viernes, 1 de marzo de 2019

TRAMPOLANDIA



   Admiro EEUU, con esos edificios que tocan el cielo, cuando querés comprar un departamento no te preguntan qué número: — ¿Dónde lo quiere, abajo de las nubes, mitad, arriba de todas, el piso con piscina privada? y hasta puede saludar a sus finados que viven en el cielo.
   Están los biulding, donde al cumplir los 40, lo dan de baja y no  paga ninguna cuenta que adeude. Desde el Gobierno Trumpiano, le darán un trabajo en algún subsuelo. Prenderá y apagará las luces, controlará la calefacción. Si Ud se pone viejo, lo sacan a la calle y el Ejército de Salvación le otorga una cama con liendres y sopa de cucarachas, se acostumbra y le parecerán hasta saludables.
   Si cumplió 25 años y desea contribuir con la patria grande, se anota en la lucha contra Kuwait y si resulta buen tirador, lo mandan a Irak. Le pagan, pero es difícil que lo dejen retornar. La comida es cuatro estrellas, le dan una hora, se llena la panza. Recuerda al enemigo con las tripas afuera y vomita.
   Tiene la suerte de encontrar una mina muy joven, cuya juventud se debe a infinitas operaciones, la mina le dice que tiene 23 y Ud se lo cree. Mira por el balcón-patio, con vista al Central Park y piensa que New York, tiene campo.
   Ella trabaja casi todos los días, menos los domingos. Ud se aburre y se sienta en un banco de la plaza. Le empieza con un inglés chapucero y le pregunta: —¿Cómo hago para llegar a Brooklyn?
   — ¡Oh! Very cool, podemos hablar español, soy latino cruza con negro, aquí me despreciaban, hasta que encontré un sótano y toqué el saxo, mis notas se casaban con el humo, a partir de ahí vivo en New York como un bacán, conseguí un piso frente al Central Park, es de una mina que le pagan muy bien por obtener sexo. Lo único molesto es que de noche pide que me vaya, de día es toda mía, vive con otro tipo que toca el saxo mejor de lo que la mina hace sexo. Los domingos son para él. La vida es una casualidad, los dos tocamos el saxo, en el mismo lugar. Le podemos proponer a la mina, dormir los tres juntos, ella no pedirá nada, el trabajo la deja mortadela. ¿Sabés cuántos años tiene?
   —A mí me dijo 23.
   —Tiene 73, te das cuenta por las flatulencias, provienen de un ano dilatado de muchos años. No hay que quitarle méritos. En la cama es una Diosa, te hace olvidar los pedos.

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