lo dice este diario de mierda, “El Eco” miente, soban la nutria por dos mangos y la gente ¡lo lee!
   Tobal se metió en el baño, era su lugar de pensar, sobre la tapa del inodoro. Iba a esperar que Marce conectara sus cables y le prepararía un capuchino.
   Ellos estaban entrenados, primero fueron Cascos Blancos, luego aparecieron Profesores, Alumnos de Paulo Freyre, exigiendo defender al explotado. Las armas fueron y son un secreto. Su función: el exterminio del culpable.
   En campos de Tandil y Gral Belgrano, un dueño, que soborna al pasquín, para ocultar su nombre. Más de cien personas con un trabajo de 18 horas consecutivas, eran llevados a otro campo para seguir en la cosecha de papas.
   Los trasladaban en carros de trabajo. Hacinados ni allí descansaban. Una ducha para 100 personas, a los lentos rebenque sin asco.
   —Tobal, si protestamos al Diario le hacemos propaganda al diarucho trucho. No debemos mostrar nuestras caras y sabemos que esto no se habla con nadie. Somos dos boludos pobres, trabajamos en Parques y Jardines. Otra cosa a tener en cuenta, imagen religiosa, obediencia miliciana. Perfil irrefutable.
   Se comunicaron con E.D.E. la Organización a cargo, para informar si estaban de acuerdo con las acciones a seguir. A Tobal y Marcelo se los tragó la tierra. El Dueño de los campos, sigue pagando el encubrimiento de su apellido.
   No siempre la noche trae estrellas, en una noche oscura, dos hombres enmascarados, cavaron un pozo vertical, donde metieron al explotador, ellos ignoraban la identidad del culpable. E.D.E. investigó, les recordó la consigna de no usar armas.
   Dejaron la cabeza del diablo fuera del agujero, apisonada la tierra alrededor del cuello. Llevaron un camión jaula de ganado, su dueño, un vaquero ignorante, tandilino y mala persona.
   Se produjo un estampido de vacas asustadas. No hubo ninguna que no pisara aquella cabeza. Una mano providencial, dejó una papa sin cosechar, donde el cráneo deshecho, se hundió en la tierra.
   Tobal y Marcelo partieron. Tenían una misión similar en una fazenda brasileña, de Nazaré Das Farinhas.

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