sábado, 23 de marzo de 2019

QUÉ LINDO



   Arribó al pueblucho, la Reina Dánica Segunda y su hijo Donicoso. El Intredente la recibió, porque a la Reina, hay que acompañarla, así reza el nefasto Pratocolo. La Reina Dánica Segunda Parte, visitó la Iglesia Dánica, a pesar de ser atea y dijo: —¡Qué linda!
   El Salón Blanco, de la Municipalidad, que es un tubo largo, tanático y dijo: —¡Qué lindo!
   Saludó por un balcón inundado de flores, que nos deben haber costado una fortuna, en vez de saludar con el brazo a la altura del sobaco, se tenía el sombrero, con ala blanca y florcitas, porque se lo hicieron grande y viajaba de izquierda a derecha. Desde allí, hasta el resto de su atuendo, tenía color rosa chicle.
   Luego de la salutación, de algunas personas alquiladas, la llevaron en un auto largo inútil, hasta un campucho usado como motel, la metieron en un sillón, toda rodeada de vegetación florida y de vejetas pretenciosas. —Decime, Carol, la falda ¿le tapa la rodilla? ¿o le llega a los gemelos?
   La amiga, sin mirarla, la retó: —No se hacen preguntas íntimas de una Reina como Dánica Segunda.
   Otra inquirió: —¿Por qué no se saca los guantes?
   Una botoxienta, contestó: —Para no llevarse microbios y bacterias argentinas.
   Le convidaron cafecito, mientras un conjunto de niñas, con ropas típicas Danicosas, arremetieron con una danza del paisito de la Reina Dánica Segunda Parte, que hacía amagues de aplaudir, antes que las niñas finalizaran. Dijo: —¡Qué lindo!
   Luego, el almuerzo llegó a la Reina, le cambiaron el sillonete de respaldo alto, por uno más bajo. El ala del sombrero le impedía girar la cabeza y se le iba encima de la entrada: sopa de morcilla, con visón triturado. El plato principal: muñones de novillo, son salsa bellamiel y crotones de chiripá. A los postres, muñecos de masacul, con el formato de John Pulg. Luego de largar un eructo descomunal, la Reina Dánica Segunda y su hijo Donicoso, que comió con los peones, agradecieron con su clásico: —¡Qué lindo!
   El pueblucho, guarda tantos secretos, que nunca nadie supo, a qué carajo vino, la Reina Dánica Segunda Parte.

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