martes, 5 de marzo de 2019

VOYERISTAS


        
   Olvidé qué píldoras eran por la mañana, una la de vivir, otra era una masa en la nuca, había algo convertido en veneno, por si decidía morir dormido. Corté por lo insano, todos dicen que estoy loco y como seguía sin recordar, tomé una de cada una, menos la de dormir para morir. La locura potenciaba mi inteligencia y tenía una visión planisférica del desastre humano. La moral agonizaba. Una pareja practicaba su primer sexo. No tenían casa propia y fueron a vivir con sus Padres. Las habitaciones tenían una separación de espejos. Al otro lado del espejo, era vidrio transparente, los viejos asistían a las prácticas sexuales de su hija e invitaron a los Padres de su yerno. Temblaban de espanto y comenzaron a vender entradas para los parientes secundarios, tíos, abuelos, primos, mayores de dieciocho años y al Personal de Servicio, a cambio de no pagarles sus sueldos. Éstos últimos llevaron a sus niños, vivían en la misma pieza, los chicos ya estaban al tanto de todo.
   —Nosotros no hacíamos esas cosas, la primera noche de bodas, yo tenía un camisón con un agujerito por delante y mi marido también, un camisón con agujerito y gorro de dormir, mi camisón tenía otro agujerito atrás, mi Madre aconsejó no usarlo, porque me haría ver las estrellas…-Testimonió la Abuela con horror-.
   Luego dijeron los Padres: —Nosotros sí éramos nudistas en ese momento, pero yo iba abajo, mi marido encima. Él hacía dos o tres pulsiones y terminaba, siempre me quedé con ganas de algo más, él se dormía de inmediato y yo pensaba que debía ser así. Hace años que ya no…ni sé cuántos.
   Un tío viejo relató que le gustaba rasgar las ropas de su mujer, era un hombre grande cuando se casó, luego de ver a su mujer desnuda, olvidó qué debía hacer y le gritaba que no fuera descarada y se vistiera. Mientras, los chicos parecían equilibristas del Cirque du Soleil, giraban levitando, confundían los orificios del cuerpo y todo les complacía. Los espectadores se dormían y los novios seguían sus prácticas exóticas.
   Los únicos que permanecían despiertos eran los hijos del Personal de Servicio. Masturbación colectiva de los niños, bajo las frazadas.

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