lunes, 4 de marzo de 2019

AGARRATE



   Salgo del Banco con mi jubilación, decido hacerme un regalo, entro a un negocio, viene la que atiende.
   —Deme lo que quiera, total si pregunto por esos zapatos, dice que no son mi medida, miro un vestido y me informa que está vendido.-Lo tiene en la vidriera, para cazar giles como yo. Termino por aceptar esta perversa realidad.- Bueno, deme lo que quiera.
   Pone cara de pensar, se decide: un batón de vieja con tierra y dos botones faltantes.
   —Buéh, lo llevo.
   Cuando estaba por pagar y ella miraba mis manos con codicia:
   —¿Sabe qué Srta vendedora? Ud me vende lo que se le cante, yo no le pago un carajo. El batón se lo llevo a mi mejor amiga, que tiene un mal gusto que agarrate.
   —Sra, tranquilícese, Ud pertenece a otra generación.
   —Sí, y vos pertenecés a esta degeneración.
   Justo que me voy me cruzo con mi amiga “Mal gusto” y le regalo el batón recién no comprado. 
—Esperame un momentito.
   Volvió hecha unas pascuas, se lo vendió a quinientos pesos, le hizo el verso que la confección era inglesa y lo llevaron tres generaciones. La vieja se hizo pis de emoción.
   —Ahora te invito a comer, te dan una porción de pizza, dos galletitas y un vaso de agua para las dos. ¿No es una pichincha?
   Antes de no comer nada, la acompañé. Nos atendió la dueña del negocio del batón, con el batón puesto, los dos negocios le pertenecían. Pedimos huevos fritos con papas fritas y flan casero.
   Nos fuimos sin pagar, tenía muchas mesas que atender, ni cuenta que se dio, degenerada.

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