—Roldán, quiero
el Expediente Sorti contra Morales.
—No hay más
Expedientes, todo se pasa a Internet.
—Roldán, se está
subestimando nuestra tarea, el papel escrito da seguridad a la investigación y
los resultados o búsquedas.
—Dr, permita que
lo contradiga, la inmediatez de los sistemas tecnológicos, hace que cualquier
resolución, interdictos, postergaciones, lo solicite en su computadora, que no
está exenta de un mentiroso: “no hay señal”, pero finalmente Ud encuentra lo
que busca. No tiene que esperar tres meses para una respuesta somera, pueden
faltar papeles húmedos, pegados.
—Momento,
Roldán, me jubilo dentro de tres meses, Sorti contra Morales fue un caso
complicado. Mis contactos, hombres de bien, que ya no quedan, los descubrieron
en el toilette de las damas corruptas, por fin encarceladas, los expedientes
que solicito se encontraban en un pilón deshecho, dentro de un inodoro. Los fui
a buscar en persona, con el Ordenanza, para que metiera mano y los sacara. No
había nada.
—Tengo un buen
argumento, todo el papelerío, fue incendiado y la gente de manos sucias, ha
hecho desaparecer, aquello que comprometiera su mal nombre y olor. Dr, créame,
es así.
—¿Sabe qué pasa,
Roldán?, Sorti y Morales depusieron su enemistad, manejaban fortunas
incalculables. Ambos murieron en un desgraciado accidente, ninguno tiene
parientes. Yo le propongo, Roldán, que vayamos haciendo un trabajo
detectivesco, imagino dónde se encuentra esa fortuna y soy de imaginar bien. Si
Ud me ayuda, vamos fifty fifty.
—Cómo negarme,
Dr, he estado toda la vida a sus servicios, incluso puedo hacerlo solo.
—Ud sabe,
Roldán? Siempre aprecié su obediencia debida, pero para estar seguros del punto
final, hagámoslo de a dos.

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